Hermanados en el lío
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La situación de incertidumbre institucional que vive el CCF tras los frustrados intentos de venta es algo habitual en Jerez · Los azulinos llevan un lustro de vaivenes, pero en ese tiempo han estado en Primera
La rocambolesca situación institucional que atraviesa el Córdoba en los últimos meses, con los inconclusos intentos de venta por parte del máximo accionista y el nuevo paso al frente dado por Prasa para aliviar las arcas del club han llenado de incertidumbre al cordobesismo. Pero ese nerviosismo no es más que el reflejo del fútbol actual, donde lo normal ya no es tener las cuentas saneadas y disfrutar de una paz social más allá de lo que dicten los resultados. Eso es lo anormal hoy en día. Basta con mirar hacia Jerez de la Frontera, próxima parada liguera del CCF, para darse cuenta de que, como bien ha apuntado alguna que otra vez José Miguel Salinas, las transacciones se alargan más de la cuenta y dan argumentos para escribir más de un culebrón venezolano. En la ciudad gaditana llevan más de un lustro de mercadeo continuo y todavía hoy pocos saben bien quién es el propietario de la entidad.
La otra historia de ambos clubes empezó a escribirse a finales de la década de los 90. Por aquel entonces, Rafael Gómez pegó su primera espantá y dejó al CCF con lo puesto, en manos de una gestora liderada por el ya ex consejero Paco Rojas y el presidente de la Federación Cordobesa de Fútbol, José Santiago Murillo, entre otros. Fue una etapa difícil, en el pozo de la Segunda B y con jugadores de un caché elevado que cogieron las maletas al final de ese curso. La entidad convocó elecciones para cambiar de dirección y Manolo Oviedo -hoy otra vez en el candelero por su relación con Víctor de Aldama-, único candidato, se convirtió en presidente. Un presidente histórico, pues esa campaña 99-00 llegó el ansiado retorno a Segunda con un equipo que llegó a encerrarse en El Arcángel por los impagos de sus nóminas.
El caramelo de vivir más cerca de la elite atrajo a Córdoba a un cañetero afincado en Valencia, Manuel Palma Marín, que pasó a ser propietario a coste cero y dio los pasos necesarios para convertir el club en Sociedad Anónima Deportiva. Una nueva realidad de la que él no participó dada su mala relación con la afición. Esto dio origen al famoso triunvirato formado por Gómez, Ángel Marín y José Romero. Tras la primera fase de cordialidad -la presidencia era rotatoria-, las salidas de los dos primeros dejaron a Prasa en solitario al frente de la entidad, una situación que ahora mantiene a duras penas hasta que se certifique cualquier transacción.
En el Xerez, las cosas no han ido mejor en el plano extradeportivo en los últimos años. Desde la salida del Ayuntamiento como propietario, harto de la ruina económica de estar en Segunda B, y la llegada de Luis Oliver a finales de los 90, también por una transacción simbólica a precio cero, el mercadeo en Chapín ha sido continuo. Nada más lograr el ascenso a Segunda, Oliver, que nunca gozó de la simpatía de la grada, vendió su paquete accionarial a José María Gil Silgado. Era la temporada 01-02 y el cuadro azulino marchaba como un tiro hacia la máxima categoría de la mano del alemán Schuster. Pero fue cerrarse la operación y el Deportivo empezó a desinflarse hasta quedarse lejos de los tres billetes hacia la elite.
Pero no fue esa época la más divertida para los seguidores xerecistas. Lo mejor quedaba por venir. En el curso 04-05, con el grupo asentado ya en la división de plata, apareció en escena Joaquín Morales, el que hoy no se sabe a ciencia cierta si sigue siendo el propietario o no del club. El empresario se hizo con las riendas y con él empezó el gran vodevil. Sus problemas judiciales le llevaron a ceder la presidencia a Joaquín Bilbao -fue uno más de los que pasó por el sillón presidencial, junto al ex futbolista Carlos Osma-, que tampoco salió nada bien parado de su etapa como rector y hasta llegó a ser agredido.
Estaba claro que a Morales no lo querían por Chapín y, con una deuda creciente, tomó la decisión de poner el Xerez en venta. Casualidad o no, no logró colocarlo hasta iniciada ya la campaña 2009-10, lo que le permitió tener el honor de participar desde dentro del ascenso a Primera. La delicatessen de estar entre los 20 mejores equipos de España llamó la atención del argentino Federico Souza, hoy también presunto propietario de las acciones. De su mano -y de la del Pipo Gorosito-, el Deportivo estuvo a punto de obrar el milagro de la salvación gracias a una segunda vuelta fantástica en la que, curiosamente, poco o nada tuvieron que ver los dos grandes fichajes invernales realizados por la dirección deportiva. Unas incorporaciones, millonarias, que llegaron con el club ya inmerso en el concurso de acreedores -su entrada en la Ley Concursal se produjo en noviembre de 2009- que al no servir para atar la permanencia en la máxima categoría propiciaron el adiós del empresario suramericano.
A pesar de estos historiales, en Córdoba y Jerez no reina hoy la tranquilidad. Ambos clubes tienen colgado el cartel de se vende. Tras los lejanos -de finales de 2008- intentos del Grupo Prasa por colocar su paquete accionarial a un grupo norteamericano y la primera irrupción del propio De Aldama, la situación se recrudeció en las últimas fechas. El próximo martes se cumplirán dos meses justos desde el primer anuncio de venta del club -lo hizo el presidente Salinas en la sede de la propiedad- a los inversores italianos liderados por Alessandro Gaucci, el mismo que ya se interesó por el Xerez y negoció con el mismísimo Morales. En el caso del CCF, no cuajó al salir a la palestra el nombre de Nino Pulvirenti, dueño del Catania; en Jerez, por tres cuartos de lo mismo: la falta de dinero.
Si no falta, al menos retraso es lo que está posponiendo hasta quien sabe cuándo el desembarco -también anunciado en rueda de prensa oficial en la sede de Prasa- de Víctor de Aldama. El pasado sábado se cumplió un mes de la firma de las escrituras ante notario y en todo este tiempo lo más que se ha conocido es que Isidro Romero Carbo ya no es su inversor. Así, a Prasa no le ha quedado más remedio que volver a ponerse al frente de la nave y equilibrar el patrimonio institucional con sus propios activos. Todo a la espera de que De Aldama cumpla con lo pactado y aparezca con los tres millones de euros pactados para el primer pago, o surjan nuevas opciones de venta. Ahí aparecen los manidos grupos árabes -y hasta norteamericanos- que también parecen mirar hacia Jerez. Y es que nunca un vodevil tuvo tantos y tan diversos actores y escenarios. El próximo, con el balón ya como protagonista, será el sábado en Chapín. En ese capítulo, ni el CCF ni el Xerez querrán hacer el primo.
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