Un día en la parroquia San Antonio María Claret de Las Palmeras: "En este barrio hay mucha gente que quiere prosperar"

El sacerdote argentino José Bernardo Juan Lúquez, de la congregación del Verbo Encarnado, es el párroco del barrio desde hace poco más de un año

El Movimiento Ciudadano y Al-Zahara reclaman una mesa por Las Moreras y acciones urgentes en el barrio

María Dolores Amaro, Carmen Chacón y el padre José Bernardo. / Miguel Ángel Salas

Un tapete de color rojo cubre el altar de la parroquia de San Antonio María Claret, en Las Palmeras. Una gran pieza de tela roja que se utiliza para prevenir que la suciedad del techo caiga sobre el mantel blanco del altar y que se retira cada vez que hay una celebración litúrgica. Al frente de este templo, que custodia el Cristo de la Piedad, se encuentra desde hace poco más de un año el padre José Bernardo Juan Lúquez, cura argentino de 70 años de la congregación del Verbo Encarnado, que ha pasado por numerosos destinos pastorales -tres años y medio en Cuba, y también en Tenerife e Iznájar, entre otros- hasta recalar en la iglesia del Patio Aneto, que gestionó, hasta su marcha, la comunidad Claretiana durante más de seis décadas. El Día de Córdoba ha visitado la parroquia para conocer qué trabajo hace en el día a día y su relación con el vecindario.

Vestido con sotana, no tiene reparos en reconocer que esta nueva tarea que asume es "difícil para la misión de la Iglesia; no es tarea fácil como se ve a simple vista. En Las Palmeras hay gente muy buena, como en todos lados, y con buen espíritu". José Bernardo es sacerdote desde hace cuarenta años y confiesa que fue "una sorpresa" cuando conoció que Las Palmeras, uno de los barrios más vulnerables de Córdoba y de España, era su siguiente destino pastoral. A diferencia de la comunidad claretiana, de la que se recuerda y, mucho, su gran labor durante más de 60 años en esta barriada, aclara que ellos llegan a Las Palmeras "con distintos enfoques, pero en definitiva es lo mismo: venimos con la responsabilidad de atender la parte religiosa, como los entierros, bautizos y bodas, y también la parte de la caridad. Se busca también alentar la formación humana y cristiana de los jóvenes y la recepción de familias que tienen dificultades".

José Bernardo reconoce que no pensó se iba a encontrar "con una realidad tan dura en Córdoba, pero estamos tratando de mejorar en lo que se pueda y alentar a la gente a salir adelante siempre". Aunque admite que "la realidad que se vive aquí es conocida", destaca que uno de los aspectos más importantes es el hecho de que "hay mucha gente que quiere prosperar, estudian y se preparan; esos estudios son básicos para mejorar".

El influjo de la Cofradía de Las Palmeras

Entre otras muchas vivencias, a lo largo de este año y poco que lleva al frente de la parroquia ha podido vivir ya la Semana Santa y el intenso trabajo que lleva a cabo la Hermandad de Las Palmeras durante todo el año y el fervor que existe en el barrio hacia el Cristo de la Piedad, que sale en procesión cada Miércoles Santo.

La hermandad, asegura, juega un papel muy importante en el barrio y hay muchos jóvenes en ella. "Llama la atención la dedicación cuando llega la Semana Santa, la preparación que tienen y los ensayos que realizan", describe. Es más, el sacerdote admite que siempre los ve "al pie del cañón y con buen espíritu".

"Mi barrio es el más bonito de Córdoba"

Buena parte de la vida de Las Palmeras, barrio que surgió en la década de los 60 del pasado siglo, gira en torno a la parroquia. Un barrio señalado en muchas ocasiones como marginal, pero pujante de orgullo, de movimiento ciudadano y de resistencia a la adversidad, tal y como ponen de manifiesto sus vecinos.

