Patrimonio

El renacer de las Ermitas de Córdoba

  • Con la próxima recuperación de la capilla de San Matías, la última pendiente de restaurar, la asociación Amigos de las Ermitas pone el colofón a sus 40 años de esfuerzo

Un cartel junto a la deteriorada Ermita de San Matías anuncia su restauración.

Un cartel junto a la deteriorada Ermita de San Matías anuncia su restauración. / Juan Ayala

Las Ermitas cierran el horizonte de Córdoba. "Fueron lo alto, lo blanco y lo lejano", escribió Gala recordando su niñez. Son el faro de noche que guía a los cordobeses; la enorme figura del Sagrado Corazón de Jesús que surge desde la tierra, no cae, se eleva. Pero hubo un momento, durante la segunda mitad del siglo XX, en que las Ermitas perdieron su esplendor: los ermitaños desaparecieron, los cordobeses le dieron la espalda a su Sierra, y hasta la naturaleza se cobró su castigo por partida doble cayendo dos rayos sobre la estatua del imponente cristo -el último de ellos lo decapitó en 1972-. Con el paso del tiempo, las Ermitas han vuelto a estar "de moda", una resurrección en toda regla que se consumará cuando se recupere la última de las 13 ermitas que siguen en pie dentro del Cerro de la Cárcel.

La reciente aprobación, por parte de la Junta de Gobierno Local, de una partida de 30.000 euros de presupuesto municipal para la restauración de la Ermita de San Matías significa el colofón a una historia de casi 40 años de esfuerzo que atesora la asociación Amigos de las Ermitas, constituida en el año 1983, por preservar el patrimonio del eremitorio mediante la permanente conservación y restauración de este conjunto histórico, propiedad de la comunidad de los Carmelitas Descalzos.

Desde entonces, viendo el paulatino deterioro, la asociación ha acometido la restauración de 12 de las 14 ermitas cordobesas originales (a excepción de la de San Matías y la de Santo Tomás, derribada en 1929 al construir el Sagrado Corazón). 

"Las 13 ermitas estaban literalmente en el suelo", recuerda la estampa el actual presidente de los Amigos de las Ermitas de Córdoba, Juan Manuel Fernández. Con ayuda de capital privado unas veces y otras tantas mediante subvenciones públicas, por ejemplo con la restauración en las ermitas de San Pablo o San Felipe, se han ido levantando de nuevo. "Que el Ayuntamiento, como representante del pueblo de Córdoba, quiera poner su granito de arena en esa última ermita nos da mucha emoción. Creo que es un gesto fantástico, de apoyo al patrimonio de Córdoba", señala. 

La última restauración (San Mateo, en 2012) fue asumida por los Amigos de las Ermitas. En el momento que se termina la actuación, el colectivo empieza a plantear la recuperación de San Matías, aunque entre una cosa y otra acaba transcurriendo una década. Durante estos últimos años, el trabajo de la asociación ha consistido en preservar el recinto, mantener el espacio de la casa principal -"que estaba muy mal"-, cambiar la iluminación, dar una mano de pintura a todas las ermitas, asegurar el Camino de los Cipreses, o crear un cortafuegos alrededor del recinto. "Aquí no se para, esto es una casa vieja", comenta el presidente. 

Ermita de San Matías desde fuera. Ermita de San Matías desde fuera.

Ermita de San Matías desde fuera. / Juan Ayala

A pesar de la ayuda del Consistorio, el presupuesto total de la rehabilitación asciende a una cantidad superior a los 60.000 euros, al que hacen frente los Amigos de las Ermitas. Con una nómina de más de 1.500 socios (actualmente pagan unos 10 euros anuales), "estamos preparados", asegura Fernández. La fuerza de la asociación reside en la cuota que ocupa la sección de los jóvenes, denominada Juventud Protectora, con 258 afiliados. Es buena muestra del gran estado de salud del que gozan los Amigos de las Ermitas, modernizados al máximo con una completa página web, actividad frecuente en sus redes sociales y hasta una aplicación propia para dispositivos móviles.

La restauración de San Matías, ubicada en la zona norte del complejo eremítico, se ha preparado "con mucho cariño", cuenta el presidente de la asociación. En el proyecto ha intervenido el arquitecto Víctor Díaz Huerta, con la idea de preservar, dentro de lo posible, todos los materiales originales: "Vamos a tratar de ser muy fieles en la restauración de la ermita original e intentaremos recuperar algún elemento de madera que en otras ocasiones se ha sustituido. Va a quedar preciosa: una restauración muy al detalle". 

Ermita de San Matías desde dentro. Ermita de San Matías desde dentro.

Ermita de San Matías desde dentro. / Juan Ayala

Una vez finalice la última restauración, los Amigos de las Ermitas volcarán su dedicación en la lucha contra los incendios, donde reside la principal preocupación de los socios, y más aún después del fuego declarado en la Sierra de Córdoba a mediados de julio de este 2022

"Las Ermitas están de moda"

El futuro de las Ermitas está blindado después de que la Comisión Provincial de Patrimonio diera el visto bueno, el pasado mes de junio, a su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento. Según recoge el acuerdo, se pretende proteger de cualquier actuación que pueda poner en peligro todos los valores etnológicos, paisajísticos, históricos y artísticos que confluyen en las Ermitas, además de acercarlas a la ciudadanía, favoreciendo así su conservación.

