Rafaela González Muñoz: de modelo de Julio Romero de Torres a exiliada republicana

Historia de Córdoba con nombre de mujer

Primera hija del torero Machaquito y protagonista de la obra 'La niña de las trenzas', su vida comenzó a torcerse cuando tuvo que exiliarse como refugiada política junto a su marido y su hijo en México, donde murió en 1995

Cuadro 'La niña de las trenzas', de Julio Romero de Torres.
Cuadro 'La niña de las trenzas', de Julio Romero de Torres. / El Día
María Dolores García Ramos

Córdoba, 23 de febrero 2025 - 06:59

En plena resaca de la conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Julio Romero de Torres, con la clausura de las magníficas exposiciones que se le han dedicado y que dan cuenta de la modernidad de su obra, y con el renovado discurso de su Museo, traemos a escena a uno de los nombres de su extensa galería de retratos. Se trata de Rafaela González Muñoz, la primera hija del torero Rafael González Madrid, Machaquito, que tuvo de una relación con Rafaela Muñoz de la Rosa.

La afición de Romero de Torres por el toreo es bien conocida. Entre sus amistades había grandes toreros, entre los que destaca Machaquito. El pintor y el torero se conocieron en 1911 cuando el primero regresa a Córdoba después de recibir la Medalla de Oro en VI Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona por Retablo del amor (1910) y retoma sus visitas y tertulias en círculos culturales destacados de la ciudad como los cafés Suizo, La Perla, Colón, Gran Capitán o el Club Guerrita. Del encuentro en este último surge la amistad y dos grandes obras en las que el torero aparece retratado: Machaquito y la apoteosis del toreo (1911) o La consagración de la copla (1912).

La boda de Machaquito con Ángeles Clementson, hija de un comerciante inglés, en 1907, supuso para Rafaelita, como la llamaban en el ámbito familiar, tener que abandonar el domicilio paterno de Córdoba para instalarse con su padrino, con José María Hurtado de Mendoza Galdós, sobrino de Benito Pérez Galdós, también amigo de los Romero de Torres. Tío y sobrino no estaban casados y pasaban muchas temporadas juntos entre sus casas de Santander (el palacio de San Quintín) y Madrid.

La prensa de la época describe la vivienda madrileña de la familia Galdós, situada en la calle Hilarión Eslava, en los siguientes términos: “Es una casita de ladrillo de dos pisos, con un pequeño jardín delante del edificio, donde crecen algunas palmeras. En el centro del jardín hay un surtidor de azulejos. / Una pequeña escalerita permite el acceso a la puerta de entrada del hotel. / Traspuesta esta puerta, se entra en un hall, cuyas paredes adornan fotografías y óleos del maestro (…)” (La Correspondencia de España. 4/1/1920, n. 22.600).

Uno de los motivos por el que el torero envió a su hija a vivir con su padrino fue para que tuviera un hogar estable, pero también asegurándole todas las comodidades materiales y una educación apropiada. De su formación se encargó la familia Galdós, quienes insistieron en ofrecerle estudios de literatura, bellas artes y música. Así, se formó en piano en el Conservatorio de Madrid con el pianista y compositor Manuel Fernández Alberdi y en 1920 obtuvo el premio extraordinario. En enero de este mismo año, precisamente, muere Pérez Galdos, en cuyo velatorio, como miembro cercano de la familia se encontraba Rafaela González.

Como adelantábamos, fue una de las modelos de Julio Romero de Torres, concretamente es la protagonista de La niña de las trenzas (1917). Esta obra, que pudiera ser un encargo o un regalo del pintor al torero, coincide con la llegada de Romero de Torres a Madrid en 1916, en pleno éxito, cuando muchos personajes de la intelectualidad, la cultura y la burguesía nacional quisieron ser retratados por él.

Artistas como Pastora Imperio, Concha Piquer, La Argentinita, La Niña de los Peines o Dora la cordobesita; intelectuales de la talla de María de la O Lejárraga, Margarita Nelken o Carmen de Burgos; y miembros de grandes familias como Ysolina Gallego de Zubiaurre, la Condesa de Colomera o Concepción Ruiz Frías, son una pequeña representación de los protagonistas del contexto cultural y social que envuelve al pintor a partir de la segunda década del siglo XX y del que, en cierto modo, formó parte Rafaela.

Romero de Torres la representa en este retrato con 15 años, vestida de negro, sentada de lado y mirando al espectador y con un ramo de jazmines en sus manos. Al fondo se abre un paisaje imaginario de Córdoba en el que destacan la campiña cordobesa y la Puerta del Puente Romano, con el que pretende resaltar su origen cordobés.

Su vida empieza a torcerse con la llegada de la Guerra Civil. Previamente se había casado con el médico José Lobo Rodríguez, con quién tuvo un hijo, Rafael. Los tres tuvieron que exiliarse a México; así el 25 de mayo de 1939, embarcaron en el buque Sinaia, que tras del triunfo de los sublevados de la contienda estuvo trasladando a exilados, y llegaron finalmente a Veracruz el 13 de junio de ese mismo año. Como muchas otras mujeres, se vio arrastrada al exilio siguiendo a su marido como única opción para sobrevivir. Latinoamérica fue el destino predilecto de los intelectuales españoles para huir de la España Franquista.

A pesar de lo interesante de la figura de Rafaela González Muñoz, muchos vacíos se presentan a la hora de reconstruir su historia. Cuando llega a México como refugiada política recibió junto a su hijo y marido una ayuda del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles. Pero en 1941, cuando la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles le da otra ayuda, ya aparece registrada como mujer divorciada. Su vida en el exilio no debió tener los mismos lujos que en casa de los Galdós, si bien, se encontró con antiguas amistades, como Margarita Nelken, diputada socialista y feminista durante la Segunda República que también fue exiliada, amiga de Benito Pérez Galdós y también amiga, crítica y modelo de Julio Romero de Torres. Esta, hacia 1947, escribió Presencias y Evocaciones, donde recoge sus recuerdos de personalidades españolas y europeas de la cultura y la política, dedicándole un ensayo muy personal a Galdós.

Finalmente, Rafaela González Muñoz, la hija de Machaquito, muere en México en 1995 siendo, como hemos visto, un personaje destacado por estar relacionada con algunas amistades de Julio Romero de Torres, por estar en el centro de la cultura y la política española de la época y por ser testigo, como muchas mujeres, del exilio.

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