La danza y la música: cuando el arte remueve el ser desde un escenario

Encuentros culturales

La soprano Auxi Belmonte y el coreógrafo Antonio Ruz comparten sus experiencias profesionales en un diálogo organizado por 'El Día de Córdoba'

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Antonio Ruz y Auxi Belmonte, en el Gran Teatro de Córdoba. / Juan Ayala

Córdoba/La danza y el canto son dos disciplinas que, además de pasión, requieren de un esfuerzo diario por mantener en forma el cuerpo y la mente. Los comienzos en estas artes suelen ser difíciles y, en muchas ocasiones, las familias se muestran reticentes a que sus hijos se dediquen a ellas. De la enseñanza, las dificultades en el camino y de la importancia de "remover" algo dentro del público hablan el coreógrafo y bailarín Antonio Ruz y la soprano Auxi Belmonte en el primer Encuentro Cultural organizado por El Día de Córdoba con motivo de su 25 aniversario.

Las de Ruz y Belmonte son trayectorias muy diferentes, pero ambos comparten una ilusión desbordante por lo que hacen: provocar una reacción en los espectadores, emocionarlos y conmover mediante la belleza.

El camino hasta cumplir su sueño

Las historias de ambos comienzan en Córdoba, donde desde pequeños tuvieron relación con las artes. Auxi Belmonte comenzó a estudiar piano, pero su sueño era formarse en canto. Y lo consiguió: pudo completar los estudios en el Conservatorio, compaginándolos con los estudios de Magisterio por si el plan A fallaba. "En casa, decir de repente que quieres dedicarte solo al arte genera un poco de angustia vital", asegura.

Auxi -que además gestó y dirige la Escolaría Profesional de Córdoba-, señala que nunca ha dejado de cantar, pero empezó a hacerlo "con más potencia" hace unos diez años, a raíz de padecer un cáncer de piel que cambió su forma de ver la vida y fue "un revulsivo personal". Dejó un poco apartada la docencia escolar, se volcó en el canto y la docencia del canto y se formó como psicoterapeuta.

Auxi Belmonte y Antonio Ruz, en una platea del Gran Teatro. / Juan Ayala

"Cuando tienes una experiencia vital así de fuerte, te cambia mucho la escala de valores", confiesa la soprano, que decidió quedarse en casa, en Córdoba, con su familia, y trabajar desde aquí. Por eso empezó a gestar espectáculos y se vinculó con el director orquestal Alejandro Muñoz, con el que ha fundado la compañía Lírica 1811. Pero, además, ha hecho trabajos internacionales, como la grabación de un disco en Los Ángeles.

Antonio Ruz se siente "muy identificado" con varias de las experiencias vitales de Auxi Belmonte. En su caso, cuando era pequeño sus padres lo apuntaron a flamenco en la academia de Concha Calero, pero como ella les dijo que "no tenía gracia para el flamenco y que era muy lírico", lo cambiaron a la de Araleo Moyano, "la gran maestra de ballet de Córdoba". Ella fue la que le aconsejó a su madre que el niño se fuera a Madrid para seguir su formación.

Cuando Antonio propuso en su casa irse a la capital, "fue una revolución" porque sus padres son de Montalbán, de una familia humilde, pero "vieron tanta obsesión" en él que "rompieron ese cordón umbilical" para dejarlo ir, aunque "siempre con la duda de 'oye, ¿por qué no te preparas para otra cosa?'". Se fue a la Escuela de Víctor Ullate y entró en su compañía. "Cuando vieron que de la danza se puede vivir", sus padres se calmaron. Así comenzó una carrera que lo ha llevado por escenarios de todo el mundo, primero como bailarín y luego como coreógrafo.

Y es que con 21 años se lesionó una rodilla en el escenario, lo que supuso un punto de inflexión en su vida. Tras varias operaciones, buscó una manera de expresarse "de forma diferente porque el ballet clásico es muy lesivo para el cuerpo". "Encontré una manera, que era la coreografía, que era bailar de una forma más expresiva, más poética, mi manera", puntualiza. Y así hasta hoy, momento en el que, además, Antonio Ruz ha fundado un centro coreográfico en Córdoba, La Normal, que ofrece residencias artísticas, formaciones o conferencias para jóvenes bailarines.

