"Al periodista que entra en política se le pone un sello que no se quita nunca"

Tras una dilatada carrera profesional y política llega ahora a un cargo con un perfil completamente distinto, donde se encargará de la promoción cultural de España en Francia

"Al periodista que entra en política se le pone un sello que no se quita nunca"
Jesús Cabrera

29 de julio 2012 - 01:00

EL periodista cordobés Juan Ojeda ha sido nombrado nuevo director del Colegio de España en París, una prestigiosa institución cultural por la que han pasado nombres de la talla de Américo Castro, Luis Cernuda, Severo Ochoa o Xavier Zubiri entre otros. Con esta nueva misión, Ojeda cumple el objetivo de cerrar su vida pública en la capital francesa con un cometido cultural, después de una larga trayectoria como periodista, así como diputado autonómico, europarlamentario y dirigente orgánico del PP, además de vicepresidente de Cajasur. En breve, tendrá en sus manos las riendas del Colegio de España en París.

-¿Le ha dado tiempo de preparar proyectos para este nuevo cometido?

-Proyectos concretos no tengo porque la parte de más gestión cultural que tiene el Colegio de España en París, aparte de la residencia de investigadores, doctores y creadores, es el fomento de la cultura y de la lengua española. Esto se ha hecho hasta ahora en parte en colaboración con el Instituto Cervantes y ahora se hará con bastante más colaboración. En tiempos de crisis hay que aprovechar las sinergias y son dos instituciones que pueden colaborar más estrechamente. En septiembre, cuando se incorpore el nuevo director del Instituto Cervantes, que es Juan Manuel Bonet, y con el consejero de cultura de la Embajada haremos un plan importante para vender la marca España. Esto se puede hacer de muchas formas y creo que para eso tenemos los periodistas un sentido de oportunidad que puede servir para esto. También hay que abrirse a más cosas y la prensa española puede tener allí un sitio importante, junto con la gastronomía o la música. Y si podemos hacer algo por los Patios de Córdoba también lo haremos.

-Hasta ahora hemos conocido el Juan Ojeda periodista y el político y a partir de ahora en una nueva faceta que a lo mejor ni usted mismo esperaba. ¿O pensaba en un retiro más o menos suave?

-Desde hace mucho tiempo tenía la ilusión de irme a París. Siempre ha sido mi segunda ciudad después de Córdoba y he estado allí muchísimas veces. En mi época del Parlamento Europeo iba casi todas las semanas y, como estaba en la Comisión de Cultura y Medios de Comunicación, traté bastante con el Instituto Cervantes y todo lo que era la promoción de España en el exterior. Yo había pensado al término de mi carrera profesional dedicarme a eso en París. Era mi ilusión y se ha podido hacer realidad porque las circunstancias lo han permitido. Fue un destino que solicité y me ilusiona el hacer una cosa nueva, aunque fundamentalmente siga siendo periodista. Todo el tiempo que estuve en política pensaba como periodista, algo que tiene sus ventajas e inconvenientes.

-Habla de la política en tiempo pasado.

-Ahora no participo activamente en política. Sigo perteneciendo al Partido Popular, pero son otras generaciones las que tienen que llevar el peso de la acción política. No renuncio a mi militancia pero ya no tengo actividad política plena como antes. Este cargo, aunque es un nombramiento que depende de un Ministerio, no es de acción política.

-Recupera una faceta en la que tiene antecedentes. Usted fue quien trajo a Córdoba a Boris Yeltsin.

-Es verdad. Hicimos la jornadas de Europa sin fronteras y trajimos a Yeltsin, Cavaco Silva y a un montón de gente. Eso se organizó antes de la caída del muro de Berlín y se celebró después de la caída, por lo cual, las circunstancias de la Europa del Este habían cambiado considerablemente. Trajimos a gente de Checoslovaquia, Yugoslavia, Hungría y muchos de ellos fueron después ministros, porque entonces eran los opositores al régimen comunista y luego llegaron a ministros. Yeltsin había sido alcalde de Moscú y presidente de la Duma y luego fue presidente de Rusia. La corresponsal de El País en Moscú, Pilar Bonet, me puso en contacto con su secretaria, Galia González Yagüe, que era una de las niñas españolas que se fueron en la guerra, porque Yeltsin sólo hablaba ruso y no había manera de entenderse con él. Fue toda experiencia.

-¿Fue fácil?

