Las viejas costumbres

CÓRDOBA CF

Carrión recuperó el 4-2-3-1 que ya relanzó al equipo el pasado curso para lograr la segunda victoria seguida en casa y dejar por tercera ocasión la portería a cero

Carlos Caballero y Sergi Guardiola celebran en presencia de Carlos Caballero el 3-0 ante el Alcorcón.
Carlos Caballero y Sergi Guardiola celebran en presencia de Carlos Caballero el 3-0 ante el Alcorcón. / José Martínez

Córdoba/Conseguida la victoria, al fin y al cabo lo más importante el domingo ante el Alcorcón, el análisis de la misma conduce a viejas costumbres que el Córdoba había perdido últimamente y que, en algún caso, necesitaba recuperar de manera inmediata para no ver comprometido su futuro a corto-medio plazo en la competición. Luis Carrión, quizás el que más se jugaba, fue valiente en una alineación con hasta siete caras nuevas, un joven del filial en el discutido lateral izquierdo y un dibujo 4-2-3-1 que ya le dio notable rendimiento durante el pasado curso (a veces disfrazado de 4-3-3). Con esos argumentos primarios, el CCF pudo quebrar una racha de dos derrotas -sonrojantes cabría añadir- consecutivas en Liga, logró su segunda victoria consecutiva como local -con el paréntesis copero- y dejó la portería a cero por tercera vez desde que arrancó el curso hace poco menos de dos meses. Un cúmulo de argumentos, más o menos sólidos, para inyectarse confianza en vena para lo que viene.

Sin lanzar las campanas al vuelo, porque la actuación del Córdoba ante el Alcorcón tiene un amplio margen de mejora en todos los aspectos del juego, lo cierto es que la actitud ya de salida se mostró muy diferente a la de citas recientes. Con mayor posesión de balón, mayor ambición y un punto de intensidad superior al visto últimamente, el conjunto cordobesista se hizo acreedor desde muy pronto a un triunfo que necesitaba para salir de la zona de descenso, que se mantiene sólo un punto por debajo, aunque con algún rival más por medio haciendo de colchón. Fue un primer paso sobre el que cimentar el éxito, a lo que se sumó el buen planteamiento ante un rival que ya se sabía que iba a esperar sin volverse loco atacando, lo que explica algunas de las modificaciones del once.

Sin el sancionado Edu Ramos, el CCF salió sin mediocentro defensivo, con un doble pivote creativo para lanzar un frente ofensivo con dos extremos bien abiertos y un ataque con Sergi Guardiola de referente y Markovic como enganche. Y es que desde su desembarco en el primer equipo, y aún con más hincapié durante el pasado verano, Carrión ha dejado claro que su sistema base es con un único delantero. Por eso no le importó esta campaña volver a tener sólo dos en nómina, consciente entre otras cosas de la aportación que desde segunda línea puedan dar hombres como Alfaro, Jaime Romero o el propio volante serbio. Y a eso volvió tras verse forzado por la dinámica de resultados a jugar en tres jornadas consecutivas con sus dos nueves juntos de salida. Cuando se vio realmente entre la espada y la pared, el técnico recuperó el estilo con el que se siente más identificado. Y la jugada se puede decir que, al menos en el fondo, salió bien, si bien hay matices en el juego ofensivo sobre los que el preparador catalán deberá seguir insistiendo para ir puliendo errores de conceptos.

¿Y atrás? Quién defiende se preguntaron muchos en la previa. De salida, los laterales midieron con más mesura su cantada proyección ofensiva para ser mayor auxilio para una pareja de centrales más contundente, que ya había aparecido en la Copa en Lorca dejando alguna duda, formada por Caro y Joao Afonso. La idea era tener que mirar menos que de costumbre hacia el arco propio; el plan era tener el balón, mándar, apretar al rival y aprovechar su estilo conservador para jugar mucho en campo contrario, acumular ocasiones y en la medida de lo posible marcar primero. Porque empezar ganando, como así ocurrió, se ha convertido en sinónimo de éxito en lo que va de temporada, a excepción hecha del último compromiso copero ante el Tenerife.

Con Markovic por detrás de Guardiola para dibujar un 4-2-3-1 claro, el Córdoba ganó en equilibrio sin perder demasiada pegada. Es cierto que entre el atenazamiento y la precipitación por ver que el marcador no se movía, el equipo careció de fluidez mientras el resultado fue de empate, entre otras cosas porque el serbio no es precisamente un buen compañero de viaje a la hora de hilvanar jugadas entre líneas y la movilidad de los de arriba dejó a veces mucho que desear, lo que empujó de forma más continua de lo deseado a envíos a zona de nadie por parte de Caballero y Javi Lara. Al menos, las subidas más seleccionadas de los laterales provocaron un puñado de ocasiones de peligro real y, en general, ayudaron a que los balances defensivos fueran mucho más contundentes, cierto que ante un enemigo sin la más mínima voluntad de atacar que llegó a blindarse y terminó siendo escaldado.

El Córdoba sentenció en apenas ocho minutos, con tres goles en otras tantas llegadas clarísimas, y firmó de esta manera su tercera victoria en el campeonato. Todas en los partidos en los que empezó ganando, en cuyo balance goleador asciende a ocho tantos a favor y cero en contra. La clave está en cerrar el grifo atrás, parece claro. De ahí la prioridad en los minutos finales ante el Alcorcón de no encajar en lugar de hacer el cuarto, como pedía gran parte de la afición. Porque ese cero debe servir para dotar de autoestima y confianza a un grupo que ha venido derrumbándose con suma facilidad. Y esa es una de las viejas costumbres que sí hay que olvidar, desde el jueves en Lugo si es posible.

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