Despedida

El emotivo último adiós a Antonio Gala

El féretro ha salido portado a hombros hacia un tanatorio de la ciudad

El olvido no existe. La belleza se añora sin cesar y se persigue, memoria y profecía de sí misma. La belleza es un sino, lo mismo que la muerte. Lo ha pronunciado María Sevilla, residente de la Fundación Antonio Gala minutos antes de cerrar la capilla ardiente en honor al dramaturgo, novelista, poeta y ensayista, cuyos restos han salido ya para ser incinerados y cumplir su última voluntad: quedarse en Córdoba, que sus cenizas sirvan para fertilizar los jardines de su fundación

A las 17:00 no cabía una persona más en el antiguo convento del Corpus Christi, donde desde la mañana de este lunes cientos de personas han pasado a darle el último adiós a Antonio Gala. La calle Ambrosio de Morales, quizás, no había estado nunca más silenciosa, un silencio que solo rompían los aplausos al poeta y el recital pronunciado por Rubén Jordán, que ha expresado uno de los míticos versos de Sonetos de la Zubia y María Sevilla, que ha leído Sierra de Córdoba. Ha sido parte de la ceremonia de despedida previa a su incineración. 

"Me habría gustado poder defender la tesis con Antonio en vida", era el deseo de Pedro J. Plazas, residente actual de la Fundación Antonio Gala, que ha asistido, junto a numerosos jóvenes más, a la capilla ardiente. La defenderá en el cumpleaños del poeta, cuya obra está estudiando, "y será bonito para celebrar su vida", ha argumentado.

Es solo uno de los tantos testimonios de jóvenes marcados por su obra. Para ellos, "su sello es indeleble, estamos eternamente agradecidos", pronunciaba otra joven antes de que el féretro fuera sacado a hombros, entre otros, por el rector de la Universidad de Córdoba (UCO), Manuel Torralbo; el escritor, músico y jurista Antonio Manuel Rodríguez; el diputado nacional del PSOE por Córdoba, Antonio Hurtado, además de por miembros de la Fundación y familiares de Antonio Gala. Así ha salido ya hacia un tanatorio de la ciudad, para su incineración. El cuadro de las autoridades que estuvieron en el momento lo completan Blanca Torrent, Juan Miguel Moreno Calderón o Rosa Aguilar.

El director de la Fundación Antonio Gala y sobrino del escritor, José María Gala, ha recordado a Enrique Maestre, el médico, y su amigo, que cuidó por más de 50 años de su salud.

Clara Montes le ha cantado Cuándo tendré, por fin, la voz serena, sencillo el gesto, la ansiedad cumplida antes de su partida, otro Soneto de la Zubia y Cristina Megía, residente de la primera promoción, ha sido la última en hablar y lo ha hecho como agradecimiento en nombre de toda la promoción de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, la que él puso en marcha hace más de 20 años, donde siempre perteneció y donde volverá. Así se despide Córdoba de uno de sus más grandes creadores, que falleció este domingo a los 92 años de edad.

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