-La verdad es que salió bien. No teníamos medios y salió bien. Cuando vimos aquí a toda esa gente pensamos que cómo lo habíamos hecho. Lo organizó la Fundación Cultura y Progreso, que presidía Joaquín Fayos, y colaboró el Ayuntamiento, cuyo alcalde era Herminio Trigo, y lo financió la BNP. Hubo aquí gente de la KGB y de la CIA siguiendo a Yeltsin y a los demás. Fue una cosa bastante curiosa.

-¿Qué aprendió de aquello? ¿Fue vivir en directo el cambio en Europa, no?

-Recuerdo que también me ayudó mucho el corresponsal de TVE en Berlín, José María Siles, que me proporcionó contactos con gente de la Alemania del Este. Fue vivir esos instantes con gente que hasta hacía unos meses habían vivido perseguidos en sus países, en la clandestinidad prácticamente, poder sacarlos de allí, que fue muy complicado administrativamente, porque las embajadas seguían con la mentalidad de los antiguos regímenes. Recuerdo que con la Embajada rusa el conflicto fue tremendo por el tema de Yeltsin y de quienes le acompañaban. Fue llamativa la discusión en el Palacio de Congresos de Boris Yeltsin y Julio Anguita hablando del futuro del comunismo. Fue un contraste de opiniones interesantes. Trajimos también invitados españoles, como Fernando Savater y Fernando Sánchez Dragó, que durante un poco tiempo fue también director del Colegio de España en París.

-A partir de este hecho salta a la política activa. ¿Por qué?

-Esto se hizo en la primavera del 90 y ya estaba nominado candidato por el PP y en la primera reunión que tuvimos en Madrid coincidió con la llegada de los primeros invitados a estas jornadas y me vine a Córdoba con Cavaco Silva. Antes había estado en el CDS durante un año, no como político sino como profesional, como director de las campañas en Andalucía porque era amigo del presidente regional, Antonio José Delgado de Jesús, y del jefe de prensa de Adolfo Suárez, Juan Roldán, que fue corresponsal en Nueva York. Entré en el PP tras el congreso de Sevilla, que ya estaba en su giro al centro.

-¿Que le hizo entrar en política y dejar aparcada la profesión periodística?

-Creo que fue la curiosidad. Fui uno de los periodistas de la Transición a partir del asesinato de Carrero Blanco y cubrí todo aquello. En esa época todos los líderes nacionales venían a Córdoba y entrevisté a todo el mundo, de Fraga a Carrillo, pasando por Suárez, Garrigues, Ignacio Gallego, todos. Todos venían por Córdoba y todos se dejaban entrevistar porque querían hacerse un nombre. Los que estábamos en provincia no habíamos tenido oportunidad de cubrir los actos de los primeros espadas. Eso te despierta la curiosidad por la política y siempre hice información política en el Diario Córdoba. Cuando me ofrecieron ser candidato en el PP lo pensé bastante porque es un salto en la vida que no tiene marcha atrás. Cuando un periodista entra en política se le pone un sello que no se quita nunca. Sabía que a partir de ese momento volver a la profesión de una forma normal era algo imposible, porque ya tienes un sello político y todo lo que digas y escribas se interpreta en función de la ideología que profesas públicamente. Lo que no pensaba es que después iba a tener cargos de importancia dentro del PP porque no era hombre de aparato. Los aparatos siempre me han dado una cierta grima y al final resulta que yo era el aparato.

-¿Aquello colmó sus expectativas?

-La política, como todo en la vida, tiene su cara positiva y su cara negativa. Conoces a gente que te enriquece y dentro del PP en mis dos primeros años me dediqué al control de la RTVA. Tuve un papel muy limitado. A raíz de que Javier Arenas se vuelve a Andalucía por primera vez entro en su equipo tras el congreso de 1993 con Manuel Pimentel de secretario general y yo de vicesecretario general ocupándome del tema electoral y de comunicación. Luego fui presidente del partido en Córdoba en 1994 y cuando dimite Pimentel paso a ser secretario general. El PP gana las elecciones en 1996 y Javier se va de ministro. Tiene una capacidad de trabajo tremenda y aún siendo ministro seguía la actividad del partido día a día. Muchas veces despachaba con él en el AVE. Nos montábamos en Sevilla, charlábamos las dos horas y media de viaje, él se iba al Ministerio y yo cogía el primer tren a Andalucía.

