La primera noche fuera de casa
Un grupo de vecinos de la parcelación La Altea y de la urbanización Majaneque duermen en la residencia de mayores del Guadalquivir tras inundarse sus viviendas


Han perdido sus casas, con ellas parte de su vida y la noche de ayer entrará a formar parte de sus peores recuerdos. Muchos de ellos tuvieron algo de suerte y pudieron descansar en la casa de sus familiares, pero a una quincena de ellas no les quedó más remedio que pasar la noche en la residencia de mayores del Guadalquivir. En pocas horas, el Ayuntamiento se vio obligado a improvisar lugares de acogida para todas estas familias que han visto cómo la lluvia, la crecida del cauce y los desembalses se han llevado de un plumazo sus viviendas.
Minutos antes de las 21:00, justo antes de que empezara el partido que enfrentó al fútbol club Barcelona contra el Stuttgart, Francisco Vílchez miraba la televisión intentando entender todo lo que le había sucedido horas antes. "Es mi única casa y no creo que podamos recoger nada de lo que había dentro", apuntó al tiempo que confesó que prefería no acordarse todo lo vivido por la mañana. "Es una situación muy mala y no hemos podido aprovechar nada", lamentó. Relató que "cuando nos levantamos apenas había medio metro de agua y, en unos minutos, un metro más". A sus 72 años, Francisco Vílchez vivía en la calle La Tórtola desde hace apenas siete, tras pasar 30 años "trabajando en Barcelona", relató. En esa casa, continuó, "vivíamos diez personas, toda mi familia". Para este hombre, la solución brindada por el Ayuntamiento "es lo mejor que nos ha podido pasar, dentro de lo peor".
Antes de que se sirviera la cena en la residencia, el Ayuntamiento ya había llevado colchones, sábanas y mantas hasta la residencia. Aunque finalmente fueron quince las personas que han pasado la noche en estas instalaciones, el Consistorio tenía prevista la llegada de "entre 40 y 50 personas", relató la concejal de Bienestar Social, Ana Moreno (IU).
Mariana Cabañas fue otra de las personas que no tuvo más remedio que pasar la noche fuera de su casa. Acompañada por su hermana, Juliana, el marido de ésta, Antonio Palo, y cinco críos. Mariana lleva siete años construyendo una casa en la barriada de Majaneque y ayer todo lo construido desapareció por el desembalse de los pantanos. "Está todo perdido", lamentó. Ella no comprobó todo lo que había pasado hasta bien entrada la mañana porque "a las 09:00 me vine para Córdoba para arreglar unos papeles y a esa hora el río iba bien". Una llamada de un familiar alertándola del peligro y de la entrada del agua en su casa hizo que Mariana regresara y comprobase la situación. "Hemos podido sacar algunos animales y poco más", dijo.
A su lado, su hermana Juliana asentía, tras manifestar el "miedo" que toda su familia ha pasado. "Nadie nos ha avisado y hemos perdido todo, la documentación y todos los papeles; lo hemos perdido todo", indicaba una y otra vez, al tiempo que su hacía una petición. "Que no se olviden de nosotros. Sé que hay gente que necesita más cosas que nosotros, pero que no se olviden", insistía. Y es que la ayuda, para esta familia, es de vital importancia ya que Antonio Palo, el marido, ha estado en el paro en los últimos meses. "Ahora sí trabajo y mañana -por hoy- me tendré que levantar a las 06:00 para trabajar", detalló.
Un grupo de vecinos de la calle La Perdiz, en la urbanización Guadalvalle, esperaba la hora de la cena a la entrada de la residencia municipal. Uno de ellos, Manuel Ávila. Su máxima preocupación es hoy, el día después de la crecida del Guadalquivir, las consecuencias y el riesgo de lluvia. "Lo que más nos preocupa es cuando el agua se vaya y ver qué ha pasado con las casas", confesó. Ávila reside en una vivienda de esta urbanización de 120 metros cuadrados desde hace cuatro años y hace dos que está en paro. Su mujer está embarazada y tiene un niño de 18 meses, que pasaron la noche en casa de un familiar. "A las 08:30 no había nada y apenas una hora después el agua ya estaba entrando en la puerta de mi casa; no hemos podido sacar ni las camas", resaltó. También criticó la tardanza de la llegada del alcalde, Andrés Ocaña, "que no ha aparecido allí hasta las 16:30".
Salvador Corregidor es su vecino de parcela y tras contar un relato similar, decidió criticar los servicios y la escasez de ayuda recibida desde el primer momento. "No ha llegado nadie a avisarnos ni a darnos información", denunció y consideró necesario que las administraciones competentes "deben plantearse cómo y cuándo hacer los desembalses". Un planteamiento compartido por Juan Ruiz, otro de los vecinos afectados, que pasó la noche fuera de su casa y que mostró su extrañeza porque nadie hubiera previsto esta situación. Todos ellos también coincidieron en tildar de "catastrófica" la situación y sentirse "desolados".
La crecida del Guadalquivir y los desembalses también provocó serias molestias a los vecinos de Alcolea, sobre todo, los que residen en la calla La Barca. Muchos de ellos prefieron irse a casa de sus familiares y esperar hasta hoy para comprobar los posibles daños de sus viviendas. Francisco Rufián fue uno de ellos, aunque prefirió pasar la noche vigilando su casa junto a un grupo de vecinos. "Algunas casas se han tabicado para evitar que entre el agua", describió. Sobre las 22:00, este afectado y un grupo de vecinos escucharon los consejos de los efectivos de Protección Civil para evitar daños peores. A esa hora, Carmen, otra residente de la zona, ya había comenzado a subir los muebles a la planta de su casa en previsión de que el agua llegase a la puerta de su vivienda. "Nos han recomendado que nos vayamos, pero nos vamos a quedar", reconoció.
Hasta pasadas las 03:00, el alcalde pedáneo de Encinajero, Antonio Guerra, estuvo vigilando las zonas afectadas por el desembalse. En este núcleo de población, unas cien personas no durmieron en sus casas por el agua, sino en las viviendas de sus familiares, aunque el polideportivo se había preparado en previsión. Guerra afirmó que la situación en Encinarejo "va a depender de los embalses de Jaén". En concreto, las zonas afectadas de este núcleo fueron el arroyo Guarromán, el camino del Soto y una vaquería. José Antonio Arenas acompañó al alcalde hasta la madrugada, ya que fue uno de los desalojados por prevención. "Sólo se nos ha inundado en sótano, pero vamos a estar toda la noche de guardia por lo que pueda pasar", describió.
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