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Argentina y Federer, cóctel explosivo

  • Tras su paso por Brasil, el suizo llega por vez primera a un país que lo idolatra

Roger Federer vivirá de asombro en asombro sus 90 horas de visita a Argentina, su primera vez en un país enloquecido por el tenis hasta extremos que el ex número uno del mundo difícilmente imagine. La interminable mancha de agua marrón que es el Río de la Plata fue su primer contacto con el país, el octavo más grande del planeta. Y apenas dejó el avión privado que lo trasladó desde Sao Paulo comenzó a agradecer no haber llevado en el viaje a su esposa, Mirka, y a sus dos hijas, porque en la visita no tendrá respiro.

"Vi personas llorando por verme", dijo Federer durante sus días en Sao Paulo. En Argentina también habrá emoción, y quizás más sorpresas porque el partido de mañana en Tigre, una zona de islas en el delta del Paraná, se convirtió en una cita obligada para todos los poderosos y famosos del país. El argentino Gastón Gaudio, campeón de Roland Garros en 2004, fantaseó hace dos años con jugar una exhibición con Federer en Buenos Aires, pero el privilegio será de Juan Martín del Potro.

El de mañana será un momento delicado para Del Potro, porque sus frecuentes negativas a jugar la Copa Davis le están granjeando la antipatía de los aficionados. Por otro lado, Federer es un ídolo en Argentina, en buena parte por sus méritos, pero también porque su archirrival, Rafael Nadal, tuvo durante años fuertes resistencias de muchos seguidores en el país. ¿Por qué? Porque hace ocho temporadas, cuando explotó en el primer plano del tenis, le quitó en cierto modo a Gaudio y a Coria, lo que los aficionados argentinos veían como propio y natural en ese momento: el dominio sobre tierra batida.

No hay país en el mundo donde el tenis tenga la exposición pública que tiene en Argentina. Primera plana de los periódicos con frecuencia, tema de primerísimo orden en los portales de internet, deporte de presencia permanente en la televisión: los argentinos consumen tenis como ninguna otra sociedad, aunque el fútbol sea la religión dominante. En Brasil visitó favelas, se vio con Pelé y probó frutas exóticas y afrodisiacas, combinación que Argentina no puede ofrecerle. Pero en el país del tango encontrará una pasión por el tenis superior a la de la tierra de la samba.

Años atrás Federer le pidió, con timidez, datos sobre Diego Maradona a su colega Mariano Zabaleta. El argentino le entregaría poco después una camiseta autografiada por el campeón mundial de México 86, y el suizo casi enloquece: quería enviarle a Maradona todo su raquetero completo como retribución. Tiempo después se encontraron en Londres, y aunque el diálogo no fue sencillo -Maradona no habla inglés, Federer no habla español-, la foto con el ex futbolista está entre las predilectas del helvético, que en su infancia debió decidir entre el fútbol y el tenis como profesión. Guillermo Vilas y José Luis Clerc, los dos grandes ídolos del tenis argentino en los 70 y 80, jugarán una exhibición como aperitivo al Federer-Del Potro. Ambos suelen jactarse de su amistad con Federer, un hombre que es invariablemente amable y tiene siempre tiempo y simpatía para las leyendas del pasado.

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