Infinity cumple cinco años en el Córdoba CF: del impulso inicial a las dudas del presente
Córdoba CF
El grupo inversor con capital de Bahréin alcanza un lustro en la entidad con el primer equipo de regreso al fútbol profesional y, por primera vez, habiéndose desprendido de un porcentaje llamativo de sus acciones
Javier Tebas se reúne con el propietario del Córdoba CF, Nasser bin Hamad, en Bahréin
Córdoba/Infinity cumple cinco años en el Córdoba CF. El grupo de inversión con sede en Bahréin alcanza un lustro en la entidad blanquiverde, a la que llegó en el peor momento de su historia para cambiar de manera brusca el devenir de un club abocado a la desaparición y que, desde entonces, ha tenido sus idas y venidas pero se encuentra de vuelta en el fútbol profesional. Cinco años después, apenas quedan en el Córdoba CF protagonistas de aquel primer desembarco de Infinity y el panorama es bien distinto. Del ilusionante impulso con el que llegó la propiedad poco queda, pues los fracasos deportivos y el déficit económico sostenido durante años han llevado a los inversores a una nueva estrategia, que ya quedó materializada con la venta en el pasado mes de junio de un porcentaje importante de las acciones del club a Park Bench, la firma nortemaricana que ha dibujado un escenario hasta ahora inédito en un club blanquiverde que cuenta ahora con dos focos de poder: Bahréin y el Reino Unido.
El 5 de diciembre de 2019, los entonces administradores judiciales del Córdoba CF comparecían ante los medios de comunicación en El Arcángel para comunicar un momento histórico en la entidad. Infinity tomaba el control del club cordobesista mediante la adquisición de la unidad productiva del Córdoba CF, en una operación pionera en el fútbol español y perfeccionada sobre la base de frustrados intentos anteriores para encontrar una rendija en la reglamentación de la Real Federación Española de Fútbol que permitió al fondo de inversión de Bahréin quedarse con los activos del club tras el pago de tres millones de euros, destinados a sufragar las deudas más urgentes que arrastraba la entidad, así como a la asunción de los pagos pendientes que quedaran dentro del perímetro de esa unidad productiva.
Aquel día, del que hoy se cumplen cinco años, el Córdoba CF cerró la etapa más oscura de su historia y quedó -por primera vez desde su creación- en manos de una propiedad extranjera. El equipo de gestión, sin embargo, tenía caras reconocidas. Con Javier González Calvo a la cabeza, tres cordobeses fueron la llave de entrada de Infinity en el club: Jesús Coca, Antonio y Miguel Gómez. Junto a ellos, y para encabezar la parte deportiva desde la dirección, aterrizó en El Arcángel el sevillano Adrián Fernández Romero, que trajo consigo a Miguel Valenzuela como el director deportivo de un proyecto que ya incluía a Juan Gutierrez Juanito como secretario técnico. El gaditano es, cinco años después, el único que sigue en la entidad tras un lustro convulso de vaivenes.
El covid, inicio de los fiascos deportivos
El revulsivo que supuso la entrada firme de un grupo inversor en el Córdoba CF recibió un duro golpe pocos meses después. Con el equipo anclado en Segunda B y tras un mercado de invierno en el que llegaron refuerzos para buscar un rápido ascenso a Segunda División, el equipo encadenó un par de malos resultados que supusieron el despido de Raúl Agné y la llegada al banquillo de Juan Sabas. El de Leganés, sin embargo, se toparía con una dura realidad. Apenas diez días después de firmar su contrato, la pandemia del coronavirus paralizó la competición sin que pudiese llegar a debutar y, tras la cancelación de las competiciones, el Córdoba CF perdió las opciones de ascender ese año al encontrarse fuera de los puestos de play off.
Un primer varapalo que, eso sí, quedó en anécdota con el que estaba por llegar. El curso 2020-2021 fue el primero en el que Miguel Valenzuela pudo tener plenos poderes para conformar un equipo que arrancó el curso con Sabas. Era una temporada de transición hacia la reorganización de las categorías del fútbol español, con la Primera Federación ya a la vuelta de la esquina. El Córdoba CF podía dar el salto a Segunda de manera abreviada, ganarse un sitio en la recién creada Primera RFEF o acercarse al abismo de perder dos categorías si caía a Segunda RFEF.
El destino quiso que el equipo corriera la peor de las suertes, en un curso en el que pasaron por el banquillo hasta tres entrenadores: Juan Sabas, Pablo Alfaro y Germán Crespo. Aquella tremenda decepción supuso un frenazo al plan de Infinity y obligó a una reorganización integral de la estructura. Valenzuela pagó los platos rotos y el club redujo su organigrama preparándose para lo peor.
