Lugo-córdoba

Mamá, quiero ser artista (1-2)

  • Dos golazos de Xisco y Pineda firman la remontada de un Córdoba que ya colidera la tabla tras una serie de cinco partidos invicto. Salvo 20 minutos, el equipo tuvo el control con y sin posesión.

Dicen los actores que hacer reír es lo más difícil que hay en el mundo de la interpretación. Ni drama, ni terror, ni musical... Sacar una sonrisa al respetable no es tan cómodo como quien no se ha subido nunca a unas tablas o se ha puesto delante de una cámara pudiera pensar. No basta con soltar cuatro pamplinas y esperar la risa fácil, por mucho que el género de la comedia suela vivir infravalorado por la crítica. Todo tiene que estar guionizado a la perfección, bien para no caer en el absurdo, bien para huir en la soez. Tan importante es el papel de director, como el del guionista o de los protagonistas, pasando también por el que pone el maquillaje o conduce la cámara. Cuando todo eso funciona cual reloj suizo, los rostros se iluminan solos, la boca se pone floja y hay lugar para ese desternillante momento que otorga hasta años de vida. Esa idílica imagen es la que ayer todo el que quiera un poquito al Córdoba regaló a los que tenía a su lado allá donde estuviera desgastando el puente.

Porque el equipo que poco a poco está diseñando Oltra, sumó su segunda victoria de la temporada a domicilio, que alarga a cinco las jornadas sin perder -13 puntos de 15 es la serie abierta- y permite alcanzar a Osasuna en el liderato de la clasificación. Esta vez, al buen trabajo colectivo en un campo que vivía inmaculado hasta la fecha, se unieron un mejor trato con la pelota que permitió tener bajo control el partido a excepción de apenas 20 minutos y, para poner la guinda, los dos golazos de Xisco y Paul Pineda que obraron la remontada. La cosa pinta de dulce y, aunque son sólo ocho jornadas, mejor ver a todos del hombro para abajo que tener que coger los prismáticos para ver quién dirige la función.

La visita a Lugo era idónea para comprobar de qué pasta está hecho este Córdoba. La ausencia de tres titulares habituales, un campo maldito, un rival que quiere el balón y manda en su casa, esas rachas que amenazan con romperse... Pues tras la batalla, el cuadro de Oltra salió reforzado a más no poder. Porque los blanquiverdes dieron el ansiado paso al frente con la posesión, sobre todo en la segunda mitad, y firmaron un partido defensivamente en la línea de los últimos. Eso sí, con dos lunares importantes en la zona de Stankevicius en el acoso final gallego y la parte cubierta por un Rafa Gálvez al que le vino demasiado grande actuar de cierre. En ambos casos, un excelso Deivid, bien secundado en varias ocasiones por Luso, evitó sustos mayores y dio la solvencia necesaria para que el equipo fuera creciendo y creyendo poco a poco en sus posibilidades. Algo a lo que ayudó también el momento de los goles: el primero de Xisco, de una factura perfecta, para cerrar la crisis que había generado el 1-0; y el definitivo 1-2 de Pineda, también de inmaculada ejecución, cuando más apretaban los locales. Efectividad y eficiencia prácticamente plenas y mono de trabajo para defender la valiosa renta, con la confianza de quien ve que todo lo que toca le sale a pedir de boca.

Con hasta cuatro caras nuevas en el once, las tres esperadas por las bajas de Razak, Rodas y Florin, y la aparición de Fidel, el Córdoba empezó tocando en campo propio para frenar el esperado acoso local de salida. Incluso Pedro Ríos y Xisco asustaron en dos acciones a balón parado a José Juan, que salió airoso. Pero pronto el dominio del balón iba a pasar al Lugo, que con la incorporación de sus laterales y continuos centros desde los costados creó algo de inquietud. Falcón no es muy de abandonar los palos y la zaga tuvo que multiplicarse para evitar que el larguirucho Caballero cazara alguna. Pero al final, el atacante pilló la espalda a Gálvez e hizo el 1-0 no sin ayudarse de la mano. Tan claro el fallo como la infracción, aunque la voluntariedad ya está más en entredicho y de ahí el posible acierto arbitral. Después de 392 minutos -en Liga, porque contando Copa la marca queda en 432-, la portería del Córdoba volvía a ser perforada, y lo hacía por un Lugo que ponía fin a su sequía de 324' a cero. ¿Recuerdan lo de las rachas?

El gol dejó tocado al Córdoba, que pasó a no estar cómodo con la pelota. El equipo perdió por un momento el control y el sitio en el partido y Sergio Marcos casi lo aprovecha para hacer el segundo. Por suerte, fue un lapsus momentáneo, entre otras cosas porque tras un primer susto en una contra eternamente conducida por Raúl de Tomás -¡toca antes!-, la clase de Markovic y la capacidad de desequilibrio de Xisco bastaron para firmar las tablas. El Anxo Carro sufría así el primer tanto visitante en todo el curso, al tiempo que dejaba de disfrutar con los suyos, que ya no encontraban tanto espacios por los que hacer daño. Sólo un par de tiros de media distancia de David López y Campillo a los que respondió Falcón fue el bagaje antes del intermedio.

Fue entonces cuando apareció la mejor versión del Córdoba. Esperó a que el Lugo diera un susto por medio de Sergio Marcos y, tras una fase de continuas imprecisiones en la medular, pasó a controlar a su antojo la situación. Las apariciones entre líneas de Xisco favorecían las llegadas en segunda línea de Markovic, que probó a José Juan con un par de tiros desde la frontal. El equipo de Oltra pasó a jugar un puntito más arriba, mejoró la presión y comenzó a hacer más cosas con la pelota en los pies.

La situación estaba controlada, el conjunto gallego dejó de estar cómodo. Faltaba sólo una chispa más de velocidad en las transiciones, más mordiente arriba para hacer daño real a los lucenses. Lo buscó entonces Oltra con la entrada de Pineda, al tiempo que poco después refrescaba la banda con Nando. Ya empezaba a mirar más para arriba que para abajo, pues el Lugo encontró una autopista en la banda de un cansado Stankevicius al que los encuentros se le hacen eternos. Campillo hizo una autopista del costado y lo probó con un disparo que no encontró la escuadra antes de dejar su sitio a Ferreiro. La idea de Milla era matar al lituano, pero lo que se encontró fue un golazo de Pineda tras una buena acción con Pedro Ríos. Quedaban diez minutos más el alargue, pero el Córdoba apenas si sufrió con los envíos laterales. Tuvo presencia ofensiva gracias a que quiso el balón, y terminó ganando con autoridad, enseñando esa sonrisa que sólo los buenos artistas logran mostrar en lo alto de las tablas.

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