"La declaración como BIC significa que la ciudad sigue volcada con las Ermitas y las instituciones también", reflexiona Juan Manuel Fernández. La recuperación del complejo por parte de los Amigos de las Ermitas y su apertura para dar a conocer al cordobés y al turista las formas de vida eremíticas han resignificado el lugar, otorgándole un valor social representativo para la ciudadanía de Córdoba: "Tenemos la suerte de que nuestra ciudad tenga un espacio espiritual como esta sierra".

La presencia de los ermitaños en la Sierra de Córdoba tiene su origen por algunos escritores desde finales del siglo III. Un género de vida importado por el Obispo cordobés Osio, que situaría a Córdoba como la cuna europea de la vida eremítica, asegura Juan Manuel Fernández, aunque hasta el siglo IX, en tiempos de San Eulogio de Córdoba, no se cita el hecho de que muchos cordobeses, huyendo de la persecución sarracena, se recluían en la sierra cordobesa llevando una vida de anacoreta, basada en la renuncia de la vida social y el retiro en soledad.

Los eremitas pasaron de habitar cuevas aisladas y de difícil acceso en las faldas de la sierra, sin acuerdo entre ellos, a congregarse en una hermandad e instaurar su propia constitución cuando el Ayuntamiento de Córdoba les concedió, en 1703, la posesión de la cumbre del Cerro de la Cárcel, también conocido como Cerro de las Víboras. En seis años, se construye la iglesia, las 13 ermitas y la cerca del Desierto, que desde entonces se llamó Nuestra Señora de Belén.

Allí permanecieron ininterrumpidamente durante 254 años (salvo los nueve que duró la Desamortización de Mendizábal, de 1836 a 1845), y hasta 1957, año en que la Congregación se extinguió por falta de vocaciones, uniéndose desde entonces a la Orden de Carmelitas Descalzos. El hermano ermitaño Pedro de Cristo, que casualmente vivía en la ermita de San Matías que completará ahora el abanico de restauraciones, "es la figura clave que salva las ermitas cordobesas durante el período que duró la expulsión porque defiende que no estaba sujeta a ninguna orden religiosa", explica Fernández.

Vista de Córdoba desde el Sagrado Corazón de las Ermitas. Vista de Córdoba desde el Sagrado Corazón de las Ermitas.

Vista de Córdoba desde el Sagrado Corazón de las Ermitas. / Juan Ayala

Además de su inexorable espiritualidad, la suma del emplazamiento que disponen las Ermitas -un balcón en la sierra con vistas a la ciudad de Córdoba, la campiña y la Vega del Guadalquivir-, junto a la referencia del Sagrado Corazón de Jesús desde 1929 terminan por marcar el "carisma del lugar".

"Están muy de moda las Ermitas", celebra Fernández. En la actualidad no solo se ciñen a su carácter religioso, también se han convertido en un espacio de peregrinación cultural y deportiva, y se han destapado como reclamo turístico. Por ello, no es casualidad que el Ayuntamiento haya puesto en marcha el arreglo de la Cuesta del Reventón para recuperar el sendero original y facilitar que suban peregrinos que antes no se atrevían. "El camino es más transitable", asegura el presidente de la asociación.

Los botijos vuelven a estar llenos de agua en la entrada y la Hospedería reabrirá en el mes de octubre después de mantenerse cerrada por la pandemia. Sin embargo, los sacerdotes Carmelitas ordenados en las Ermitas ya no las habitan. "Las Ermitas son duras, hace frío en invierno y calor en verano. Las casas no están preparadas y se tomó la decisión de que bajaran a San Cayetano", explica Fernández. En su lugar, algunos matrimonios y solteros de la orden Seglar, también perteneciente a los Carmelitas Descalzos, son los que han parado con su espiritualidad y quienes se encargan de desbrozar, regar las huertas y dar atención a los peregrinos. "No afecta en nada", sostiene.

El último domingo de cada mes siempre hay visitas guiadas gratuitas. "No hay semana que no se descubra una historia o una leyenda nueva de las Ermitas", cuenta el presidente de la asociación. Algunas están publicadas en los libros o en archivos de televisión, otras están en fase de estudio y muchas aún se desconocen. 

Para el recuerdo, cuando José Álvarez Juncal (Paco Rabal) le confesó al Padre Camprecios (Fernando Fernán-Gómez), sentado en el sillón del Obispo, todo lo que sabía y lo que sospechaba de él: Que era un matador de toros arruinado y un cínico, que abandonó a su familia y volvió a Córdoba décadas más tarde para chuparle la sangre. Lo que el sacerdote ignoraba era la soledad y el miedo que Juncal tenía de ser viejo y no encontrar a nadie que le quisiera, excepto un limpiabotas lucentino (Rafael Álvarez, El Brujo), "que bendita sea su alma".

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