Curro Arcos, el vecino de Cabra que atraviesa España a pie por una buena causa

Atletismo

A sus 57 años, este egabrense completa este domingo un reto que lo ha llevado a correr 21 maratones en 21 días consecutivos para recaudar dinero en favor de los niños con necesidades especiales de su municipio

Curro Arcos, en una de las etapas iniciales de su travesía.
Curro Arcos, en una de las etapas iniciales de su travesía.

La historia de Francisco Arcos Serrano es la de un hombre bueno. Este vecino de Cabra, a sus 57 años, ha encontrado en el deporte el vehículo perfecto para ayudar a los niños con necesidades especiales de su municipio. Para conseguirlo, Curro -como lo conocen sus vecinos- se planteó el reto de cruzar España de Norte a Sur en 21 etapas consecutivas que le han llevado a completar unos 900 kilómetros, el equivalente a 21 extenuantes maratones que culminan este domingo con su entrada de vuelta en Cabra. Allí, familiares y amigos le esperan para el fin de fiesta de un reto que ha revolucionado la localidad, provocando una ola de solidaridad sin precedentes que redundará en el bienestar de los que más lo necesitan. Un anhelo cumplido para un hombre sencillo empeñado en dejar un legado.

Después de una vida dura, la de un obrero y agricultor que ha trabajado desde una tierna edad, Curro Arcos encontró en el deporte un catalizador para dar a su vida un giro de 180 grados. El punto de inflexión fue un importante problema de salud, causado por años y años de duro trabajo, que le llevó a abrazar el atletismo como un nuevo modo de vida. "Yo estoy operado de la espalda dos veces. He trabajado desde que tengo 12 años y tenía seis hernias discales. La primera operación se estropeó y me tuvieron que poner seis tornillos, cuatro chapas y dos injertos de hueso en la espalda en una segunda", cuenta Curro tras llegar a Carboneros (Jaén), desde donde atiende a el Día tras completar la decimoctava etapa de su titánico reto.

Esos problemas de espalda le obligaron a abandonar la construcción y el mundo laboral en general, pero también generaron unos hábitos de vida que pronto quiso desterrar: "Yo no hacía deporte, me movía poco y me metí en 97 kilos, además de fumar mucho. Entonces, decidí hacer la subida a la Sierra, lo hablé con mi cirujano y me lo aconsejó para fortalecer la espalda". Ahí empezó un fructífero idilio con el atletismo que ha llevado a este egabrense a convertirse en un atleta popular habitual en todas las pruebas de fondo y ultrafondo.

"Tengo unos 80 trofeos en la categoría de discapacitado a pie. Así que además de tener unos buenos hábitos por el deporte, tenía el gusanillo de subir al podio", presume orgulloso Curro, que sin embargo pronto quiso dar un paso más allá: "Como ya había hecho casi todo, pensé en que tenía que hacer algo por la sociedad y de ahí salió esto".

Y esto, como él dice, no es ni más ni menos que un proyecto humilde que ha terminado involucrando a todo el pueblo de Cabra. Con la idea en mente de ayudar a los niños, por los que siente pasión desde que es abuelo, y recordando sus años de trabajo en Francia, Curro se propuso cruzar España de Norte a Sur partiendo desde la estación de trenes de Hendaya hasta regresar a Cabra. Un viaje que hace más de 50 años, su padre y muchos inmigrantes egabrenses hacían para ganarse la vida y con el que también quería homenajearlos.

Curro, en pleno camino hacia su meta, regresar a Cabra desde Hendaya a pie.
Curro, en pleno camino hacia su meta, regresar a Cabra desde Hendaya a pie.

El reto, claro está, tenía un importante trasfondo solidario total y para ello Curro no dudó en destinar todos los fondos que pudiera recaudar a los niños con necesidades especiales de Cabra. En especial, a un pequeño que le toca muy cerca como es Izan, amigo de uno de sus nietos. "Izan es un niño que es compañero de mi nieto desde la guardería. Sobre los cuatro o cinco añitos, a raíz de un brote de meningitis le tuvieron que hacer una doble amputación de pies y manos. Es un niño con el que tenemos mucha relación. Las prótesis le duran unos años pero tiene que renovarlas y necesita mucho dinero porque es un gasto tremendo", cuenta emocionado Curro.

Pero ahí no se iba a quedar su empeño en involucrar a sus vecinos en la ayuda de los niños del pueblo. Curro quería llegar a más. "Ahí fue cuando hablamos con la Asociación Borrando Diferencias", cuenta. Este colectivo, que trabaja para paliar las necesidades de los niños con necesidades especiales, ha sido también parte importante del desarrollo del proyecto Corriendo por los niños.

Un reto al que él pone cara y por el que se ha cruzado España entera en 21 días a pie. Lo ha hecho solo, para minimizar los gastos y exprimir los beneficios para la causa, aunque acompañado en la distancia en todo momento por quienes han sido sus "ojos" en este apasionante viaje. "Aunque yo corro solo, desde Cabra toda la coordinación la lleva José Valverde (Jony) y su mujer Luisa. Desde que empiezo cada etapa a las cuatro de la mañana, Jony ya está delante del ordenador. La logística era complicada porque había que partir las distancias en base a los hoteles y los pueblos a los que hemos ido llegando y ellos se han encargado de todo", explica Curro.

En su largo transitar, de tres semanas sin descanso con jornadas extenuantes de una media superior a los 40 kilómetros al día, Curro ha tenido mucho tiempo para la reflexión, pero reconoce que el reto le ha llevado al límite de su aguante físico y psicológico. "He tenido un ataque de pánico y ansiedad. Los tendones se me han inflamado hasta tres veces y las dos primeras el tratamiento del fisioterapeuta y del podólogo me ha quitado el dolor, pero ya después era imposible. A partir de la primera semana ya te duele todo el cuerpo en todo momento, pero esto es también muy psicológico. El dolor lo puedes controlar, pero cuando se te inflama el pie, es complicado porque solo vale parar de vez en cuando", explica. Los vídeos que día a día comparte a través de Facebook contando su jornada, y los ánimos de sus vecinos, han sido la terapia para paliar ese intenso dolor.

El ánimo de Curro Arcos mejoró al cruzar Despeñaperros. Entrar en territorio andaluz le hacía atisbar el final de su camino, que llegará este domingo con su entrada en Cabra, donde cientos de vecinos le rendirán un merecido tributo por el ejemplo que su reto representa. Una paella para más de 500 personas y el cariño de todos aquellos que se han volcado adquiriendo dorsales solidarios y haciendo aportaciones económicas a la causa le esperan al final del viaje de su vida. Una meta que este vecino de Cabra alcanzará con un anhelo en mente: "Estar con mis nietos; me quedan unos días de vacaciones cuando acabe y quiero aprovecharlo con ellos porque desde que nacieron no he estado tanto tiempo despegado de ellos".

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