Crítica 'The other side'

Bestias del sur salvaje

The other side. sección oficial. No-Ficción, EEUU-Ita, 2015, 92 min. Dirección: Roberto Minervini.

Con The other side el cine europeo se traslada a la Norteamérica profunda, a los paisajes virginales y salvajes de Louisiana. Después de cerrar su trilogía tejana, de la que ya pudo verse aquí Stop the pounding heart, el italiano Minervini se acerca ahora, de nuevo con un método híbrido entre el documental y la ficción, a las vidas marginales y anónimas de ese white trash que, desde que fuera fotografiado por Larry Clark, forma ya parte recurrente (y morbosa) de cierto cine independiente fascinado por los límites.

Un hombre aparece desnudo en una cuneta. Es Mark, un presidiario de permiso al que acompañaremos en su día a día, que consiste en buscar trabajo, visitar a su madre enferma, chutarse y practicar sexo con su novia, trapichear, salir y departir con amigos, borrachos y marginales que hablan de política o revelan su racismo endémico. A pesar de su insistencia en el retrato de lo sórdido, Minervini quiere hacernos sentir compasión por su personaje y lo redime desde el lirismo y la confesión emocional.

Pero como estamos en una película de festival, The other side se parte por la mitad para llevarnos, ya en formato plenamente documental, a otro escenario cercano. Aquí ya no son los parias los protagonistas, sino otro tipo mucho más peligroso de outsiders enloquecidos: grupos paramilitares que se organizan contra una guerra imaginaria para defender a sus familias (sic), sintiéndose también traicionados por el Gobierno de Obama. Su energía aniquiladora y violenta se adueña de la película, su discurso patriota, integrista y asesino no es tanto cuestionado como observado. Minervini parece querer desenmascarar al monstruo de la barbarie sin mojarse, estando allí, como testigo neutral. Tal vez esa era la única manera de filmar aquella trinchera y salir indemne. En todos los sentidos.

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