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Salamanca-córdoba · la crónica
Ya son 15 empates en 29 jornadas, una barbaridad digna de estudio. El Córdoba sacó un punto en el Helmántico ante un rival de su liga, la de la zona media de la clasificación. Que no es poco. El cuadro de Paco Jémez se adelantó en el luminoso gracias a Cristian Álvarez y Quique Martín, también haciendo gala de su tino en el disparo, dejó las cosas como estaban en el arranque de un partido sin dueño fijo, típico de la categoría.
El Córdoba salió bien plantado, favorecido además por un detalle que no es baladí -que se lo digan a los entrenadores-: el sol molestaba más a Pagola. Apenas se había cumplido un minuto cuando Arteaga encaró al meta del Salamanca tras una apertura de Asen, pero Iglesias Villanueva decretó un ajustado fuera de juego. Y en el tres, una colada por la derecha de Arthuro provocó un rebote, Endika conectó un zurdazo mordido desde la frontal y Asen no acertó a desviar el esférico a la red en el corazón del área.
La cosa pintaba bien, aunque el cuadro local también expuso sus cartas: Isaac rompió el fuera de juego y cruzó su tiro en demasía desde la derecha, y Acuña agujereó la defensa por el medio y encaró a Julio Iglesias, aunque la acción estaba invalidada por posición antirreglamentaria. La zaga visitante estaba adelantada para comprimir las líneas, por lo que maniobraba en la cuerda floja.
Al filo del cuarto de hora, Pierini tuvo el 0-1 en un testarazo de los suyos a la salida de un córner botado por Arteaga; Pagola blocó sobre la línea. Y en el 18', una falta lateral colgada por Cristian Álvarez no acarreó consecuencias. Aplicado y atento a los rechaces, el Córdoba daba más sensación de peligro. Le faltaba precisión, como en una internada de Dani que murió por el defectuoso golpeo del lateral madrileño a la hora de centrar.
Si el panorama se nublaba, patadón y a empezar de cero. El guión era eso y confiar en la calidad de los de arriba, o en el filón a balón parado. En otra falta lateral, Arteaga le pegó a pie cambiado y el cuero se perdió por encima del larguero. Lo dicho: había que afinar.
Mientras, el Salamanca tocaba en la zona ancha, aunque sin profundidad. Quizá a Ito no le dio esa impresión y por eso cazó a Bruno con una patada desmedida a ras de suelo: amarilla y, por lo tanto, el sempiterno lastre para el doble pivote. Desde la media hora.
Por su cuenta, merced a su anarquía, Arthuro se fabricó un golpe franco a casi 30 metros del arco; se topó con la barrera. Luego provocó un saque de esquina en el que Pablo Ruiz no acertó a rematar entre los tres palos. Y posteriormente, para rematar su faena en el primer periodo, atizó a Bruno sin venir a cuento. Otra niñería del brasileño, otra cartulina. Él es así.
Al descanso se llegó con 0-0 porque Julio Iglesias respondió con una estirada felina a un zapatazo de Diego Torres desde la corona del área. El delantero había recibido la bola de Bruno, protagonista de numerosas acciones en una primera mitad de empate técnico. Justo antes del pitido revitalizador del colegiado, Pelegrín le ganó la partida a Arteaga en una contra propicia, ya en el pico del área.
El Salamanca salió mucho más enchufado a la vuelta de los vestuarios. Ito y Pablo Ruiz -sobre todo éste, ya en el área pequeña- se cruzaron de forma providencial en sendos barullos alrededor de Julio Iglesias, conjurando con apuros la amenaza de la desventaja en el marcador. Probablemente, el contrario más desconcertante era el lateral zurdo Pedro Botelho, capaz de asombrar con su poderosa zancada o de realizar dos saques de banda erróneos en el mismo envite. Luces y sombras en el Helmántico al atardecer.
En su guerra particular, Arthuro forzó otro libre directo insinuante, un dulce para Cristian Álvarez. El argentino se pasó de rosca. Era una fase sin control determinado, en la que Juan Ignacio Martínez introdujo un doble cambio y Arteaga no supo controlar un envío de Rubén al corazón del área. Dos minutos después, en el 61', Cristian puso la rúbrica a una jugada iniciada por Arteaga y prolongada por Arthuro. Derechazo fulminante y a vivir de la renta; exigua, pero renta al fin y al cabo.
La enésima falta apetitosa fue desperdiciada por Arthuro, incapaz de superar la barrera. El público empezó a desesperarse con las imprecisiones de los suyos, inútiles en su afán por enlazar dos pases seguidos. Antes o después, un fallo abortaba los ataques. En el otro lado del campo, el brasileño Arthuro caía una y otra vez en fuera de juego.
Paco ya tenía programado el relevo del atacante por Julio Pineda cuando Quique Martín agradeció la pasividad de todo el Córdoba para llegar a la frontal con la pelota controlada: zurdazo firme al palo corto y 1-1. Y en pleno desconcierto foráneo, Martín dejó a Acuña solo ante Julio Iglesias, aunque la volea del joven paraguayo, ligeramente desequilibrado, se perdió por el fondo.
Quedaban diez minutos y la iniciativa había pasado a ser charra. Pierini se entretuvo en un balón que tenía controlado y dio pie a una transición en la que Julio Iglesias se jugó el tipo a los pies de Acuña.
Entonces, Jémez llamó a Javi Flores. Y Asen se retiró andando. Arteaga, el último sustituido, también se marchó con una lentitud que evidenciaba la idea de amarrar un punto antes que volverse de vacío. Así fue. Y todos contentos a medias, como casi siempre.
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