Córdoba CF - Guijuelo | El Otro partido

La fiesta que todos soñaban y nadie esperaba vivir

Los jugadores del Córdoba CF alzan la Copa RFEF en El Arcángel.

Los jugadores del Córdoba CF alzan la Copa RFEF en El Arcángel. / Miguel Ángel Salas

¿Título menor? Que se lo digan a los más de 15.000 cordobesistas que gozaron de lo lindo en El Arcángel con la fiesta de la consecución de la Copa RFEF. Después de años y años de decepciones, de ver a otros celebrar en los últimos años sobre el césped del feudo ribereño, a la afición del Córdoba CF le tocó disfrutar de lo lindo con su equipo, haciendo con ello de la Copa RFEF un título más importante si cabe de lo que su carácter oficial ya dice.

Fue el día menos esperado, un martes laborable a las 18:30, cuando el cordobesismo se entregó al disfrute con su equipo. Poco importó el día de perros que la lluvia generó y el horario laboral que condicionaba a muchos seguidores. El Arcángel registró una impresionante entrada, a buen seguro (y a falta del dato oficial) por encima de los 15.000 espectadores, para generar un ambiente que hacía años que no se vivía. Hubo quien se perdió los primeros minutos, porque hasta bien entrada la primera parte no paró el reguero de aficionados que, apurados, ocupaban sus asientos con rapidez.

Si al equipo de Germán Crespo le faltaba un puntito de intensidad en algún momento, la afición se encargó de enchufar a los suyos, con un Fondo Sur pletórico que empieza a parecerse al de los grandes ambientes de fútbol, con todos los sectores volcados en la animación.

El tanto de Javi Flores fue el punto álgido durante los 90 minutos de juego. Tenía que ser el capitán, después de toda la temporada buscando su primer gol, el que hiciera el tanto que permitía a los suyos levantar el trofeo. El guion soñado. Para el de Fátima y para los cordobesistas.

Emoción en el campo y la grada

Pero con todo, lo mejor estaba por llegar. El pitido final despertó una fiesta espectacular en El Arcángel. En ese momento, nadie valoraba ya la importancia real de la Copa RFEF. Se trataba de disfrutar. Los jugadores y el cuerpo técnico, eufóricos en el césped, los más de 15.000 cordobesistas, desde la grada. La sorpresa se desató con el espectáculo de fuegos artificiales que el club había preparados. Mientras sonaba el We are the champions, los jugadores se fundieron en una sincera celebración con los suyos.

Todo eran caras de ilusión e incluso lágrimas, como las que brotaban de los ojos de Germán Crespo, el técnico que ha hecho posible que este equipo levante un trofeo. Primero dándole la importancia que se merecía, y luego sabiendo compaginar esta competición con la liga sin que su equipo pierda un ápice de fuerza. Por una vez, al cordobesismo le tocó disfrutar. Era la fiesta con la que todos soñaban (soñábamos) y nunca pensaban (pensamos) vivir. Qué bonito suena eso de decir que el Córdoba CF es campeón.

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