Fútbol femenino | Mundial

Una marea azul y roja inunda a Sídney

Acto para apoyar a las jugadoras españolas antes de la final del Mundial.

Acto para apoyar a las jugadoras españolas antes de la final del Mundial. / Pablo García | RFEF

Sídney amaneció de fiesta. Desde las primeras horas de este domingo, la ciudad más poblada de Australia se tiñó de azul y rojo y se rindió a la fiebre de fútbol a la que se vio sumergida en los últimos treinta días por el Mundial, que culmina esta noche con la final disputada entre España e Inglaterra.

Durante la soleada mañana, centenares de personas aprovechaban las vistas del paseo marítimo de la icónica Casa de la Ópera para hacerse fotos con la postal más disputada de Australia luciendo en primer plano sus banderas, camisetas, gorras y bufandas de apoyo a sus selecciones.

"Es un momento histórico, de esos que vives una vez en la vida y hay que mostrarles a esas jugadoras nuestro máximo apoyo", dijo a Efe Pablo García, quien decidió pasar vacaciones en Australia y acompañar la final mundialista.

La misma efervescencia contagiaba las afueras del Estadio Australia de Sídney, escenario de la última instancia de la gran fiesta del fútbol y en cuyas puertas miles de hinchas empezaban a aglomerarse desde dos horas antes del partido.

Con 75.800 entradas emitidas, un estadio con su aforo completo será testigo en primera persona de la historia escrita en tiempo real, en lo que supone la final con la segunda mayor audiencia jamás registrada -por detrás solamente de la final entre Estados Unidos y China en 1999, en territorio estadounidense (90.185 espectadores)-.

Una gran conmemoración se adueñó de los alrededores del recinto deportivo, donde australianos, españoles, británicos, brasileños, indios y un sinfín de nacionalidades compartían el ansia por el pitido inicial entre cánticos, gritos de apoyo y percusiones.

Con carteles "el mismo juego, la misma paga" o "disculpa Camilla, esta noche nosotras somos las reinas", un animado grupo de hinchas vestidos con plumas, pelucas y abanicos, hacía una fiesta española, al paso que algunos de los recién llegados se unían a los festejos.

"Esta Roja nos está dando doble satisfacción", dijo orgullosa Ana Dona, una malagueña que formaba parte de ese grupo ruidoso conformado por dos españoles más, una australiana y un saudita.

En el otro lado del estadio, Noemi Pastor gritaba y bailaba "Yo soy español, español", con su amiga brasileña al ritmo de una percusión improvisada.

"¡Vamos a ganar! Las chicas están súper concentradas" y "es nuestro partido y la estrella es nuestra", declaró a Efe.

Igualmente componían esta gran fiesta futbolística la pareja Saro Insa y Abel Hurtado, quien junto a sus hijos Matilde, Mateo y Mirna se vistieron con el uniforme español en respaldo a sus estrellas: mientras que Saro y Matilda se muestran encandiladas por Jenni Hermoso y Salma Paralluelo, Abel se decanta por Irene Paredes.

Y es que aunque muchos de los aficionados presentes en la final son residentes de Sídney, miles de otros lugares han cruzado medio mundo para celebrar esta noche.

Una de ellos es Carla Murillo, quien viajó desde California solo para acompañar desde la grada esta finalísima y sus ídolos.

"Estoy emocionada de ver a Alexia (Putellas) porque es mi jugadora preferida. Yo creo que va a ganar España", afirmó a Efe mientras lucía orgullosa la camiseta del Barça, con el once y el nombre de la doble Balón de Oro.

"Es que Inglaterra ganó a Australia", se quejó con Efe el pequeño Charlie, quien vino al estadio con su madre para demostrar el apoyo a España en la "revancha frente a las inglesas".

A una hora del arranque del último compromiso de Australia y Nueva Zelanda, Aitana Bonmatí, Alexia Putellas e Irene Paredes parecen ser las estrellas más cotizadas entre los hinchas, aunque una anotación de Salma Paralluelo es la principal apuesta para este encuentro.

"He venido a Sídney solo para ver a España en la final, ¡vamos España!", celebró a Efe Rasha, quien se desplazó desde Indonesia para asegurar su cupo en la final.

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