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Explosión de sabores

  • El CCF prolonga su línea creciente robando el primer punto de La Romareda con una lección de saber estar Los blanquiverdes, mejores hasta el intermedio, se agarraron luego a Pawel

Como si se tratara de uno de esos platos que pueblan las cartas de los restaurantes de nouvelle cuisine que cada día proliferan más, el empate arrancado por el Córdoba fue una explosión de sabores. Tuvo un punto agrio por el control de la situación que demostró el conjunto blanquiverde durante el primer periodo. Otro dulce porque tras el descanso fue el Zaragoza el que atacó más y mejor. Su pizquita de salado al convertirse en el primer visitante en salir con botín de La Romareda, con una lección de carácter ante un igual. Y otro tanto de ácido por ese despiste defensivo en una acción a pelota parada que cortó la racha de imbatibilidad de Pawel en 297 minutos. Una anécdota dentro de un partido con dos caras bien diferentes: una primera hasta el descanso en el que el 1-1 fraguado en dos balones parados fue demasiado premio para los maños, y una segunda en la que el cancerbero polaco se convirtió en el héroe cordobesista con cuatro paradones en apenas un par de minutos que demostraron la entereza y el crecimiento de un equipo que se asegura seguir una semana más dentro de la zona de play off.

Apartando la diferenciación que hasta ahora venía haciendo para los partidos de casa y a domicilio, Oltra repitió once, con Caballero junto a Luso en la medular. El mensaje era toda una declaración de intenciones: el Córdoba quería ser valiente ante un rival que presumía de un pleno de puntos como local. Y precisamente por ahí apareció el primer matiz importante, pues los blanquiverdes variaron su habitual plan y, conscientes del gusto de Luis Milla por salir jugando desde atrás, adelantaron hasta casi el área contraria su línea de presión. No salió nada mal el planteamiento, pues los maños encontraron dificultades, empezaron a incomodarse y la afición, exigente, no tardó en torpedear el propio juego de los suyos. Todo tras las primeras apariciones visitantes por el área de Irureta: un robo y combinación en tres toques con pase final de Alfaro que Rodri no supo remachar en la boca de gol, y otra jugada al límite del fuera de juego del delantero soriano con una pifia en el remate final desde la frontal.

Ante un examen de tal envergadura, ver cómo lo estaba encarando el Córdoba fue todo un subidón. Cómodo atrás, apenas inquieto por la movilidad de un Ángel que apareció por la izquierda para no encontrar la finalización de Juan Muñoz, la presencia de Caballero y la movilidad y constantes apariciones de los hombres de arriba permitían posesiones largas a las que les faltaba un puntito de maldad cerca del área. Un descaro que la juventud de Guille Donoso le permitió lucir al paso por el minuto 20 y aprovechando la autopista que la tendencia de Ángel y Javi Ros a ir al centro dejaba por su costado; el autopase del asturiano terminó en un más que discutido penalti de Casado, que pareció no tocarlo. Pérez Pallas no se lo pensó y Rodri puso el 0-1 en el marcador para enervar más aún si cabe a la parroquia blanquilla y hacer justicia a la mejor puesta en escena cordobesista. Ahora tocaba ver cómo se reengancharía al partido el Zaragoza y cómo defendería su ventaja el CCF. Algo que encontró rápida respuesta con la primera aparición a pelota parada de Manu Lanzarote, ejecutor de un saque de esquina que Cabrera llevó a la red aprovechando un despiste de la defensa.

Con todo como al principio y la afición apretando de lo lindo al árbitro y los suyos, el partido entró en una fase de mayor equilibrio, aunque siempre con la sensación de que el Córdoba lo tenía cómo y dónde quería. Porque atrás no sufría, más bien lucía solvencia, y la presión alta daba sus frutos. Tanto que Juli casi aprovecha una mala entrega atrás de Marcelo Silva, pero se quedó sin ángulo en su carrera ya dentro del área. Fue prácticamente la última antes del intermedio, que supuso un cambio de decorado en el encuentro, pues como cabía esperar el Zaragoza, con más mordiente por la banda derecha con la presencia de un Fran que liberaba espacios para Lanzarote, dio un paso al frente y pasó a dominar el balón y la situación, casi a partes iguales.

Pero entonces fue cuando hizo acto de presencia el carácter competitivo que este Córdoba ha ido ganando con el paso de las jornadas. Sabiendo que ahora tocaba defender más que atacar, el grupo se fundió como el acero y apretó los dientes para aguantar el chaparrón maño. Y ahí apareció Pawel en plan salvador para mantener en pie a su equipo con cuatro paradas en el intervalo de un par de minutos a cual mejor: dos manoplas a remates a quemarropa de Juan Muñoz y Lanzarote en el área chica, un despeje al lateral a otro latigazo del interior y una última estirada abajo a zurdazo lejano de Ángel. Cuatro intervenciones con las que el Zaragoza prácticamente dijo su última palabra en el partido, a pesar de que quedaba el último tercio. Porque Oltra enfrió la cosa con la entrada de Edu Ramos y Bergdich, y el cansancio local fue haciendo el resto. Así, con los únicos argumentos de Ángel y Lanzarote, el CCF supo jugar mejor esa fase determinante del choque, en la que apareció para inquietar a Irureta con dos disparos de Rodri y Alfaro, aunque sin capacidad para mover el 1-1. Un empate de enorme valor por el rival y el escenario que prolonga la fase de crecimiento de un equipo que vivió una explosión de sabores a su paso por La Romareda.

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