La Gloria de San Agustín

El río

  • Hasta finales de los años 60 se pudo bañar la gente en el Guadalquivir, mientras que estuvo el agua limpia, sin contaminar

Dos personas en el entorno del río Guadalquivir en Córdoba.

Dos personas en el entorno del río Guadalquivir en Córdoba. / El Día

El otro día, casi sin querer, empezamos a hablar con el padre de un amigo, de Luis, que aunque el hombre tiene tela de años, 97 cumplió en marzo, que se dice pronto, pero sigue estupendo, y la cabeza la tiene como un chaval, intacta, de todo lo que antes se hacía en el río, en el Guadalquivir, de pescar a bañarte, que aquello era lo más parecido a irse a la playa para muchos cordobeses.

Me puedo pasar mil horas escuchando al padre de mi amigo Luis, porque además de ser más cordobés que el más cordobés de los cordobeses, tiene la cabeza intacta y una memoria que para qué, que se acuerda de cosas que pasaron hace ochenta años como si fueran de hoy mismo, lo que yo les diga, es una cosa. Soraya no lo conocía y se le abría la boca cuando se ponía a hablar, que es una cosa escucharlo, de verdad, y con lo que le gustan a ella esas historias, pues menuda combinación.

El otro día nos estuvo contando la de cosas que se hacían en el río cuando llegaba el verano, que era a dónde íbamos a refrescarnos los cordobeses que no teníamos alberca, que eran la mayoría, claro. Por lo visto, según nos contó, había un hombre en la Plaza del Potro, que acabó teniendo allí un bar, muy chiquitito, que salvó la vida a más de cien personas. El hombre tenía esa habilidad, y desde la orilla veía a quien estaba pasando un mal rato, y lo sacaba, y es que por lo visto el río tiene muchos remolinos y hay que tener cuidado.

Nos enseñó el padre de Luis algunas fotografías y la verdad es que era increíble cómo se ponía el río por la zona del Molino de Martos, especialmente, que es donde se ponía el barquero para estar pendiente que la gente no se ahogase. Hasta finales de los años 60 se pudo bañar la gente en el río, hasta que estuvo el agua limpia, sin contaminar. 

Lo bien que nos habría venido esto durante estos días, que vaya la calor que estamos pasando, que ya llevo varios días durmiendo en la azotea, dándome manguerazos cada poco. La que pasamos el miércoles y jueves fue algo tremendo, de las fuertes, de las que nos acordaremos durante algún tiempo. Aunque, por desgracia, cada vez más los veranos son siempre así, y lo que nos queda.

En fin, a cruzar los dedos y a pensar que esto pasa pronto y a soñar con un río como el que tuvimos, que hasta yo, con lo poco que me gusta bañarme, me lanzaría a nuestro Guadalquivir. Y hasta el Cayetano, con su pata de palo.

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