Velá de la Fuensanta 2019

Una devoción escrita desde hace siglos

  • El día grande de la Velá de la Fuensanta 2019 comienza con una eucaristía presidida por el obispo en una multitudinaria jornada en la que se mezclan los sentimientos religiosos con las ganas de fiesta

Imagen de la Virgen de la Fuensanta ya en su santuario.

Imagen de la Virgen de la Fuensanta ya en su santuario. / Laura Martín

Es 8 de septiembre, onomástica de la Virgen de la Fuensanta. La imagen de la copatrona de Córdoba ha llegado a su santuario, a la plaza del Pocito, desde la Mezquita-Catedral, tras recorrer cinco templos de la ciudad –los de las parroquias de Santiago, el Carmen de Puerta Nueva, Carmen de San Cayetano, San Francisco y San Eulogio y San José y Espíritu Santo– con motivo del 25 aniversario de su coronación canónica.

Comienza un cuarto día de Velá en el que van a volver a mezclarse los sentimientos religiosos con las ganas de fiesta. Y lo hace con una eucaristía oficiada por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y concelebrada por el Cabildo Catedral. En su homilía, el prelado subraya el “especial gozo“ que representa la celebración del día de la Fuensanta en el año del 25 aniversario de su coronación y recuerda la historia de devoción que Córdoba ha escrito desde hace cinco siglos entorno a esta advocación mariana.

El origen del santuario hay que situarlo hacia el año 1420, cuando, según la leyenda, residía en Córdoba un artesano, Gonzalo García, que tenía a su mujer y a su hija enfermas y que sólo vivía para cuidarlas. Una calurosa tarde de verano, caminaba por la orilla del Guadalquivir recogiendo moras de las zarzas cuando notó que se le acercaban tres jóvenes que le dijeron “toma agua de aquella fuente que está bajo los árboles y dásela a tu mujer y a tu hija para que la beban, y sanarán de sus enfermedades”. El hombre, sin saber inicialmente qué hacer, creyó a su corazón, que le dijo que esos jóvenes eran la Virgen María y los patronos de Córdoba, San Acisclo y Santa Victoria.

Tomó el agua en una vasija, se la dio a beber a su mujer y a su hija, y al poco tiempo sanaron. En el tronco de una higuera salvaje que crecía junto a esa fuente había encerrada una imagen de una Virgen que habían puesto allí antiguos cristianos, la de la Fuensanta. La imagen se trasladó a la Catedral hasta que se construyó el santuario en el que ahora se venera.

Manuel Luna llena una botella de agua que ha sacado del pocito. Manuel Luna llena una botella de agua que ha sacado del pocito.

Manuel Luna llena una botella de agua que ha sacado del pocito. / Laura Martín

Manuel Luna, feligrés de la parroquia es el encargado este año de repartir ese agua bendita que le piden muchísimas de las personas que visitan la Velá y que saca del pocito en el que antes estaba la fuente. “Hemos recuperado una antigua tradición de esos tiempos en los que los cordobeses venían a beber agua a la fuente santa. Todo ello después de un tiempo en el que no se pudo hacer dado que el pozo se anegaba y sus aguas se contaminaban”, recuerda. Manuel le cuenta a quien le pregunta “la historia de Gonzalo García y de todas las sanaciones que ha habido y que han quedado datadas en las tablillas que hay en la parroquia”. También les insiste en que el agua “no es para beber. Es agua que se ha bendecido al inicio de la fiesta de la Velá”, puntualiza.

La Asociación de Vecinos San José Obrero prepara la ‘sardiná’. La Asociación de Vecinos San José Obrero prepara la ‘sardiná’.

La Asociación de Vecinos San José Obrero prepara la ‘sardiná’. / Laura Martín

“No sé si el agua será bendita o no, pero este sí parece el milagro de la multiplicación de los panes y los peces”, comenta Micaela Navarro, una vecina de la Fuensanta, antes de recibir su ración de la sardiná que sirve la Asociación de Vecinos de San José Obrero, con su presidente, Manuel García, a la cabeza. “Estamos preparando unos 150 kilos de este tipo de pescado para unas 1.100 personas”, comenta Manuel.

“Y mañana colaboramos también de forma altruista en la Velá con la organización de la huevá; quien quiera huevos fritos gratis, ya sabe, que venga”, añade mientras en el escenario actúa el cuadro flamenco de Cristina Rizos. San José Obrero continúa multiplicando sardinas cuando por la plaza aparece la agrupación cordobesa Samborejo para ponerle ritmo de batucada a una cita que se ha convertido en la feria chica de Córdoba, donde se mezclan la devoción religiosa y las ganas de fiesta.

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