Antonio Ruz y Auxi Belmonte, en el patio de butacas del Gran Teatro. / Juan Ayala

En este punto, ambos insisten en la importancia de la ayuda que tuvieron de sus familias, que "te apoyan como pueden", y lo hacen desde "el miedo y desde el cuidado al hijo, pensando que están haciendo lo mejor". "No tienen culpa", agrega Ruz, porque "la propia sociedad no valora ciertas profesiones" como la de los artistas.

Al respecto, Belmonte añade que "se puede lanzar el mensaje a los padres que tengan hijos a los que les guste el arte de que no se asusten porque todo lo que te puede pasar es que lo intentes mucho, no te acabe saliendo y busques una vía alternativa o mixta".

Las artes como forma de vida

"La música es una parte de mi vida, para mí es un medio de expresión, de canalización", indica Auxi Belmonte, tanto que "desde pequeña, cuando me encuentro triste no puedo cantar, no me sale, pero me siento en el piano", confiesa. También es "un medio de relación porque cuando estás en el escenario cantando, en mi caso haciendo un dúo, la conexión que se tiene con esas personas va muchísimo más allá de la conexión que se tiene con las palabras", explica.

Para ella, la música "supone un medio de vida actualmente, una luz", aunque también "ha dado sombra en algunos momentos porque es duro mantenerse todo el tiempo del canto y eso es una cosa común entre nuestras dos disciplinas", agrega. En este sentido, destaca que "para el cantante el cuerpo es el instrumento", por lo que estos profesionales tienen que mantener una dieta sana, dormir unas horas determinadas, hacer ejercicio y "tener mucha organización psicoemocional" para soportar "la tensión del escenario".

En efecto, Ruz manifiesta que la profesión de bailarín "requiere una concentración, un esfuerzo, la dieta, el descanso, las lesiones, los dolores...". En su caso, después de sus lesiones de rodilla decidió que "mi bailarín estaba en otro lado, ya no estaba delante del público, sino detrás, o sea, seguir bailando en otros cuerpos" como coreógrafo. "Tengo que encontrar las palabras y la intuición para que estos cuerpos entiendan cómo yo imagino esa danza", puntualiza Ruz. "Realmente, es como tocar un instrumento", apunta Belmonte.

Auxi Belmonte y Antonio Ruz. / Juan Ayala

"Igual que la voz tiene algo muy filosófico, es una manera de vida, es una manera de estar en el mundo, yo veo el mundo desde el movimiento, desde la plasticidad del cuerpo, me fijo mucho en como camina la gente por la calle, cómo juegan los niños...Todo eso me interesa porque el cuerpo es nuestra casa, nuestro hogar, y luego es mi medio de comunicación", señala el coreógrafo, apuntando que siente que la danza lo ha "hecho un ser muy suertudo".

Aún así, aclara que la danza es "una profesión" que conlleva los mismos problemas que otras. La diferencia es que "somos seres humanos que tenemos ese don o esa misión en el mundo que tiene que ver con la idea de perseguir la belleza, hacer emocionar al público, conmover al espectador y, cuando eres maestro, dejar ese legado o ese conocimiento".

"Creo que la danza me ha salvado la vida, pero también me ha hecho sufrir mucho; es mi sustento de vida, ahora mismo yo solo me dedico a esto y tengo muchísima suerte", apunta el Premio Nacional de Danza 2018.

La suerte de remover y ser removido

Para Auxi, la belleza es "poder remover el ser de la otra persona desde tu ser removido", algo que le parece "maravilloso porque hay gente que va por el mundo sin que se le remueva el ser casi nunca". Al respecto, apunta que "es una suerte y un don, pero hay otras personas que son artistas sin quererlo: tú vas a un pescadero y tiene arte por los cuatro costados y sales de allí removido porque también ese ser tiene removido su interior y te está removiendo a ti con el chiste que te cuenta". Por eso, cree que "el arte está en todos los sitios".

