Recreativo - Córdoba el otro partido

Una final entre amigos

  • Pese a la polémica generada por el precio de las entradas, ambas aficiones conviven en hermandad, dando una lección a sus directivas. Unos 500 cordobesistas arropan a su equipo.

No podía ser de otra manera aunque por momentos pareció peligrar. La hermandad entre las aficiones del Córdoba y el Recreativo de Huelva pasó una prueba de fuego. Si no se rompió en el duelo de ayer, ya no lo hará nunca, tras una semana llena de cruces de declaraciones desde ambos bandos, con unos precios exagerados colocados por el Decano para evitar la marea blanquiverde y con un partido a cara de perro entre ambos equipos. Por fortuna, la cordura cundió entre los aficionados y el buen ambiente reinó en las gradas del Nuevo Colombino, pese a que el lleno al que aludía el presidente del Decano para no ceder más entradas no se produjo. 

 

Sorteando todas las trabas, unos 500 cordobesistas estuvieron presentes en el feudo blanquiazul y llevaron a su equipo en volandas, sobre todo a partir del gol de Uli Dávila que metía a los de Ferrer en el play off de manera matemática. Ahí, por momentos pareció que el duelo se estuviera disputando a orillas del Guadalquivir.

 

La afluencia de un buen número de aficionados cordobesistas también fue posible gracias al noble gesto de numerosos aficionados del Recreativo, que adquirieron entradas más baratas para cederlas a sus hermanos del CCF. De eso se trata la hermandad entre aficiones, por mucho que a algunos directivos -con especial mención para el presidente del Decano, Pablo Comas- les importe bien poco. Tal fue el caso de Rafa, que apurado viendo como su plan para el sábado se salía de precio, tiró de un antiguo amigo y compañero para presenciar el duelo. Fran respondió, como siempre lo hizo durante los buenos años de amistad trabada en la facultad. Y como agradecimiento, Rafa desechó la opción de unirse a los aficionados blanquiverdes para presenciar el duelo con su antiguo amigo. Antes del partido, ambos mataron los nervios recordando anécdotas de sus años de estudiantes. Y es que, como es bien sabido, las horas en la cafetería de la Universidad unen mucho. 

 

Con el balón en juego, eso sí, la hermandad quedó aparcada durante los 90 minutos reglamentarios (y el añadido, maldito añadido). El gol de los blanquiverdes hizo estallar a la hinchada visitante, que ya fantaseaba con una nueva presencia en la promoción de ascenso e incluso comentaba en la grada las similitudes entre el gol del mexicano y el que anotó Javier Patiño hace dos temporadas para encarrilar el pase del equipo entonces entrenado por Paco Jémez. Rafa intentó disimular su euforia, sin demasiado éxito, mientras su amigo se revolvía en el asiento viendo cómo a su equipo se le marchaban las opciones de pelear por el play off. Al final, y cuando el cordobés ya se relamía pensando en el viaje de vuelta con los tres puntos para su equipo, el gol del Decano hizo saltar de alegría a su compañero mientras Rafa permanecía atónito en su asiento. Al final, ninguno de los dos parecía contento. Uno vio como su a equipo se le escapaba el objetivo por el que tanto ha luchado en apenas diez segundos fatídicos. Otro, pasada la euforia final, analizó la clasificación y comprobó que las opciones de los suyos se han complicado sobremanera. Pasados unos minutos y el calentón inicial, ambos concluyeron que el empate quizás era el resultado menos malo, pues a ambos les habría quedado el regusto amargo de ver a un buen amigo sufrir. Queriendo ver la botella medio llena, ambos se despidieron, no sin antes desearse suerte, darse un abrazo y citarse para un hipotético enfrentamiento en el play off. "Ojalá me puedas devolver la visita", espetó Rafa antes de poner rumbo a casa.

 

También hubo muchos aficionados que no tuvieron la suerte de Rafa. Sin ningún conocido en Huelva que les asegurara una entrada a un precio asequible, muchos cordobesistas se resignaron a animar a su equipo por televisión y un gran número de ellos se dio cita en la pantalla gigante que el Ayuntamiento instaló junto a la portada de la Feria. El ambiente fue creciendo, con una mezcla de clásicos sufridores y curiosos que pasaban por allí sin nada mejor que hacer. Durante 90 minutos la atención se desvió de las sevillanas y el ambiente festivo para centrarse en el sufrimiento de los cordobesistas que se agolpaban delante de aquella pantalla esperando acumular excusas para seguir la celebración en el recinto ferial.

 

Y a punto estuvieron de conseguirlo. Sólo diez segundos faltaron para que la fiesta fuera completa y la despedida de la feria para muchos cordobeses coincidiera con la bienvenida al play off. No pudo ser y la desolación se adueñó del gentío acumulado frente a la pantalla gigante, que poco a poco se desperdigó entre el mar de lonas. La Feria, por una noche, fue menos Feria para algunos, aunque en su interior aguardan la esperanza de retomar la fiesta dentro de una semana. 

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