La mala chimenea que dio nombre a la calle del horno
Forma parte de la zona donde confluyen los populares barrios de Santa Marina, San Agustín y San Lorenzo







La realización de actividades preindustriales en el interior del casco urbano dejó su huella en el callejero de la ciudad. Las viviendas convivían en desorden con establecimientos que se dedicaban a las actividades más diversas, desde curtidurías de pieles a alfarerías o forjas, pasando por los inevitables hornos de pan que debían abastecer a diario a la población. Esta circunstancia sigue aún viva en calles como Horno de la Trinidad, Horno de Cristo, Horno de Veinticuatro y otras. En una de estas tahonas, el tiro de la chimenea no funcionaba como debía y provocaba que el callejón donde estaba situado estuviese en un permanente estado de neblina a causa del humo que no ascendía al cielo para mayor intranquilidad de los vecinos. Por esta razón tuvo el bautizo popular de Humosa y así ha llegado a nuestros días, borrada actualmente toda huella del horno de pan.
La calle Humosa está engastada en una de las zonas más castizas de la ciudad, donde confluyen los barrios de San Agustín, Santa Marina y San Lorenzo en un rompeolas que deja en el callejero nombres tan sonoros como los de Guzmanas, Nieves Viejas, Dormitorio, Montañas, Huerto Hundido o Rosalas. Esta parte de la zona antigua de la ciudad ha pasado en las últimas décadas de ser una de las más degradadas de la ciudad -como ha explicó Ramírez de Arellano al hablar de las Costanillas en sus Paseos por Córdoba- a convertirse en una zona donde las viviendas unifamiliares y los planes de rehabilitación lo han convertido en un barrio solicitado para vivir.
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