Y de ese orgullo un buen ejemplo es Carmen Chacón, que a sus 76 años y con varios bisnietos solo siente admiración por su barrio de Las Palmeras: "Mi barrio es el más bonito de Córdoba, estoy muy contenta", repite en varias ocasiones, al tiempo que subraya la importancia que juega la parroquia, a la que está vinculada desde que era bien pequeña. Cada domingo, Carmen no falta a la misa de 12:30, y ríe al asegurar que por esta vinculación con la iglesia en su familia hay quien la llama "beata".

Y es que desde la parroquia se presta mucha ayuda a las familias de la barriada de Las Palmeras. Al respecto, el sacerdote alude a la atención que se ofrece también desde Cáritas "para enfrentar las necesidades más urgentes del barrio, por cuestiones de alimentos, de pago de luz, de agua". La gente, continúa, "tiene conciencia de que puede venir y pedir lo que necesita, puede acercarse aquí".

No obstante, hay que recordar que la parroquia de San Antonio María Claret, a pesar de jugar un papel clave, no es la única entidad que presta ayuda y trabaja en Las Palmeras. Por ejemplo, la Asociación Estrella Azahara, a la que por cierto, han acudido los hijos y nietos de Carmen, también lleva a cabo un importante trabajo.

En este punto, el sacerdote asegura que el trabajo de esta entidad es "fundamental porque participan todos niños del barrio". Además, continúa, "refuerza la formación cultural y humana y eso a largo tiempo tiene que dar frutos".

Mural pintado por Wilson Niño Vargas en Las Palmeras. / Miguel Ángel Salas

Proyecto In-Habit

A todo ello se suman otros proyectos de marcado carácter social e inclusivo, como el programa In-Habit, que buscaba examinar el papel del patrimonio cultural y la cultura en la promoción de la salud y el bienestar inclusivos. Esto se llevó a cabo mediante el desarrollo de áreas verdes, sostenibles y creativas dentro de los espacios públicos de Las Palmeras.

Un buen ejemplo de este proyecto es el mural más grande de la ciudad, que mide 400 metros cuadrados, y luce en el barrio. Se trata de una obra elaborada por Wilson Niño Vargas, un artista urbano de Ciudad Bolívar (Bogotá), que fue promovido por la Universidad de Córdoba y por la Asociación de Vecinos Unión y Esperanza de Las Palmeras; su diseño formaba parte de las actividades del proyecto H2020 In-Habit, que ha tenido su sede en la propia parroquia.

La iglesia del padre Claret colabora con el proyecto, tal y como anota el sacerdote, quien explica que es el centro parroquial donde se han celebrado reuniones. Un centro, por cierto, en el que además de celebrarse las catequesis para los niños que se preparan para hacer la primera comunión también hay un taller de flamenco.

Es decir, que los vecinos de Las Palmeras, asegura el cura, "tienen conciencia de que pueden venir y pedir lo que necesitan", por lo que es un centro de referencia para esta barriada.

María Amaro, vive en el cercano barrio de Miralbaida, pero colabora desde hace muchos años con la parroquia de Las Palmeras, de la que es catequista desde hace tres décadas. También ella tiene buenas palabras ante la labor que desarrolla la parroquia: "Aquí hay mucha gente trabajadora, muchachos que han estudiado y otros también que no", reflexiona. Tal es su vinculación con Las Palmeras que, según relata, tiene muchas amistades. Es más, asegura con orgullo que su yerno "es de aquí. No lo cambiaría por nada, ni a él ni a su familia".

Un barrio el de Las Palmeras que prosigue su historia y su propia idiosincrasia y que hay que seguir dando a conocer.

De un servicio despertador a un taller de "espacio seguro" para mujeres

El Ayuntamiento de Córdoba desarrolla numerosas iniciativas en el barrio de Las Palmeras con entidades de carácter social. Entre otras, el Servicio despertador, que tiene como objetivo garantizar que los menores acudan a clase de manera puntual y regular y que funciona como un apoyo domiciliario directo a las familias para facilitar la constancia en el proceso educativo y prevenir el absentismo escolar. Además, ofrece un taller de "espacio seguro" para mujeres, con el objetivo de fomentar la socialización, la autoestima y el desarrollo de habilidades creativas en la población femenina del barrio.

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