Un hueco para la cultura bajo las estrellas
Cines de verano
En Córdoba perduran cuatro espacios emblemáticos que acogen títulos de películas comerciales y de calidad, desde principios de los años 30, a precios rentables y temperaturas muy agradables.
Fresco, bocadillos, refrescos, sillas de plástico algo incómodas, expectación, entretenimiento, niños, adultos, gatos, salamanquesas, olor a dama de noche, jazmín, aroma a bungavilla, risas, lágrimas, en definitiva, cines de verano. Un ambiente que permite disfrutar, sentado al aire libre, de las últimas novedades cinematográficas o de auténticos mitos.
El cine de verano es una auténtica explosión de sensaciones que tiene más de 80 años de historia. Las primeras proyecciones a la luz de la luna llegaron a Córdoba en 1930. En aquellos años, a principios del siglo XX, el entretenimiento era muy importante porque la situación que estaba pasando el país era complicada. Por este motivo se instalaron reproductores en varias corralas y solares donde los vecinos de la ciudad podían asistir para ver los film que les interesaban o los que la ley les permitía. Poco a poco los cines veraniegos se fueron popularizando por todas las barriadas. Se convirtieron en una de las costumbres favoritas de los ciudadanos. Eran lugares donde podían llevar bocadillos y refrescos de casa y por cinco duros veían una película, pero a finales de los años 90 y principios de la década del 2000, las costumbres de los ciudadanos y las ventas de los recintos donde se albergaban hicieron que la mayoría de los solares que acogían cada noche bajo las estrellas al séptimo arte desaparecieran.
Hoy día apenas quedan cuatro salas repartidas por rincones de la ciudad. Olimpia, Fonseca, Coliseo de San Andrés y las Delicias han llegado a conseguir la categoría de espacios singulares donde la gente, normalmente, acude para ver los taquillazos del año. Aunque en algunas ocasiones estos espacios ofrecen grandes clásicos como los Goonies. Además de los más emblemáticos esta la plaza de toros Los Califas que, desde hace ya unos años, emite cada noche un título de éxito.
Martín Cañuelo, gerente de la empresa gestora de los cines de verano del casco antiguo desde 1986, cuenta que estos cuatro cines nacieron entre los años 30 y 40. Concretamente El Coliseo de San Andrés se creó en 1935, seguido de Las Delicias y Fuenseca que surgieron en 1943 y 1945, respectivamente, y apenas dos años después se empezó a usar el cine de Olimpia.
El más antiguo es el Coliseo de San Andrés, que aún está en una corrala de vecinos donde los propios habitantes pueden ver las películas desde sus balcones o sentados en los sofás de sus hogares. Por este motivos, Cañuelo defiende que estos lugares deberían mantenerse muchos años porque, además, son los únicos que han perdurado de todas las zonas del país donde normalmente siempre ha habido cines de estas características".
El principal problema que persigue a la cultura del séptimo arte en general y al de las noches estivales en particular es la subida de IVA con el consecuente aumento de precios. Espectadores de algo más de 70 años recuerdan que ellos iban al cine por 50 céntimos de la época pero testimonios más recientes de ciudadanos de algo más de 40 años afirman con nostalgia que acudían al cine una vez por semana porque era muy barato. "Iba con mis amigas casi todas las semanas a ver películas que no siempre nos gustaban pero sólo costaba cinco duros", rememora Mercedes. Ahora la mayoría de los cordobeses que acuden al cine de verano también piensa que es barato -cuatro euros- pero, como todo, ha tenido que subir el precio en los últimos años.
Las familias medias de Córdoba suelen ir a estos cines emblemáticos varias veces en cercano porque como comenta Paco, padre de dos hijos, "los niños disfrutan y nosotros estamos cómodos". Además, como dice Yolanda, una niña de apenas ocho años, "en el cine de verano se está muy fresquito, me divierto y este cine sí tiene descansos y puedo ir a hacer tus necesidades".
El aclamado "fresquito" es algo que todos los cordobeses buscan en los calurosos días de verano. Públicos de todas las edades reclaman que el motivo principal por el que van a los cines de verano es por huir de las altas temperaturas y disfrutar del aire fresco que sólo los cines de verano pueden ofrecer cada noche.
El escape de los más de 40 grados se conjuga con film comerciales para todos los gustos y todos los públicos. "Tenemos películas para un público infantil y familiar, maduro y cinéfilos" afirma el gerente de los cines de la ciudad. Según Cañuelo, la crisis que está azotando a todo el país también afecta al séptimo arte más veraniego aunque "hay días que tenemos un público masivo pero también hay otros que las salas no se nos llenan".
Cañuelo reconoce que la empresa aún no declara pérdidas pero los lugares que acogen estos cines son solares que tienen unos gastos muy elevados porque se pagan unos porcentajes a las distribuidoras muy altos, además de gastos de mantenimiento muy elevados, mucho personal e impuestos. A esto se le une que en los últimos años estas zonas estivales están emitiendo estrenos de la gran pantalla a la vez que en otras las salas de cine. "Estas películas se llevan un 60% de las ganancias porque hay que pagar a las productoras y a las distribuidoras", aclara el también empresario, Martín Cañuelo.
Los film del verano, unidos a los taquillazos del año, hacen que cada fin de semana se llenen los cines. No sólo las sillas, sino que la barra del bar está repleta durante toda la película y aún más en el descanso. "Hay mucha gente que se lleva comida de su casa pero también hay muchos otros que compran allí los bocadillos por ejemplo, los días de más aforo solemos vender alrededor de 300 o 400 bocadillos", comenta Elena Jurado, cocinera del Coliseo de San Andrés. Es cierto que puede ser más rentable llevar la cena hecha de casa pero las barras de estos patios de vecinos que acogen cada noche títulos de famosas películas no son del todo caras. Los bocadillos cuestan 2,5 euros y los refrescos algo más de un euro. "Los bocadillos son baratos y tenemos de muchos tipos desde york y queso hasta una rica tortilla de patatas", aclara Elena. El público que acude a los cines de verano es muy variado, desde jóvenes muchachas como Isabel y Raquel que van al cine una vez por semana porque les gusta disfrutar de películas actuales acompañadas de sus amigas, o personas más mayores que buscan el entretenimientos a la luz de la luna, hasta familias con niños de mediana edad que buscan la tranquilidad y la diversión para sus hijos.
Los espectadores apuestan por que este tipo de cine bajo la luz de las estrellas no desaparecerá. Cañuelo se mantiene tranquilo, piensa que estos patios que acogen cada noche a cientos de cordobeses que acuden a ver alguna película y desvincularse por un rato de sus problemas no desaparecerán. "Por ser únicas y antiguas y porque gozan del apoyo del público estas salas deben continuar". A esto se le une la tradición de los vecinos de la ciudad que tienen una cultura de ir a los cines de verano que, por desgracia, ha ido desapareciendo en la mayoría de los rincones del país.
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