Tejidos Ana: el amor de Sofía
Comercios con historia
Con casi medio siglo de historia a sus espaldas, esta tienda ha visto evolucionar la moda y su confección durante varias generaciones
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El establecimiento de Tejidos Ana lleva casi 40 años en la plaza San Miguel, aunque su historia comenzó en Chirinos, diez años antes, en 1976, cuando aún se hacía llamar Retales Anita. El negocio fue fundado por Evaristo Gómez y su prima Ana Chito. Ahora, tras estos años, el relevo permanece en la familia, en concreto, en la hija de Evaristo, Sofía, que amasa un gran amor por este establecimiento.
Cuenta Sofía que ella empezó en este negocio "un poco de rebote". Cuando su padre falleció en 2009, le dijo a su madre que abriera Tejidos Ana para que no estuviera "dando vueltas a la cabeza, pero me empezó a gustar más a mí". Con el tiempo, empezó a pasar más tiempo en este lugar. Su interés por Tejidos Ana trajo consigo que aumentara el catálogo y se planteara cómo podía mejorar el negocio. "Cada vez inventaba cosas más nuevas, más utensilios, incluso, cosas que no tienen que ver con las telas como, por ejemplo, la mercería", relata. A la actual gerente le encanta su negocio. "Me llamas y me preguntas por mi tienda y se me cae la baba", refiere de forma cariñosa.
Con esta ilusión que le caracteriza, Sofía nos introduce en la historia de su herencia. "Mi tía se dedicaba al tema de la costura, le gustaba mucho. Mi abuelo Antonio quería traer a la familia a Córdoba, porque ellos son de Málaga y se querían venir a Córdoba porque veían una oportunidad a la hora de vender, porque en esa época no había ropa hecha, sino telas para hacer. De hecho, en el Centro había muchísimas tiendas de telas y ahora solo quedamos dos", explica.
Al principio eran los retales lo que ocupaban los escaparates de esa primera tienda. Luego, con los años, llegó la evolución y las telas en rollo. "Fue evolucionando la marca con las necesidades de la zona. Cada vez tenían más público que demandaba una cosa y, además, en esta zona céntrica", apunta. Sofía recuerda que cuando apenas era una niña su tía Ani le hacía los conjuntos, "ya que en esa época existían familias que tenían hasta una costurera en casa arreglándoles las prendas".
Como ella refiere, "es bien sabido" que hasta la forma de ir de compras ha cambiado. Ahora existen modalidades que te quitan de esa tradición de acudir por los comercios de la zona en busca de los artículos que necesitas. "Mi tía entraba a las nueve de la mañana a trabajar y tenía ya gente esperando en la puerta", subraya.
"Lo bonito de mi tienda es que es de las pocas que quedan que son, aparte de familiar, de cosas antiguas que son muy difíciles de encontrar; y son cosas buenas", destaca. "Si tienes una modista buena, pues son talles buenos, porque hay diferentes cuerpos y modas. Es lo bonito de mi tienda, que es algo que la hace especial, no lo típico de cualquier marca. Aquí diseñas lo que quieras", defiende. Las tendencias en la moda están a la orden del día y actualmente es el patchwork el artículo que roba todas las miradas.
Gracias a su trabajo durante estas generaciones, a la plaza San Miguel acuden tanto clientes "fieles de siempre", como un público motivado por el slow fashion que ven en el diseño, más que un hobby, una forma de expresión que les aporta mucho en su día a día. "Tenemos las clásicas señoras que le hacen ajuares a su hija de cama y mantelería, además de su ropa. También, actualmente, tenemos mucha afluencia de gente joven que está siendo mamá y hacen vestiditos y conjuntos para sus bebés. Tenemos todo lo que es manta, sábana, cambiadores, todo lo que es tema de tejer, y cada vez hay más gente que teje e intenta iniciar una marca de ropa y se centra en nosotros", describe.
"Yo soy una pequeña empresa y voy buscando las cosas que no tiene nadie y no llevan las grandes empresas de ropa; y lo bueno es que los tejidos que tengo que son especiales, artículos que no son repicables, que no se encuentran en ningún lado. Trabajo con proveedores nacionales, internacionales de Europa, Reino Unido o América", anota.
Compras por internet
Sofía defiende que las compras masivas a través de internet "han hecho mucho daño, y lo malo que tienen esas empresas y el peor daño, para mi gusto, es que trabajan con tejidos que no son biodegradables. Yo trabajo con mucho algodón, con mucha viscosa, mucho tejido de lino, porque pienso que ayudamos un poco a lo que es el mundo y el ecosistema y son tejidos que no te digo que se vayan a degradar en cinco años, pero no te digan que se degradan en mil o que no lo hagan", subraya. Comenta la empresaria que está tan concienciada con este consumo que ha optado por cambiar a bolsas reutilizables, "para intentar contaminar menos".
Sofía también ha querido impulsar las redes y la web, aunque aún no tanto como le gustaría. "Las redes las llevo yo y la web la pusimos a nivel familiar con mucho amor, sí es verdad que queremos montarlo a mayor escala, pero no nos atrevemos porque no sabemos a qué nivel vamos a llegar, nos da un poco miedo. Acabamos de tener dos niños y queremos disfrutar de ellos", incide. Los amores de Sofía protagonizan su vida y está deseando que sean mayores para conocer las labores de las telas y adentrarlos en este mundo que tanto le apasiona. "A mí me gusta y el día de mañana, aunque no se vendan telas, voy a seguir", refiere.
La gerente ya está notando cómo existe "una oleada de personas" que vuelven a reclamar estos productos: "Está empezando, hay gente que le gusta hacer la ropa. Lo malo que hay en esto es que cada vez la gente tiene menos tiempo, a nivel de salud mental viene genial, que tú trabajes tus cosas, la haces con cariño, te lo vas a poner más veces. Coser relaja un montón y, como cualquier tipo de hobby, parece que a nivel ecológico y mental está yendo a más", aventura.
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