La moral del Alcoyano

La Sal de los días

Andrés Ocaña toma posesión el jueves en un entorno de dificultad extrema · La figura del alcalde tendrá que cambiar de un modelo popular a uno más terrenal · El futuro regidor no tendrá la red de Rosa Aguilar, que siempre encontraba a alguien dispuesto a romperse la cara en su nombre para salvar el liderazgo

Andrés Ocaña, en una fila de asientos vacíos.

03 de mayo 2009 - 01:00

MIENTRAS Rosa Aguilar dilapida con una frase su patrimonio ético histórico -la implicación del aparato de Interior en los GAL bajo el Gobierno de Felipe González no es una apreciación personal, sino un hecho judicialmente probado-, Andrés Ocaña Rabadán (Aguilar de la Frontera, 1955) asume el próximo jueves la Alcaldía de Córdoba en las condiciones más difíciles posibles. El todavía teniente de alcalde de Urbanismo se sentará en la mesa acristalada de la bombonera -la sala de reuniones de las dependencias de la Alcaldía- con una situación políticamente complicada y económicamente extrema, tanto dentro como fuera de la institución.

En cierta manera, Ocaña se enfrenta al reto con la moral del Alcoyano, el equipo de fútbol que perdiendo de manera desastrosa -la leyenda dice que 13-0- reclamaba al árbitro que no pitase el final del partido para ver si aún podía empatar. El futuro alcalde tiene mayoría absoluta gracias al PSOE, sí, pero se tendrá que ganar su autonomía política en un gobierno de coalición palmo a palmo, decreto a decreto. Quizá con la certeza de que, al final del camino, que además es corto, el empate sólo forme parte de una cuestión irracional. De fe.

De la misma manera que Pío Cabanillas padre dividía el mundo en adversarios, enemigos y compañeros de partido, el alcalde Ocaña debe asomar la cabeza antes de doblar cada esquina. No es una especulación que, sin Rosa Aguilar, el máximo responsable del gobierno municipal tendrá que enfrentarse con situaciones que su antecesora, quizá por el carisma que se gastaba, se ha ahorrado durante diez años.

Andrés Ocaña salta sin red. Y es que Aguilar, que según mi compañero Jesús Cabrera es más viva que un setter, siempre ha tenido gente a su lado dispuesta a que le partieran la cara en su nombre. En demasiadas ocasiones, el futuro alcalde ha sido víctima propiciatoria de una forma de trabajar que implicaba, ante todo, salvar la cabeza del púgil a costa de llenarse de moratones el resto del cuerpo. Ocaña no tiene esa posibilidad porque más de una vez echará a correr sin que nadie le siga en un gobierno y un entorno municipal que no es el suyo. Tendrá que ser un alcalde para dar y recibir. Un concejal con bastón, pero un concejal.

POR DOS AÑOS

Aunque sea por dos años -no hay que caer en el chiste de Ocaña el breve-, la ciudad se enfrenta a un cambio de modelo en la Alcaldía. El futuro alcalde no besa más niños que los propios, ni abraza más ancianas que las debidas. No se le ve cómodo en ese rollo celebrity que ha permitido a Rosa Aguilar estar una década al mando ganando sólo una vez las elecciones municipales. No suele darle la razón a todo el mundo ni sonríe con esa amplitud de la simpatía hecha carne que era Rosa Aguilar cuando se ponía la chaqueta roja de alcaldesa de los cordobeses y las cordobesas.

Ocaña se enfrenta además con las expectativas partidistas que se generan en un cambio de ciclo. Lo del PP no se explica en un párrafo pero es evidente que José Antonio Nieto adelantará todo lo posible su precampaña y ejercerá una oposición más dura y callejera incrementando su perfil de futuro alcalde. Izquierda (Re)Unida promete ejercer la dirección política del grupo municipal después de diez años, lo que no puede traer nada bueno. IU, que tiene a mucha gente maja, también está sujeta a contradicciones, a la política de escaparate (que horroriza a las mayorías) y a una gestión un tanto manirrota.

EL PSOE, CLAVE

Y luego está el PSOE. Son los socialistas quienes van a determinar mucho de lo que pase a partir de ahora. Por esos lares se cree que se abre el cielo. Calma. Sus posibilidades de mandar más son ciertas, pero futuras. Demasiados cohetes se están tirando desde la avenida del Aeropuerto. La marcha de Aguilar abre expectativas, sí, pero de un incremento sustancial de la abstención a corto plazo, que ya castigó a la izquierda en las elecciones de 2007. Antes que la persona encabece la candidatura de 2011 de los socialistas, falta por conocer cuáles son sus verdaderas intenciones para Córdoba y si están dispuestos a dejar esa actitud dilentante para con la ciudad, que es lo que realmente ha impedido -sumada a tanto error en la cabeza de la lista- consolidar opciones. Por mucho que les duela, no dependen de quién, sino de cuánto, cuándo y cómo.

Ocaña ha actuado hasta ahora como queriendo pasar desapercibido. Contrasta con su actitud personal porque el hombre está ilusionado, el muy insensato. Apuesta por la continuidad de un gobierno municipal que ya necesitaba cambios, por un perfil bajo cuando necesita tomar impulso desde el primer día ante el naufragio social. La leyenda, en fin, no aclara qué pasó con los del Alcoyano. Lo más seguro es que perdieran estrepitosamente. Quizá importe más que hicieron lo que debían.

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