Los tesoros incunables de la Biblioteca Grupo Cántico de Córdoba: el "milagro" de su conservación

Patrimonio

El centro tiene 80 libros anteriores al año 1500 procedentes en su mayoría de conventos desamortizados

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El director de la Biblioteca Grupo Cántico, Francisco del Río, con tres de los incunables.
El director de la Biblioteca Grupo Cántico, Francisco del Río, con tres de los incunables. / Luis Navarro

Córdoba/La Biblioteca Grupo Cántico de Córdoba conserva y guarda entre sus muros 80 incunables de temáticas diversas, pero con un denominador común: son tesoros en papel que, en algunos casos, han llegado de "milagro" a nuestros días. En su mayoría, proceden de conventos que sufrieron la desamortización de Mendizábal, tras lo que pasaron a manos públicas.

Por convención, se considera incunables -que significa "de la cuna"- a los libros impresos desde la Biblia de 42 líneas de Gutenberg -el libro que inaugura la era de la imprenta, en torno a 1454- hasta el 31 de diciembre de 1500. Los anteriores al año 1480 se conocen como protoincunables y una característica que los distingue es que no tienen portada ni signatura.

La mayoría de los que tiene esta biblioteca cordobesa son posteriores a 1480. En el almacén del centro, en un armario especial y bajo llave, se encuentran estos ejemplares que solo son accesibles para algunos investigadores que demuestren que realmente necesitan acceder a ellos de forma física, ya que su contenido está digitalizado. El objetivo es conservarlos tal y como están para el futuro.

En 1986, los bibliotecarios Manuel Iglesias Tais y Antonio Flores publicaron el Catálogo de incunables e impresos del siglo XVI de la Biblioteca Pública de Córdoba, en el que se recogen estas obras y que en la actualidad sirve de guía para conocer sus detalles.

Curiosidades de estas joyas en papel

Entre los incunables que tiene la biblioteca destaca de forma especial una segunda edición de la Cosmografía (o Geografía) de Ptolomeo de 1486. "El papel y las tintas de esta época se conservan bastante mejor que cualquier libro de hace 40 años", señala el director de la biblioteca, Francisco del Río. De hecho, "el papel está perfectamente".

Aparte del contenido científico -que era fundamental en aquel momento, ya que Ptolomeo implantó el sistema ptolemaico o geocentrismo-, destaca que se trata de un material coloreado a mano, con una gran riqueza en los detalles. La obra contiene el conjunto de mapas del mundo y las regiones conocidas hasta el momento, que componen el primer gran atlas del mundo.

El volumen tiene un pequeño deterioro "del uso que tenía en su momento" porque desde hace años "limitamos mucho el enseñarlo", aclara el director del centro. Hay solo otros dos ejemplares en la Biblioteca Nacional, en Madrid, y uno incompleto en la Biblioteca Pública de Toledo.

Armario donde se guardan los incunables de la Biblioteca Grupo Cántico.
Armario donde se guardan los incunables de la Biblioteca Grupo Cántico. / Luis Navarro

Ptolomeo fue un geógrafo, astrónomo, químico y matemático del siglo II que escribió varias obras fundamentales. Una de ellas es el Almagesto, un tratado que contiene el catálogo estelar más completo de la antigüedad, que fue utilizado ampliamente por los árabes y luego los europeos hasta la alta Edad Media.

En el siglo XV llegó a Europa occidental una versión griega procedente de Bizancio. Johannes Müller, más conocido como Regiomontanus, realizó una versión abreviada en latín llamada Epitoma in Almagestum Ptolomaei, de la que la biblioteca guarda un incunable. Está editado en Venecia en 1496 y el volumen procede del convento de San Pablo de Córdoba.

Otra de las joyas de la Biblioteca Pública del Estado es el Liber chronicarum, de Hartmann Schedel, una historia ilustrada del mundo desde la Creación hasta 1492 que sigue el Génesis y el esquema propuesto por San Isidoro de Sevilla, así como las pautas geográficas de Ptolomeo. "Tiene su interés porque no creo que queden ahora mismo en el mundo muchos ejemplares", puntualiza Del Río, que calcula que puede haber unos 600 en latín y 400 en alemán.

Anton Koberger, un impresor muy conocido de la época, hizo de forma simultánea en 1493 dos ediciones, una en latín y otra en alemán, algo que entonces era inusual. "La cuestión es que este libro era muy caro en aquel momento", indica, por lo que para el impresor fue difícil venderlo. Una de las curiosidades de esta obra es que incluye un grabado de la muerte de Séneca con "un estilo muy naïf".

La biblioteca también guarda una edición de la Chirurgia parva de Guido de Chauliaco, una obra impresa en Venecia en el año 1500 en que recoge la transmisión del conocimiento en Medicina desde "Aristóteles a través de Galeno y Avicena" con ilustraciones de instrumental quirúrgico. Solo se conoce la existencia de un ejemplar en la Universidad Complutense de Madrid.

Ejemplar de la 'Cosmografía' de Ptolomeo de la Biblioteca Grupo Cántico.
Ejemplar de la 'Cosmografía' de Ptolomeo de la Biblioteca Grupo Cántico. / Luis Navarro

Otro tesoro es el Poeticon astronomicon, atribuido a Higino, editado en Venecia en 1482 y que describe 47 de las 48 constelaciones ptolemaicas, centrándose principalmente en la mitología griega y en la mitología romana que las rodea. "Tiene unas letras capitales delicadísimas, preciosas", apunta Del Río.

Uno de los ejemplares más curiosos es el Tractatus de fascinatione: Libro del ojo, de Diego Álvarez Chanca, impreso en Sevilla en 1499. El director de la biblioteca señala que este libro es "una encuadernación facticia, es decir, tiene dos obras distintas". "Tiene mucho interés porque no hay muchos", apunta. De hecho, solo hay una edición más en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid.

