"Hay más personas con necesidad y a la gente que menos tiene le está llegando menos"

La Fundación Proyecto Don Bosco desarrolla su actividad en Córdoba en el barrio Guadalquivir y en Las Palmeras

25 de marzo 2012 - 01:00

LAS causas de la exclusión social son el objetivo contra el que lucha día a día la Fundación Don Bosco, una ONG católica que en Córdoba está arraigada en las barriadas con mayor conflictividad social.

-¿En su cargo, siente más responsabilidad de tipo social por lo que hace, o moral por que procede de una institución vinculada a Don Bosco con un largo historial de ayuda a los que más necesitan?

-La verdad es que tengo la suerte de llevar desde muy joven una trayectoria social. Mis comienzos no son aquí, yo empiezo en la calle Torremolinos, en San Martín de Porres, con Cáritas parroquial y he ido pasando por diferentes colectivos sociales y eso hace que en el 2007 aterrice aquí. La conciencia social ha sido cultivada a lo largo de los años y a través de la experiencia. Tengo como aval el haber empezado desde la base pues comencé como educadora de calle, he sido orientadora laboral, he estado en una empresa de inserción como administrativa, con todo lo que eso conlleva, he estado en el barrio Guadalquivir, Las Palmeras... La trayectoria personal y de experiencia profesional al mismo tiempo hace que cuando tengas una responsabilidad sepas de lo que estás hablando y cuál es la línea de acción y cómo hay que hacerlo o al menos intuirlo.

-La labor de esta fundación vinculada a Salesianos se origina no hace tanto pero parecen haber crecido mucho.

-La Fundación se crea en 1998 y en muy poco tiempo ha habido un crecimiento exponencial. Creo que lo que ha permitido que ese crecimiento sea posible es tener una base clara de lo que se quiere y mucho esfuerzo por conseguirlo.

-¿Qué fue antes el huevo o la gallina; es decir, acuden donde hay necesidad o la demanda les ha obligado a dar una respuesta, un servicio?

-Creo que se han producido las dos cosas al mismo tiempo. Creo que es verdad que había una propuesta, porque nosotros nos dirigimos a jóvenes en riesgo de exclusión social a través del sistema preventivo de Don Bosco, que es una forma de intervención con los chavales. Es decir, existía una propuesta que nosotros hemos ofrecido a las administraciones públicas y las diferentes entidades para que pudieran apoyarnos en esa labor que desarrollamos. También hay necesidades concretas y ante ello las instituciones nos requieren por nuestra experiencia, para que estemos presentes y podamos desarrollar proyectos concretos. No te pueden solicitar si no saben que hay una experiencia previa, la base debe existir antes.

-¿A dónde quieren llegar?

-Creo que no se trata de llegar a muchos sino de dar a todo lo que sea posible pero sí llegar con calidad. Y llegar con calidad desde el trabajo concreto con la persona, que eso muchas veces se olvida, si hay algo que la fundación tiene claro es el trabajo individualizado. De hecho, en nuestros proyectos trabajamos con grupos reducidos, pretendemos que con esos grupos pequeños se puede dar una respuesta válida a la situación de cada persona y sobre todo teniendo en cuenta su necesidad. Por el momento estamos viviendo las necesidades se están acuciando y hay personas que antes no estaban en riesgo y que ahora se encuentran entre los necesitados.

-Me habla de pequeños grupos...

-Tenemos tres líneas de intervención. Existe en primer lugar la atención residencial: son casas de acogida en donde la Junta de Andalucía tiene la tutela y a nosotros nos da la guarda de menores tutelados. En Córdoba tenemos 21 chavales en las tres casas que tenemos. Existe otro proyecto que es el programa socioeducativo, donde se lleva a cabo todo lo que tiene que ver con los centros educativos o colectivos específicos como pueden ser mujeres o personas inmigrantes. Eso hace que normalmente funcionemos haciendo pequeños grupos para que nunca haya más de 5 ó 7 chavales con un responsable. Luego hay también proyectos individualizados, como con el tema del absentismo escolar o de la violencia de género. La tercera línea es la de inserción sociolaboral, en la que entra la formación y orientación para la inserción en un puesto de trabajo; ahí estamos ahora ayudando a muchas personas; en este caso último son servicios que están financiados por el Servicio Andaluz de Empleo y el programa Incorpora de La Caixa. Partimos siempre de la realidad de la persona, porque a veces se dan respuesta a necesidades que no siempre son las necesitadas, por eso tratamos de dar una respuesta individualizada.

