"No se puede negar que el modus operandi era muy similar en ambos casos". Con esta frase certificaron ayer fuentes de la Policía Judicial el enorme parecido entre el método que usaban supuestamente para no pagar al fisco los detenidos de la operación Fénix y los tres de la nueva operación Troya que acaban de abrir las fuerzas de seguridad en colaboración con la Agencia Tributaria. Según la información policial, en ambos casos el oro partía desde Suiza, donde era comprado por sociedades ajenas al sector orfebre que lo adquirían como una inversión, algo que está exento del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).

Estas compañías, sin embargo, se lo vendían a otras sociedades fantasmas a través de testaferros, que a su vez lo revendían a otras firmas pantalla creadas con este objetivo y que finalmente se lo hacían llegar presuntamente a los fabricantes de joyas cordobeses, que podían manipularlo libremente y sacarlo al mercado sin realizar el pago del IVA que se debe efectuar siempre que se compra oro como materia prima para realizar joyas. Estos entramados, según fuentes judiciales, han sido muy frecuentes en los últimos años no sólo en España, sino también en otros países europeos. En muchos casos, según han señalado en otras ocasiones representantes del sector joyero cordobés, se han visto involucrados fabricantes que tienen un único proveedor de oro y que se ven envueltos en los procedimientos ilícitos de esas compañías de mayor dimensión. El origen de estos entramados se encuentra fundamentalmente en los altos costes de la materia prima con la que trabajan los joyeros y que a menudo dificulta su compra a la firmas de menor tamaño.