Ante una situación de emergencia sanitaria, llamar al teléfono de marcación reducida 061, al 112 o a cualquiera de los teléfonos de urgencias (incluye el de Teleasistencia, el conocido como botón rojo, siempre que sea una situación crítica) es el primer paso para intentar salvar al enfermo. Pero con un tiempo de respuesta medio de ocho o nueve minutos, saber actuar mientras llegan los profesionales del 061 -o los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) que hay en los centros de salud de muchos municipios- es clave porque “esos minutos son esenciales, es la vida”.

“La enseñanza de la reanimación cardiopulmonar y la presencia de desfibriladores ha hecho que alguna persona esté viva hoy”, indica el director del 061 en Córdoba, Antonio Mantero, que añade que “la atención ágil y rápida puede reducir secuelas, algunas para siempre, y hasta la muerte”. Es por eso que el servicio va a donde les “llaman” con el fin de mostrar cómo se hace una RCP, con especial incidencia en “los colegios”. Así, no oculta su deseo de que todos los centros educativos “promovieran entre los jóvenes esta enseñanza para que sean capaces de intervenir, activar los equipos de emergencia y mantener a los enfermos el tiempo suficiente hasta que llega el equipo”.

En la explicación abunda el enfermero Juan Jiménez, que no duda en calificar como “fundamental” ese aprendizaje porque “con un masaje cardíaco das tiempo de vida al corazón y al cerebro, y eso mejora los pronósticos de forma espectacular; si tardas mucho, el pronóstico se va ensombreciendo cada vez más, por eso es básico la RCP”, que desde hace ya años tiene su variante telefónica, que consiste básicamente en que cuando el demandante pide ayuda y se detecta una parada, recibe las instrucciones básicas para que empiece a hacer la reanimación”. “Hay que instruir a la población y llenar los centros públicos de desfibriladores, porque con una instrucción de cuatro o seis horas tienes a alguien formado”, insiste.

De momento, entre las iniciativas que promueve directamente el 061, que en muchos casos han permitido acuerdos con sociedades científicas, universidades, organizaciones sociales y empresariales para abordar proyectos innovadores y desarrollar programas y campañas dirigidas a las personas usuarias del servicio, destacan el Programa Corazón, el Programa Aire, la formación masiva Cardiomaratón, con más de 100.000 jóvenes formados en reanimación cardiopulmonar, o el proyecto Zona Cardioasegurada, con el que se reconoce a aquellas instituciones que han formado a sus profesionales y han ubicado desfibriladores en sus instalaciones.