Sobre ello, Antonio Ruz añade que su profesión le ha hecho encontrarse con personas que le han abierto la mente y, "ahora, para mí un bailarín de break del Sector Sur emociona igual que Sylvie Guillem o que Baryshnikov en un escenario porque realmente creo que el arte, la belleza y la gracia está en muchos sitios y a mí me encanta ver gente que baile".

La relación de Córdoba con la danza y la música

Después de muchos años viajando por el mundo, Antonio Ruz visita ahora Córdoba más que nunca y uno de los motivos es el centro coreográfico La Normal, su gran proyecto con el que quiere poner a la ciudad en el mapa nacional e internacional de la danza actual. Pero, anteriormente, ha pisado los teatros de la ciudad con casi todas las obras que ha creado. "Como coreógrafo, he tenido la suerte de ser profeta en mi tierra", asegura, pero, "indiscutiblemente, Córdoba, en danza, tiene todavía que despertar".

La soprano Auxi Belmonte y el coreógrafo Antonio Ruz. / Juan Ayala

El coreógrafo cordobés cree que "la mayoría de los teatros de todas las ciudades arriesgan por esos nuevos lenguajes", mientras que en Córdoba "hay una asignatura pendiente, una deuda", que espera y tiene la ilusión de que con el proyecto de La Normal "se pueda aportar un granito de arena".

Según su experiencia, "Córdoba tiene espacios escénicos increíbles, pero falta programación puntera, actual", en lo que a danza se refiere porque hay espectáculos "que vienen de París, van a Barcelona, Madrid y Sevilla" y pasan de largo por la capital cordobesa. "A mí me han apoyado en el Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE) todo lo que han podido, pero creo que las cosas se pueden mejorar y en ello estamos; yo voy a colaborar en todo lo que pueda y, si me dejan, haremos cosas", asevera Ruz, que cree que "hay público para la danza en Córdoba".

Igualmente, Auxi Belmonte considera que tiene el respaldo de las instituciones culturales de la ciudad. De hecho, recuerda que ha cantado en bastantes ocasiones en el Gran Teatro, algunas de ellas como solista, y su escolanía siempre tiene el apoyo del IMAE.

"¿Pero, por qué hay respaldo? Porque siempre se cumple muy bien", apunta. Ella se siente "muy afortunada y agradecida" por ese apoyo, pero es consciente de que hay que trabajar muchísimo "para que se te tenga en cuenta". Sin embargo, según su experiencia, "para trabajar en otro sitio he tenido que demostrar la mitad de la mitad de la mitad de lo que he tenido que demostrar aquí".

Al respecto, agrega que "siempre en la tierra de uno hay que hacer un poco más, y esto no es dramático, porque al fin y al cabo yo sí puedo decir que a mi escolanía siempre se la tiene en cuenta, mis proyectos siempre se han tenido en cuenta, a mí como solista me han llamado, también me han llamado de la Orquesta de Córdoba..." Entonces, "sí que me siento respaldada y apoyada", insiste.

Por otro lado, destaca que en la ciudad hay "una tradición lírica importante" con "un mundo coral muy potente" y un público ávido de ver estos montajes, pero es consciente de que "se hace todo lo que puede ya que mover un espectáculo de esas características es muy difícil y costoso para el teatro".

Belmonte coincide con Antonio Ruz en que "gestar producciones aquí, en la ciudad, es un tema interesantísimo", por lo que ambos se ofrecen para colaborar en "todo lo que haga falta" con las instituciones en ese sentido.

El coreógrafo añade que "se están haciendo cosas, simplemente hay que estar ahí y la responsabilidad que yo tengo como director de La Normal y de mi compañía es seguir proponiendo actividades en Córdoba para que el público se despierte y se sensibilice".

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