Con las aptitudes de antaño

Córdoba | girona · frente a frente90 minutos jugados 511 goles 00 tarjetas 01 fueras de juego 0

El madrileño resultó una pieza indispensable en el esquema blanquiverde gracias a su tanto · El ariete catalán apenas intimidó a Navas y terminó siendo sustituido

Antonio Del Castillo / Córdoba

28 de septiembre 2008 - 05:02

Uno regresaba a El Arcángel dos años después de su agria despedida. El otro volvía al equipo titular cordobesista. Arnal Llibert y Asen vivieron ayer el duelo de una manera diferente, a pesar de compartir la misma parcela sobre el terreno de juego. Al final, el segundo ganó la partida y resultó una pieza clave para José González, colaborando en la segunda victoria consecutiva del Córdoba.

Las miradas ayer se centraban en los dorsales 24 y 11, es decir, las referencias en la vanguardia de ambas escuadras, en las labores de enganche entre el centro del campo y la punta de lanza, representada por Gastón Casas y Gabri. El peso del gerundense en su equipo es tal que en El Arcángel saltó como capitán -precisamente se las tuvo que ver con el otro abanderado, el italiano Pierini-. En el minuto 9, el delantero catalán se llevó las manos a la cabeza -mala señal, o buena, según se mire- pues su cabezazo, tras un saque de esquina, se fue desviado por unos pocos centímetros.

Por su parte, en los primeros 20 minutos Asen, estrenando look -con el cabello algo más corto que de costumbre-, apenas entró en juego en un par de ocasiones. El mediapunta acabó contagiándose del juego espeso y sin profundidad desplegado por el resto de sus compañeros. El cordobesista intentó un disparo lejano desde la frontal en el 25', pero Matamala estuvo muy atento para abortar la acción.

Un minuto más tarde su intervención llevó el ¡uy! a la grada. El testarazo de Pierini fue desviado por el madrileño, quien a punto estuvo de desnivelar el tanteo. Tanto él como el equipo comenzaban a dar muestras de reacción.

Mientras tanto, la presencia de Arnal comenzaba a diluirse. Ya no se le veía por las inmediaciones de Raúl Navas y sí en labores de destrucción. El colegiado le perdonó la amonestación tras zancadillear a Ito. Aunque su mente seguía puesta en la meta rival. Así, en la recta final del primer acto, se zafó de un zaguero y remató mansamente a las manos de Navas.

El partido, demasiado gris, no favorecía a las aptitudes de ambos. La pitada del público al descanso era una señal inequívoca de que el juego no convencía al respetable.

Tras el intermedio, el primer aviso, al igual que ocurriese en los primeros 45 minutos, lo protagonizó Arnal, pero la zaga blanquiverde echó por tierra sus opciones cuando ya pisaba el área de castigo. Agné necesitaba algo más de mordiente atacante e introdujo un puñado de centímetros más sobre el tapete verde. Jito sustituyó al ex cordobesista. Su paso por El Arcángel apenas dejó destalles de calidad reseñables. Rangel se hizo con el brazalete de capitán.

Fue entonces Asen quien acumuló más atención. En el minuto 56, el ariete fue derribado en el interior del área cuando se disponía a rematar. Lesma López no observó nada punible, desatando la ira en forma de cánticos de la afición. Pero el artillero quería el protagonismo, y no precisamente por una jugada polémica. En la siguiente acometida local, fue el más listo en el interior del área, adelantándose a la retaguardia catalana para cazar de cabeza una falta de Cristian Álvarez y establecer el 1-0. El cancerbero Ponzo tan sólo pudo ser un espectador de excepción. El esfuerzo tenía la merecida recompensa.

En el ecuador de la segunda parte, el goleador adelantó su posición, ocupando la plaza de Gastón Casas. Javi Flores se hizo cargo de la mediapunta y consiguió eclipsarle minutos más tarde al lograr el segundo y definitivo tanto.

La entrega acabó pasando factura a Asen, pues en los instantes finales del litigio se le vio cojeando, aquejado de algunas molestias en su pie, aunque su casta salió a relucir una vez más y se recuperó sin mayores problemas. Extenuado, encaró el túnel de vestuarios ante la ovación de la parroquia cordobesista, consciente de que volvía a recordar al jugador que ganó el galardón de pichichi de Segunda B antes de recalar en la ciudad califal.

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