Entre sus incunables, el centro también guarda una edición de la Biblia en latín o de Ruralia commoda, un tratado de agricultura de Pedro de Crescencio con unos interesantes grabados impreso en Espira (Alemania).

Origen de los incunables

Del Río explica que la mayoría de estas obras provienen de las desamortizaciones de los conventos de frailes y, principalmente, monasterios. Una de las más importantes por su envergadura fue la de Mendizábal, en 1836. "Uno se da cuenta de que en los conventos no solo tenían literatura religiosa, sino que la ciencia se trabajaba en esos espacios", apunta.

Con las desamortizaciones se pretendía era poner en el mercado lo que llamaron "manos muertas", las tierras que estaban en manos de la iglesia y que acabaron siendo propiedad de grandes fortunas. La expropiación de bienes artísticos "fue coyuntural".

Francisco del Río observa el 'Liber chronicarum' de la Biblioteca Grupo Cántico.
Francisco del Río observa el 'Liber chronicarum' de la Biblioteca Grupo Cántico. / Luis Navarro

Según explica Del Río, el convento más importante que había en la ciudad de Córdoba era el de San Pablo (de los dominicos), del que hay mayor fondo en la Biblioteca Grupo Cántico. Ocupaba la manzana que va desde Capitulares a la Espartería, Pedro López, Almonas, Fernán Pérez de Oliva y San Pablo. "En él se cultivaban hasta garbanzos", apunta. También era muy importantes el convento de San Pedro el Real (de los franciscanos), que no existe hoy en día pero tenía grandes dimensiones. Se ubicaba entre las calles Armas, Feria y Maese Luis.

El director de la biblioteca destaca igualmente los conventos de San Agustín, de Santa Inés, del Carmen o de los Jerónimos de Valparaíso. Como curiosidad, apunta que el centro tiene un Evangelio en árabe procedente del convento de los Trinitarios, aunque no es incunable.

En el caso de la Cosmografía de Ptolomeo, proviene del convento de los Carmelitas del Carmen Calzado (Puerta Nueva). Al respecto, Del Río puntualiza que el convento de los Carmelitas Descalzos de San Cayetano "sigue manteniendo una excelente biblioteca". Por otro lado, Epitoma in Almagestum Ptolomaei procede de San Pablo.

En 1841, se creó en Córdoba una comisión compuesta por tres personas, una de ellas Ramírez de las Casas Deza, para catalogar y analizar qué se iba a hacer con las obras culturales expropiadas, que finalmente fueron el origen del Museo de Bellas Artes y de la biblioteca.

El 12 de junio de 1842 se creó formalmente la biblioteca de Córdoba con esos fondos, pero no se abrió al público -a las elites- hasta 1850. Pero "sabemos que hubo pérdidas", apunta Del Río. Por otro lado, muchas órdenes religiosas pusieron en manos de familias conocidas o amigas muchos de sus bienes para evitar que fueran desamortizados.

La temática y conservación de las obras

Con toda esta historia a cuestas, "que los libros se hayan conservado relativamente bien es un milagro", reconoce Del Río. Las órdenes religiosas fueron adquiriendo estos libros porque "en los conventos tenían necesidad de información y conocimiento".

Sin embargo, a partir del siglo XVII se observa que "hay muchas más obras de contenido religioso" y la calidad del papel y la impresión es peor que en los siglos XV y XVI. La temática de los incunables de la Biblioteca Grupo Cántico es muy dispar: va desde la geografía, medicina o historia a agricultura, filosofía u obras de santos.

Varios de los incunables de la Biblioteca Grupo Cántico.
Varios de los incunables de la Biblioteca Grupo Cántico. / Luis Navarro

La importancia de los incunables "no solo se da por el interés específico de la obra, sino por el número de ejemplares" que quedan, un aspecto que viene dado por la Ley de Patrimonio.

Sobre la conservación de estos ejemplares, Del Río puntualiza que los incunables del centro tienen "buenas impresiones, pero malas encuadernaciones". Las que eran en pergamino "han aguantado muy bien", pero las que eran en tabla o piel "están muy deterioradas".

La entonces llamada Biblioteca Provincial estuvo hasta 1982 en la actual Delegación de Cultura de la Junta en un depósito que se ubicaba metro y medio por debajo del huerto de los claretianos, por lo que había humedad. "Dentro de lo que cabe, se han conservado bastante bien", indica Del Río.

En 1984 los fondos se trasladaron al edificio de la calle Amador de los Ríos, donde los incunables ya no sufrían humedad, pero estaban en unas estanterías inadecuadas. En 1992, se pasaron a armarios móviles compactos y los materiales más especiales a armarios ignífugos. En febrero de 2024 se abrió la ahora Biblioteca Grupo Cántico.

Del Río recuerda que toda la información sobre estas obras y las del resto de bibliotecas de España se pueden consultar en al Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español. El contenido de los libros se puede ver en la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico de forma gratuita. Por ello, si alguien quiere ver uno de estos incunables "tiene que justificarlo mucho".

El contenido "se ve perfectamente en la biblioteca digital", pero "hay autores que no solo tienen una investigación textual, sino que hacen una investigación formal en el sentido de que les interesa ver papeles, marcas de agua, los propietarios que ha tenido el ejemplar...". "Tiene que ser que nos lo soliciten con ese fin, sino con la divulgación que tenemos en las bibliotecas digitales es suficiente", insiste.

La única aspiración con esto es "que no se deterioren" y se queden tal y como están. "Es decir, poder legar a las generaciones siguientes lo que nosotros hemos heredado", concluye el director de la Biblioteca Grupo Cántico.

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