Tribuna

Resiliencia turística

  • La declaración de la dieta mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial es una baza que no se está aprovechando correctamente

Dos turistas en el Patio de los Naranjos.

Dos turistas en el Patio de los Naranjos. / Laura Martín

Permítanme el empleo de esta prosopopeya. Acudiendo al diccionario de la Real Academia Española, la primera acepción de resiliencia hace referencia a la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado de situación adversos”. El empleo de este adjetivo queda más que justificado a tenor de lo vivido durante estos meses en la ciudad de Córdoba.

Si acudimos a los datos de la Encuesta de Ocupación Hotelera que nos brinda el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019, a la capital cordobesa llegaron 968.006 visitantes que se alojaron en hoteles, mientras que, si incluimos la provincia, el total de visitantes asciende a los 1.212.166.

A mayor abundamiento, y en términos de pernoctaciones, la cifra en 2019 es de 1.628.293 en la ciudad de Córdoba, ascendiendo hasta las 2.052.022 pernoctaciones si se incluye la provincia. Estos números ponen de manifiesto la importancia de Córdoba dentro del panorama turístico regional y nacional, si bien la estancia media es de 1,7 días, muy por debajo de otras provincias andaluzas. No obstante, este es un problema endémico que sufre Córdoba desde hace años y que los organismos encargados de darle una solución parecen no ponerse de acuerdo.

Córdoba ha de reponerse del duro golpe que ha sufrido en materia de turismo durante los últimos meses (y, queramos o no, durante algunos más que quedan por venir). Por ello, ha de empezar a trazar estrategias en búsqueda de la paulatina y progresiva vuelta de los turistas a Córdoba y provincia. Sería un error pensar que el turismo cultural va a salvar los muebles en meses venideros. La clave pasa por diversificar la actividad turística entre los diferentes recursos materiales e inmateriales con los que cuenta la totalidad de la provincia cordobesa.

En este sentido, se han de aprovechar actividades de las cuales aún no se ha sabido sacar todo el potencial que realmente tienen. ¿Por qué no aprovechar el potencial gastronómico que atesora Córdoba y crear rutas gastronómicas? La declaración de la dieta mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial es una baza que no se está aprovechando correctamente y que sería un gran reclamo para los turistas. Otra opción sería el desarrollo de actividades enoturísticas en la provincia, aprovechando la Denominación de Origen Montilla-Moriles o el desarrollo de actividades oleoturísticas al amparo de las cuatro Denominaciones de Origen Protegidas de Aceite de Lucena, Baena, Montoro-Adamuz y Priego de Córdoba.

La conformación de una red conjunta de rutas turísticas óleo-enológicas reportaría grandes beneficios a la provincia de Córdoba en términos de ingresos e incremento de pernoctaciones, redundando en un aumento del empleo local y, por ende, en un enriquecimiento de la comunidad local donde se insertan estas tipologías.

Por otro lado, el desarrollo de actividades de turismo activo también se antoja clave para el devenir de la economía cordobesa, aprovechando los diferentes recursos naturales con los que cuenta la provincia y las distintas empresas dedicadas a actividades de turismo activo o turismo de aventura. No obstante, el desarrollo de este tipo de actividades no logrará crear una demanda sólida propia, por lo que deberá de crearse sinergias con otras tipologías, conformándose paquetes turísticos alternativos al turismo cultural, que resulten atractivos para el nuevo turista post-covid-19.

Sin embargo, y para lograr conformar estos nuevos paquetes hemos de conocer cuál es el perfil de este nuevo turista, ya que si por algo se caracteriza la actividad turística, es por su dinamismo. Las necesidades y motivaciones de los turistas están en continuo cambio, buscando nuevas experiencias que les hagan satisfacer sus nuevas exigencias.

Aquí entra en juego la imperiosa necesidad de llevar a cabo trabajos de campo, tanto en la ciudad como en la provincia, para conocer estas nuevas motivaciones de los viajeros y que nos permita confeccionar una oferta turística sólida y adaptada a los nuevos tiempos.

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