Un viaje de Tarragona a Reus
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Tras nueve disgustos, el equipo blanquiverde recuperó la sonrisa ante otro equipo catalán, con nuevo técnico y cambios significativos en dos meses y medio convulsos y de vaivenes.
El Córdoba puso el domingo en Reus punto y final a dos largos meses y medio sin conocer la victoria en Liga, desde que en la jornada 7, allá por el 24 de septiembre, lograra tumbar al Nàstic de Tarragona (2-0) en El Arcángel. Desde entonces y hasta el pasado fin de semana, los blanquiverdes acumularon nueve jornadas sin una alegría, un total de 71 días de padecimiento que se llevaron por delante a José Luis Oltra y que han propiciado un cambio radical en el equipo, que con Luis Carrión al frente trata ahora de enderezar el rumbo y recuperar el terreno perdido con un nuevo estilo. En el Municipal reusense, como ya ocurriera en el duelo copero con el Málaga, se pudieron ver algunos detalles de esa transformación puesta en marcha, aunque también se observaron viejos vicios cuya solución se antoja complicada sin refuerzos.
La mala dinámica que el Córdoba dejó atrás en Reus comenzó justo cuando el cuadro cordobesista estaba en su mejor momento. Tras la victoria ante el Nàstic, el conjunto blanquiverde se colocó en segunda posición con 14 puntos y a tan solo dos del líder, un Levante que había caído una semana antes en El Arcángel. Esos dos triunfos junto al de Alcorcón, que dieron forma a una semana fantástica, dispararon al equipo entrenado por Oltra, que desde entonces comenzó a decaer con dos empates fuera de casa (Zaragoza y Soria) para desplomarse tras la derrota en casa ante el Sevilla Atlético en la jornada 10. Fue el primer revés de los cuatro que el equipo arrastra en casa de manera consecutiva, con el único botín del empate ante el Valladolid de finales de octubre (luego llegaron los tropiezos con el Mallorca y el Getafe).
Más allá de los resultados, de sobra conocidos porque conllevaron el relevo en el banquillo, el conjunto blanquiverde ha experimentado un cambio considerable desde entonces para volver a reencontrarse con el triunfo. Para empezar, hasta cuatro cambios se observan en el equipo titular que venció al Nàstic respecto al que doblegó al Reus. En la zaga, Antoñito ha recuperado el puesto en perjuicio de Caro en el lateral derecho y, con su proyección en ataque, parece responder mejor a las preferencias de Carrión. Por delante, Edu Ramos ha cubierto con buenas actuaciones la baja de Luso y podría permanecer en el equipo con permiso del capitán. Borja Domínguez está cobrando protagonismo como volante tras estar en la sombra en el comienzo liguero. Y, por último, Javi Galán ha irrumpido con fuerza en el extremo izquierdo, relegando a Bergdich.
En el plano táctico, el cambio todavía está en fase inicial, aunque se empiezan a atisbar detalles. Carrión sigue fiel al estilo demostrado en el filial y, además de apostar por el 4-1-4-1 como sistema de partida, aboga porque su equipo presione al rival muy arriba, plante la línea defensiva bastante más arriba de lo que lo hacía Oltra y, principalmente, tenga el control del balón con mayor presencia de jugadores en la medular. Ahí cobra mucha importancia el triángulo formado por Edu Ramos como mediocentro defensivo (o Luso, ahora que vuelve a estar disponible), Juli y Borja Domínguez, que son los dos que parten en principio con el favor del técnico, a la espera de que Carlos Caballero encuentre su mejor nivel. El ataque se centra ahora mucho por las bandas, aunque el juego elaborado por dentro también ha cobrado protagonismo.
En el debe, la defensa sigue dejando dudas, sobre todo a balón parado, como quedó demostrado en Reus pese a la implantación de la marca al hombre para enterrar de manera definitiva la zona. Ese lunar tiene difícil solución si no se acude al mercado para sumar calidad a una línea que arrastra la baja de larga duración de Deivid. Además, el ambicioso plan de Carrión requiere de un sacrificio físico que está por ver si el equipo puede asumir, después de venir de un estilo de juego en el que los esfuerzos estaban mucho más medidos. La capacidad para manejar los partidos en situaciones complejas es algo que todavía no se le ha podido medir al nuevo CCF, porque el Málaga exigió poco y el Reus siempre jugó a remolque, al verse por detrás en el marcador a los dos minutos. De momento, los resultados otorgan tranquilidad y se convierten en el mejor aliado posible para afianzar los cambios que el catalán pretende incluir en el conjunto.
Estos cambios tienen por lo pronto a cuatro hombres como los principales perjudicados: Bergdich, Caballero, Alfaro y Samu de los Reyes. El primero ha visto como en dos partidos no ha contado todavía para Carrión, una vez que se había ganado el sitio con Oltra como extremo izquierdo. Caballero, por su parte, sigue atravesando un mal momento físico y personal, aunque cuando sea capaz de alcanzar su mejor versión debe ser importante. Alfaro ha sido el gran sacrificado por el nuevo técnico, después de que Oltra intentara acoplarlo incluso como volante, y ahora debe recuperar un puesto que ha perdido. El cuarteto lo completa Samu, cuya situación incluso ha empeorado porque ahora ni siquiera juega en Copa.
A Carrión hay que reconocerle la apuesta por los jóvenes y a las primeras de cambio parece que Javi Galán se asentará en el primer equipo, además de hacer debutar a Esteve, que hacía tiempo venía mereciéndolo por el nivel mostrado en el filial. Además, la recuperación de Héctor Rodas es una de sus principales bazas ante la escasez de efectivos atrás.
71 días separaron las dos últimas victorias del Córdoba. Un viaje convulso que se ha cobrado víctimas por el camino y que ha dejado un nuevo equipo, con detalles para la esperanza pero muchas sombras aún por despejar.
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