-En Córdoba tienen, según sus propios datos, en la barriada de Las Palmeras y Guadalquivir uno de sus campos de actuación ¿siguen siendo barrios muy marginados?

-La verdad es que son zonas de necesidad de transformación social y así son denominadas por la Junta de Andalucía porque existe un conflicto social y es real. Pienso que las personas que ya vivían en estas zonas y se encontraban en un peligro de exclusión social, en el momento actual están doblemente excluidos, porque los recursos que hay, se deben repartir entre más personas. Como hay más personas con necesidad, a la gente que menos tiene le está llegando menos.

-¿Espera confirmación de los recortes sociales?

-Bueno, yo espero que no existan recortes sociales e incluso que hubiera mayores recursos porque somos las personas las que edificamos y construimos lo que tenemos. Eso permitiría que los que están en riesgo de exclusión puedan participar también como ciudadanos en la sociedad que todos formamos.

-Uno de los ámbitos en el que actúan es el absentismo escolar ¿pero sigue habiendo absentismo cuando ya no hace falta estar atento en clase para pasar de curso?

-Sigue siendo un grave problema y muchas veces no prevemos la particularidad. Al ampliar la edad obligatoria de escolarización a los 16 años hay chavales que ya a los 13 años no se ven en el ámbito educativo, así que ¿cómo van a aguantar hasta los 16 en la escuela? Para eso es nuestro proyecto de absentismo, que es un seguimiento individualizado en el que incluso somos intermediarios entre la familia y el centro educativo. Es fundamental generar una persona de confianza que permita que logremos que vuelvan al centro educativo con cierta normalidad. Y tenemos otro proyecto que se llama segunda oportunidad y que lo desarrollamos en el barrio del Guadalquivir. En este caso son chavales de 14 y 15 años que tienen más ámbito de calle que de centro educativo y que hemos llegado con los centros educativos a un acuerdo por el cual los chavales se mantienen la mitad de la mañana en el centro y el resto vienen a nosotros y le ofrecemos un refuerzo educativo a esas materias y sobre todo unos talleres prelaborales, una serie de actividades más motivadoras que hacen que los chavales tengan el compromiso de asistir al centro educativo para poder después continuar con nosotros. Si no se hiciese así el absentismo sería un premio.

-¿Nos hemos rendido un poco ante los absentistas?

-Yo creo que se le está dando una oportunidad porque realmente tal y como está la educación reglada en algunos casos la educación reglada no se adapta a determinados perfiles.

-Otro ámbito en el que actúan es la violencia de género, que no sólo ocurre en televisión. ¿Hay más de lo que se podría sospechar?

-La violencia de género no es desgraciadamente algo marginal, aunque también exista en esta población. Además, en la población de exclusión normalmente está más soterrado, hay más ocultismo, está menos visible. Tal y como están estructuradas estas familias a las que me refiero, la mujer lleva el peso de la familia; en las zonas de necesidades de transformación social la mujer es la que tira, la que organiza la casa e integra la familia pero es un papel que no está reconocido por la sociedad y aún menos por sus parejas. Hay todavía una conciencia de ella en su lugar muy estereotipada. No es la que sale en los medios de comunicación, pero existe. En el trabajo con mujeres hemos planteado un proyecto que se llama mujeres transformadoras de su entorno y no consiste en llegar a la mujer para que nos cuente sus problemas y decirle que la vamos a salvar; lo que buscamos es una complicidad y lo que hacemos es trabajar de forma preventiva con los diferentes chavales de nuestros proyectos a los que hemos incorporado un módulo que se llama de igualdad de género. En este módulo tenemos talleres en los que los formamos como agentes de igualdad, concienciándolos y sensibilizándolos.

-También se ocupan de casos de drogadicción entre los jóvenes, ya pasó la época de las jeringuillas y la heroína. ¿A qué se enfrentan?