Por fortuna, el paso por Segunda RFEF del Córdoba CF solo duró una temporada y sirvió como revulsivo para una afición que se reencontró con su club. González Calvo apostó por acercar el CCF a sus aficionados y, curiosamente, en el momento más bajo en lo deportivo, el equipo recuperó el idilio con su afición como hacía años que no se veía. A ello ayudó el fútbol ofensivo de los blanquiveres, el pleno de victorias en casa y las consecuciones de un solvente ascenso a Primera Federación y el título de la Copa Federación.
El adiós de González Calvo
El Córdoba CF aterrizaba al fin en Primera Federación en la campaña 2022-23, sin dejar de mirar hacia el fútbol profesional. Tras un arranque espectacular que llevó a la entidad a renovar a Germán Crespo y toda la dirección deportiva con un contrato hasta 2026, el equipo cayó en picado hasta perder toda opción de ascenso. Nuevo mazazo deportivo, y esta vez las consecuencias iban a ser más drásticas aún. Javier González Calvo perdió su puesto de consejero delegado y salió del club por la puerta de atrás tras dejarse en el camino la confianza de la propiedad, que obvió el papel determinante del abogado extremeño en su desembarco en el club unos años antes.
El curso pasado arrancó con Antonio Fernández Monterrubio a los mandos de un Córdoba CF que ya no se parecía en nada al primero de Infinity. Ni en el fondo ni en la forma. Desde Bahréin minimizaron el gasto y, con un presupuesto mucho más moderado, la comisión deportiva construyó una plantilla que levantó dudas, pero que terminó cuajando un año para la historia coronado con un brillante ascenso a Segunda División, de la mano de Iván Ania desde el banquillo. El ansiado regreso al fútbol profesional ya era una realidad, aunque costó cuatro años y un puñado de daños colaterales quedaron por el camino.
Un puñado de proyectos estancados
Al margen del aspecto deportivo, el pilar sobre el que gira cualquier club de fútbol, los cinco años de Infinity en el Córdoba CF se han caracterizado por la falta de concreción de los proyectos que marcaron las líneas maestras de la nueva propiedad en el momento de su desembarco. Desde el primer momento, desde Bahréin se habló de la necesidad de que la entidad construyera una nueva ciudad deportiva que amparase las intenciones de ser un club potente de cantera, que pudiera ser sostenible en el tiempo mediante la generación de talentos. Otro aspecto fundamental era la culminación del proyecto de El Arcángel, hasta convertirlo en un estadio moderno y que pudiera ser rentabilizado.
En cinco años, todo lo más que el Córdoba CF ha conseguido en este aspecto es regularizar mediante el pago de un canon anual su situación en la vetusta Ciudad Deportiva que en su día construyó Rafael Gómez, así como la cesión de El Arcángel por parte del Ayuntamiento de Córdoba para los cuatro próximos años.
De las grandes promesas y los ambiciosos proyectos pocos han alcanzado cotas de realidad. Los equipos del conjunto blanquiverde siguen entrenándose y jugando partidos en una instalaciones que apenas cuentan con luz eléctrica y en las que no llega el agua potable, por no hablar del precario estado de El Arcángel, un estadio necesitado de una reforma integral que no tiene visos de llegar ni siquiera bajo el paraguas económico que supone la vuelta a LaLiga.
Los cambios en el accionariado
Con esos precedentes, el Córdoba CF atraviesa el mejor momento en el aspecto deportivo desde que Infinity asumió su control y ha conseguido, al menos, estabilizar la situación de sus infraestructuras clave (ciudad deportiva y estadio). Sin embargo, el medio plazo siembra muchas dudas sobre las intenciones de Infinity en la entidad. Hace solos unos meses se conoció que Bahréin había vendido una parte de sus acciones en Unión Futbolística Cordobesa a Park Bench, una empresa norteamericana presidida y fundada por el empresario y jugador de póker James Anthoy Bord.
Un movimiento que dejó el equilibrio accionarial del Córdoba CF con un reparto del 63% para Infinity y del 37% para Park Bench, con un consejo de administración en el que ambas compañías tienen el mismo número de consejeros, tres por bando, y la presidencia sigue en manos de Abdulla Al-Zain, la cabeza visible de Infinity que, tras cinco años en el club, nunca se ha pronunciado públicamente.
Con el equipo atravesando un momento deportivo complicado por su situación en la tabla, y la entidad cada vez más alejada de su masa social por las decisiones tomadas desde la gerencia, Infinity celebra un agridulce quinto aniversario en el Córdoba CF, un club al que llegó para cambiar su historia y en el que sigue sin alcanzar buena parte de los hitos que se marcó en diciembre de 2019.
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