Casi a diario y desde hace seis meses, Maribel Castilla, una vecina de Córdoba, acude al parque del Patriarca, un bosque ancestral que se cuela en la ciudad y que funciona como un verdadero pulmón verde y natural. Su relación viene de lejos, pues es el lugar al que durante años ha acudido a pasear, a hacer ejercicio y a encontrar algo de paz. Hace unos meses, sin embargo, algo cambió: "Se han plantado miles de árboles y cientos de ellos han muerto. Hay que poner una solución, se necesita un plan de riego urgente". Es el grito de auxilio que lleva lanzando desde hace un tiempo sin que, hasta el momento, haya encontrado nada más que eco como respuesta del Ayuntamiento.

Mientras tanto, y aunque pueda parecer una gota en el desierto, carga a diario con cientos de botellas de agua desde su domicilio para regar a mano, la mayoría de las veces sin ayuda. Es la manera que tiene de agradecer al Patriarca lo que tanto le ha dado durante años. Todo sea por salvar los árboles plantados por Bosquia para la farmacéutica Grünenthal y TK Elevator, con el acuerdo de la Gerencia de Urbanismo. Son 1.800 plantones, entre ellos encinas, acebuches, algarrobos y otras especies arbustivas, que en algunas zonas marcan el límite entre el terreno público y el privado, explica.

Su función era regenerar zonas de la parte baja del parque, la más degradada, y las empresas quisieron poner su granito con el objetivo de mitigar el cambio climático si esos árboles se desarrollaban. "Pero lo malo es que se están dejando morir, porque ni Bosquia ni la Gerencia de Urbanismo se ocupan de su mantenimiento a pesar de que prometieron que al menos se regarían una vez al mes", advierte.

Maribel Castilla carga casi a diario con agua desde su casa para salvar el mayor número de árboles posibles, a base de rellenar botellas que recicla, pues también están muriendo la mayoría de ejemplares grandes que la propia Gerencia de Urbanismo plantó ya tardíamente el pasado mes de marzo, cuando de acuerdo a los ciclos biológicos de las plantas no era aconsejable esta operación. Y más en un periodo de sequía extrema como el actual. "Da mucha pena -cuenta- ver estos árboles mustios en los márgenes del sendero recién construido".

Una tercera zona en la cual también están muriendo es la constituida por las numerosas islas de reforestación de 100 metros cuadrados, que van en ascenso hacia el sendero de arriba y que se encuentran cercadas. Pese a lo extremo del clima y a que la Universidad de Córdoba aconsejó que se les colocara una cuba de agua, no se hizo. La consecuencia: "La gran mayoría de estas islas se han secando", lamenta la activista, que expresa su impotencia por no haber podido intervenir en este caso. 

Para denunciar esta situación, Maribel entró a formar parte de la Plataforma de Apoyo y Seguimiento del Patriarca, pero a pesar de las peticiones y reuniones habidas sobre el terreno con la Gerencia de Urbanismo a día de hoy -lamenta- no se ha solucionado la falta de riego ni se ha comunicado ningún plan previsto a la finalización de la obra.

"Solo se están regando unos pocos árboles del camino central gracias a un pozo cercano", advierte. Y denuncia que durante toda la obra ha habido una "manifiesta falta de interés y voluntad" por mantener vivo lo plantado, de manera que "que en la zona baja se regó una única vez para la visita del alcalde", lo que considera "muy feo". "Queremos que lo que queda vivo se mantenga con el riego adecuado y que todo lo muerto se reponga y se cuide a partir del próximo otoño. Es necesario un plan de riego ya", advierte sobre un terreno cuarteado tras tantos meses de sequía.