La magia de hacer sonreír
Solidaridad Una expedición por los territorios ocupados de Palestina
El cordobés José Luque conocido como Pepeciclo, viaja con la ONG Payasos sin fronteras hasta Palestina para hacer que cientos de niños olviden su triste realidad
Cuando en la cara de un niño se dibuja una sonrisa, ésta siempre es pura y desinteresada. Para muchos, esta imagen es una de las más maravillosas que se pueden contemplar. Sonrisas que se repiten en miles de ocasiones cada segundo en todo el mundo. Pero, en algunos lugares son más fáciles de conseguir que en otros, sobre todo cuando el escenario que rodea a los pequeños es el de militares armados de pies a cabeza que constantemente amenazan con la integridad de su vida y la de sus familias.
Esta situación es la que se da en lugares como los territorios ocupados de Palestina, un punto de alta tensión debido al conflicto vivo entre palestinos e israelíes, una realidad cuyas consecuencias padecen tanto culpables como inocentes. En estos momentos son muchas las ONG que fijan su mirada en esta población que padece día a día la crudeza de un conflicto que parece no tener fin. Una de ellas es Payasos sin Fronteras, una asociación sin ánimo de lucro, de ámbito internacional y de carácter humanitario creada en 1993 por un colectivo de artistas procedentes del mundo de las artes escénicas. Su objetivo se centra en mejorar la situación emocional de niños víctimas de conflictos armados y desastres naturales, alrededor del mundo.
La última expedición de Payasos sin fronteras a Israel y a los territorios ocupados tuvo lugar del 11 al 26 de diciembre, una fecha muy especial por la cercanía de la Navidad. En esta ocasión han sido cuatro los voluntarios que se han enfundado su disfraz de payaso para repartir sonrisas entre los más pequeños. Entre ellos se encuentra el cordobés José Luque, más conocido en el mundo del clown como Pepeciclo. Este artista, que forma parte de la compañía Los Hermanos Moreno Circo, ya se ha embarcado por tercera vez en esta iniciativa centrada en ofrecer números de payaso con malabares y acrobacias, utilizando siempre el lenguaje de la comicidad universal para ayudar a la recuperación emocional de la infancia refugiada y afectada por el conflicto. Pepeciclo comenzó a formar parte de Payasos sin fronteras en 2005. En estos cinco años ha aprendido lo importante que es conseguir una sonrisa entre los pequeños que cada día se enfrentan a un mundo injusto lleno de calamidades y armas sin sentido. "Cuando sales a escena y ves que consigues sacar carcajadas tanto entre los mayores como los niños siento una sensación única e imposible de explicar, pero se multiplica por cuatro cuando ves que tu público son personas que normalmente no sonríen y que viven sin saber que le deparará el futuro mañana", dice.
Durante dos semanas, Pepeciclo y sus tres compañeros han visitado zonas como Cisjordania, Nablus o a las comunidades beduinas de la región del Negev. En todos estos puntos han hecho un circuito por colegios, campos de refugiados o centros para discapacitados. "En todos los lugares en los que ofrecemos nuestros números somos muy bien recibidos, siempre sentimos el calor humano de la población", asegura. Pero son los más pequeños quienes más disfrutan con su presencia, aunque al principio se muestren un poco recelosos al no estar acostumbrados a que les regalen muestras de cariño de forma gratuita. "Cuando ven que aparecemos con nuestros disfraces y nuestra nariz roja se quedan un poco paralizados hasta que sienten que lo único que queremos es hacerles sonreír y pasar un buen rato", comenta. A partir de ese momento, lo único que buscan son muestras de cariño muy diferentes a lo que reciben diariamente de los militares y los colonos: maltratos físicos y psíquicos.
Para Pepeciclo, participar en la expedición es toda una experiencia de aprendizaje, "y me siento afortunado por poder participar en ello, en regalar sonrisas de forma totalmente altruista". Para el próximo año ya tiene sacado su billete para regresar a este punto del planeta, uno de los más calientes, en el que cada vez que un niño sonríe una estrella en el cielo brilla con más fuerza.
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