Copa del rey

Pepe Díaz lo hace real (1-0)

  • Un gol del delantero de Almodóvar en el último suspiro multiplica las opciones blanquiverdes de continuar en la Copa del Rey. Los de Paco Jémez neutralizan el juego de un rival sin cohesión.

Seguro que Heliópolis será un infierno, pero habrá que ver quién termina ardiendo en él. El Córdoba, de momento, acude con alas. Se las proporcionó Pepe Díaz, uno de esos héroes locales que suben y bajan de los altares según sople el viento de los goles. Ayer hizo uno del mejor modo que uno puede soñar en una competición como la Copa del Rey, en la que todo cobra una trascendencia especial. El de Almodóvar, que salió al campo por Patiño con poco menos de un cuarto de hora por delante, llevó al delirio a El Arcángel con un tanto cuyo valor puede ser incalculable. Cazó en el aire, en un complejo escorzo y hostigado por los centrales, un servicio impecable de José Manuel Fernández, otro producto autóctono, una perla cultivada en los patatales de la ciudad deportiva. Su cabezazo cruzado dejó seco a Fabricio, que se estiró todo lo que pudo sin llegar a tocar una pelota que se alojó al lado del palo mientras el estruendo ronco de los seguidores retumbaba por toda la ribera del Guadalquivir. Gol del Córdoba. Al Betis. No es éste un bocado cualquiera. Se trata de alimento para el sueño blanquiverde de seguir adelante en el torneo copero, con la esperanza de cruzarse con alguno de esos adversarios -Madrid o Barça, obviamente- que le otorguen notoriedad en los medios y unos buenos ingresos en las arcas. Esto no ha terminado, pero ha empezado bien.

El Córdoba irá al Benito Villamarín con la ventaja de un gol y fundadas esperanzas de culminar al trabajo ante un Betis que, al margen de sus cualidades futbolísticas, sigue manteniendo un peculiar idilio con el infortunio. Los de Pepe Mel llegaron con la pretensión de llevarse un resultado tranquilizante para la vuelta. No se pusieron el cuchillo en los dientes para terminar la película -se supone que lo harán el día 21- y durante varias fases del partido sestearon de mala manera. Se llevaron los verdiblancos un desenlace inesperado y dañino: una derrota en el descuento, sin tiempo para la réplica e incluso padeciendo un susto más en las botas de Pepe Díaz, que tuvo un final desatado. El Córdoba no hizo más grande la herida y el Betis sigue vivo, como la eliminatoria. Todo se decidirá en Sevilla, pero ahora manda el Córdoba.

Distinta competición, idéntico estilo. Fiel a su ideario, el Córdoba compareció con la explosividad habitual en sus partidos caseros. Con un once retocado, pero bastante más compacto que el bético, el conjunto de Paco Jémez no dejó pasar ni un minuto para exponer sus intenciones y elevar la temperatura sentimental de un graderío expectante. El Betis le concedió la primera oportunidad. Ustaritz estuvo demasiado parsimonioso y permitió que Charles le rebañara la pelota de los pies. El central vasco se quedó pasmado y el brasileño encaró a Fabricio, que despejó su disparo raso. Al lado estaba Patiño, pero el punta de Belem no se percató de su presencia. Iba cegado hacia el gol, más encendido que nunca. No había pasado ni medio minuto desde el pitido inicial.

La fogosidad del Córdoba contrastaba con el intento bético de dar al pleito un tono más modoso. Cañas y Matilla se afanaban en el mediocampo por serenar la cuestión y discutir a los locales la posesión del balón. Pero los de Paco llevaban el acelerador pisado. Gaspar y Tena tuvieron que andar finos en los balones a la espalda que iban a Santacruz y Jorge Molina, demasiado estáticos. Las incursiones de Juanma generaron algo más de peligro, pero no encontró socios para finalizar. El Córdoba estaba más engrasado. Patiño tuvo la gran ocasión pasada la media hora de juego. Borja García le envió un centro medido y el delantero madrileño se elevó para lanzar un cabezazo picado que se fue junto al palo. El Córdoba hizo más y mejor en el primer tiempo, pero el Betis salvó el pellejo en el intermedio.

Quizá temiendo otra irrupción eléctrica del Córdoba, el Betis se adelantó y ofreció lo más intenso de su fútbol en el inicio de la segunda parte. Jorge Molina la tuvo ante Arias y, en la misma acción, Tena despejó de cabeza bajo los palos un trallazo de Cañas. El pulso se endureció. Hubo interrupciones, entradas bruscas, marrullerías y sesiones de arte dramático. Los cambios dieron un aire alocado a un duelo que embocó su tramo final como una ruleta rusa. Podía ocurrir cualquier cosa. Y en éstas que salió Pepe Díaz, que se encuentra en su salsa cuando los partidos pierden los patrones y salen a relucir las entrañas. Díaz, el que nunca se rinde, despejó a machetazos el camino de un sueño que se resiste a morir. El Córdoba entrará al Villamarín con la cabeza alta, sin miedo ni complejos. Va ser para verlo.

Árbitro: Delgado Ferreiro (vasco). Manejó el partido con solvencia, aplicando bien la ley de la ventaja y sin dejarse llevar por la presión ambiental. Por eso se ahorró la segunda amarilla a los defensas béticos Antonio Amaya y Tosic en los minuto 63 y 75, respectivamente. En el 72' detuvo el juego para que fuera asistido Fabricio, golpeado por un objeto lanzado desde el Fondo Norte. La RFEF anunció ayer que el también vasco Iturralde González dirigirá el partido de vuelta.

Tarjetas: Amarillas Antonio Amaya (10'), Tosic (24'), Ustaritz (38'), Cañas (81') y Fernández (85').

Gol 1-0 (89') Pepe Díaz. Fernández centra desde la derecha y Pepe Díaz se anticipa en el primer palo y conecta un cabezazo cruzado que toca en el poste antes de entrar.

Incidencias: Partido correspondiente a la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en El Arcángel ante 7.300 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Milagros Povedano, madre de un empleado del Córdoba.

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