-Sobre todo a drogas muy baratas. El tema de los inhalantes está haciendo mucho daño en chavales muy jóvenes. El tema del alcohol: el vino y la cerveza son muy baratos. Y existe un problema con el hachís. Pensamos que son drogas más light pero no te puedes imaginar el daño que están haciendo, especialmente en adolescentes o jóvenes que consumen sistemáticamente y que es difícil luego de reconducir. No hablamos de heroína, hay poco de cocaína y, como dije, sobre todo son los inhalantes, que hacen un shock mental que impiden que se controle la cabeza. Es una droga muy accesible.

-Inserción laboral de éxito.

-El programa de inserción socio-laboral intenta cubrir todo el itinerario, desde el formativo, capacitación, orientación, inserción. Normalmente intentamos que la capacitación vaya unida a unas prácticas profesionales, que la persona se vaya de aquí con una formación y unos conocimiento y además una experiencia real en un puesto de trabajo. También es verdad que con las empresas tenemos un aval porque ya nos conocen, saben de dónde viene el chaval y además nosotros hacemos un seguimiento tanto en prácticas como cuando ya están en su puesto de trabajo para que si hay alguna dificultad se pueda solucionar.

-¿Hasta qué punto tienen presente una especie de espíritu salesiano en todo esto o cuando se trabaja en estas labores sociales las creencias acaba quedando en un segundo plano?

-Creo que es al contrario. A mí realmente por ese fondo cristianoque tenemos es lo que nos hace que nos movamos. Don Bosco comienza en Turín con los niños de la calle. Ése origen es de Don Bosco y es el estilo que nosotros tenemos. Ésa es la base de donde nos nutrimos, de donde cogemos la guía de trabajo, es lo que nos mueve y en los momentos de dificultades, que son muchos -financiación, recursos, día a día con los necesitados-. Hay que creer que las cosas son posibles y eso es lo que te mantiene.

-¿Cómo ven a otras ONG de inspiración no religiosa que trabajan en los mismos campos?

-Creo que existe mucha variedad y que en eso está la riqueza, que desde diferentes planteamientos podamos ir uniéndolos, sumándolos en cierto modo. Cada una con su estilo y motivación. Nosotros no tenemos dificultades para trabajar en red y nosotros no podemos ayudar a todos y para eso es fundamental sumar recursos.

-¿A quién rinden ustedes cuenta, teniendo en cuenta que su financiación es un 79 % de la Junta de Andalucía?

-La Fundación es una fundación canónica, es decir, dentro de la Iglesia, y creada por la Congregación Salesiana. El presidente del patronato es el inspector de los Salesianos. La última persona responsable a nivel institucional es nuestro inspector de zona. Tenemos un órgano de gestión y respuesta hay que dar a todos, los que nos financian, sea dinero público o privado debemos dar una respuesta clara de lo que hacemos y de dónde se está invirtiendo ese dinero.

-Trabajan con jóvenes inmigrantes que en muchos casos han llegado solos y de manera ilegal a España. ¿Sienten que esté creciendo el rechazo hacia ellos por la falta de trabajo?

-Ahora mismo tenemos que tener cuidado con la típica frase de que si no hay trabajo para nadie para quién lo va a haber. Hay que tener una visión amplia. Quizás si pensamos que va a haber trabajo para todos puede que lo haya algún día.

-Cómo se ven entre ellos, el inmigrante y el de absentismo escolar que están en el mismo grupo de trabajo.

-Siempre mezclamos y nunca hemos tenido un problema en el tema de la integración. Cuando se viven las cosas con naturalidad, no se genera conflicto. Cada uno tiene su realidad pero no existen dificultades entre ellos.

-¿Cómo cree que la ven estos jóvenes que de algún modo dependen de usted?

-Pues creo que me ven como una persona que está aquí con ellos. Por lo menos eso es lo que yo quiero que vean, como una persona que apuesta hasta las últimas consecuencias por sus vidas y por ese proceso que podemos estar haciendo con ellos. Y quizá, aunque yo no hago el trabajo directo con los chavales, intento estar muy cerca de ellos, conocer nombres, conocer situaciones, porque es la única forma de que, cuando tú ves lo que hay, puedas tomar decisiones correctas. Las decisiones tienen que estar arraigadas en la realidad. Quiero que me vean como una persona que se los cree.

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