La noche no les confunde
Córdoba-villarreal b
A pesar del horario, la afición responde en masa acercándose a la barrera de los 10.000 espectadores. La grada ratifica su relación amorosa con el juego de un equipo que sigue convenciendo incluso empatando.
¿Cómo respondería la afición a un partido after hours? Fue la pregunta del millón durante la semana y una pequeña pesadilla para el club, que veía cómo el momento de euforia que vive el cordobesismo podía verse frenado por un horario intempestivo. El riesgo de una grada vacía y, porqué no decirlo, la pérdida de una buena taquilla, habían sobrevolado El Arcángel durante los días previos al choque, aunque los fantasmas quedaron espantados incluso horas antes de que empezara el encuentro.
Porque poco después de las 20:00, las taquillas seguían cerradas mientras no pocos aficionados hacían cola para sacar su entrada. Esa imagen, tan atípica en un encuentro del Córdoba, rubrícó las buenas sensaciones que había dejado la semana con el constante goteo en la venta de entradas. Porque ha hecho falta menos de dos meses para que el cordobesismo se enamore de su equipo, o más concretamente, de su juego, porque la pasión por los colores ha estado siempre fuera de duda.
Las horas previas se hicieron eternas. Acostumbrado a partidos a las seis de la tarde, el cordobesista se ha convertido en un animal de costumbres. Comida, café con los amigos, copa en los bares aledaños y llegada con la hora justa para el inicio del encuentro. Eso de jugar a las diez trastocó muchos planes, alargando la sobremesa hasta límites insospechados. "¿Ir cenado o llevarse bocadillo?", se preguntaba un aficionado en Twitter durante una tarde que sólo sirvió para alimentar las ganas de fútbol en una masa para la que acudir a El Arcángel ha dejado de ser ese suplicio semanal, esa eterna condena al sufrimiento y a la falta de estética.
La entrada, similar a la del encuentro ante el Xerez, disipó todas las dudas posibles. El horario perjudicó a los más de 800 abonados que el CCF tiene en la provincia y que anoche llegaron a sus casas bien entrada la madrugada, a los currantes que se abrochan el cinturón para sacarse el abono y a los que el despertador no ha perdonado hoy a las siete, o a los niños que esta mañana habrán llevado sueño atrasado al colegio. Todo eso es verdad, pero los 9.658 espectadores que ayer fueron a El Arcángel están dispuestos a trasnochar para ver a su equipo. Con eso ya hay mucho ganado.
La cifra habla por sí sola. Esta vez no hizo falta ninguna campaña oficial ni los clásicos llamamientos apocalípticos que tanto se estilan por aquí (sobre todo en apurados finales de temporada). El reto de los 10.000 se quedó a tiro de piedra, superando de largo los 8.601 que vieron el encuentro ante el Xerez y los poco más de 6.000 que se acercaron a El Arcángel en los dos primeros partidos de liga. La evolución es exponencial, y si el Córdoba sigue jugando así (incluso por encima del resultado), el número irá en ascenso. Ya lo verán.
Además, y a pesar de que se escucharon muchas quejas, el horario no era extraño para los aficionados. Muchos de ellos, quizás los más veteranos, han pasado noches de fútbol a la luz de las estrellas en esas noches de verano del Trofeo Los Califas. También los más jóvenes recordaban mágicas noches de Copa, cargadas de épica y descansos de bocata. Muchos de ellos tenían vivas en la retina las gestas de la pasada temporada ante el Valladolid o el Racing de Santander, islotes aislados en un desierto de arena, que diría la copla. Todas esas sensaciones se juntaron en un partido que, pese a todos los inconvenientes, confirmó la ola blanquiverde que amenaza con inundar la ciudad como un bendito tsunami.
La próxima oportunidad llegará el miércoles, en la cita copera ante el Huesca, una puerta abierta para la esperanza en el torneo del K.O. Día festivo, seis de la tarde, un equipo en racha, un rival asequible, entrada gratuita para los socios y para todos aquellos que pasaron por taquilla para el encuentro de ayer. Puede que no se alcance por fin la frontera de los 10.000, pero ese día llegará más pronto que tarde. Seguro.
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