-¿Después de haber conocido tan bien desde el interior el PP, qué desarrollo le augura en esta nueva etapa con Juan Ignacio Zoido al frente?

-Sustituir a Javier es imposible porque es una figura inimitable. El PP tenía una imagen muy de derecha pura y dura y los resultados electorales hasta el 94 eran los que eran. Se acortó la distancia con el PSOE porque el partido se centró mucho, se cambiaron las estructuras, las personas, porque los mensajes de centro son creíbles siempre que las personas sean creíbles. Javier tiene una cosa que en política es muy importante y es que tiene encanto, capacidad de seducción en el buen sentido de la palabra. Durante casi 20 años ha tenido una influencia fuerte en el PP de Andalucía y ahora, al irse, Zoido puede ser un excelente presidente del partido, en otras circunstancias y con un suelo muy distinto al que cogió Javier Arenas. Zoido y José Luis Sanz cogen un partido muy fuerte, cuyo próximo reto es gobernar en Andalucía. La relación de Javier con el resto de presidentes en Andalucía no podrá ser repetida por alguien que no sea Javier, con todas las ventajas y todos los inconvenientes que eso tiene. Ahora, tienen que buscar un nuevo tipo de relación con los alcaldes, con los presidentes de las diputaciones para hacer una organización donde la verticalidad de Javier, que no puede repetirse, pase a ser transversal.

-¿Qué papel juega José Antonio Nieto en esta nueva estructura?

-Tiene ahora el mismo papel que tenía en la etapa de Javier Arenas. Es presidente provincial, alcalde y puede ser presidente de la FAMP si se desbloquea el asunto. Es un hombre que conoce muy bien la organización. Trabajó mucho tiempo conmigo en Sevilla, en el aparato de la calle San Fernando y los resultados en Córdoba son buenos. Es un hombre de futuro.

-¿Esta justificado que su nombre sonase en los días siguientes a la dimisión de Arenas como su sustituto?

-Era lógico. Al irse Javier Arenas había cinco o seis personas con trayectoria política suficiente como para ser el presidente del partido. Estaba José Antonio, Zoido, Carmen Crespo, Carlos Rojas, Bendodo. Lo que pasa es que Zoido tiene una buena trayectoria: fue decano de los jueces de Sevilla, secretario general del Ministerio de Justicia, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha y en Andalucía, secretario general del partido. Zoido es el de mayor peso político.

-¿Qué futuro le ve a José Antonio Nieto?

-Él tiene que consolidar en las próximas elecciones la mayoría absoluta en la capital y a partir de ahí depende de lo que quiera hacer. Cuando haya cumplido su trayectoria municipal de uno, dos o tres mandatos, como es muy joven, puede tener una trayectoria en la política nacional o regional. Lo que pasa es que con la situación que hay ahora no se sabe qué va a pasar ni en Andalucía ni en España. Hay una convulsión política que da lugar a situaciones que ahora ni sospechamos siquiera. En una trayectoria más o menos normal José Antonio es uno de los hombres con más futuro en Andalucía.

-¿Cómo lo está haciendo el PP?

-El PP hace lo que puede. No tenía constancia de la situación en que estaba la economía española, donde los agujeros eran más grandes de lo que se suponía y se han encontrado con una situación absolutamente deteriorada y teniendo que tomar una serie de medidas que en la mayoría de los casos no le gustan a ningún dirigente. Es más fácil ser bueno que ser duro. El PP tiene ahora que hacer un esfuerzo cada vez mayor de explicación. Hay que hacer política y no se pueden tomar otras medidas, pero a la gente hay que contarle qué está pasando, qué va a pasar y a dónde queremos llegar. Tiene que haber un esfuerzo de explicación. En esto tiene responsabilidad también el PSOE con un pacto en lo fundamental, porque España está en una situación crítica y los socialistas tienen mucha responsabilidad en esta situación.

-¿Cómo ve como periodista la información que toma el Gobierno de sus decisiones?

-Falta una estrategia a corto y medio plazo. Las circunstancias son las que son y te obligan a tomar decisiones que hace tres meses ni se pensaba que se iban a tomar. Ahora hace falta que en el PP tracen esta estrategia de comunicación. Ésta es una de las lagunas que veo. La gente imaginaba que las cosas iban a ser muy duras, pero hay que insistir en una política de acercamiento y de información.

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