Curiosidades de la basílica de Santa Eulalia hallada en la Ronda Norte: un complejo cristiano levantado bajo dominio islámico

Patrimonio

Los arqueólogos han sacado a la luz capiteles, basas, fragmentos de sarcófagos o cerámica

Los expertos advierten de la "importancia capital" de los restos arqueológicos hallados en la Ronda Norte

Restos arqueológicos hallados en la Ronda Norte. / Juan Ayala

El hallazgo de los restos de lo que, según los arqueólogos, fue la basílica de Santa Eulalia es uno de los más importantes realizados en los últimos años en Córdoba. En este terreno ubicado junto a la avenida de la Arruzafilla, sobre el que está previsto el trazado de la Ronda Norte, los expertos han recogido materiales de diversa índole profundizando en las diferentes capas de tierra.

Así, han sacado a la luz cerámica, metales, piedras, numismática, vidrio, hueso trabajado o terracota que se han distribuido en bolsas. Este material ha sido limpiado, analizado e inventariado para luego guardarse en cajas para su posterior traslado al Museo Arqueológico de Córdoba.

En esta excavación, se han recuperado reliquias, inscripciones y elementos arquitectónicos o litúrgicos marmóreos, tanto romanos como visigodos: capiteles, basas, fustes, fragmentos de canceles, de sarcófago, de tablero de mesa de altar y de columnilla o estípite de sostén del altar (columna o pilastra decorativa que puede tener la función de soporte).

"Se trata de un lote excepcional aparecido en un único yacimiento, tanto en la cantidad como en la variedad de sus componentes", señala el informe arqueológico encargado por la Junta a la empresa cordobesa Salsum. Los restos pertenecen a un complejo religioso encabezado por la basílica de Santa Eulalia que tenía dos núcleos monásticos adosados al norte y al sur, simétricos y organizados alrededor de sendos claustros porticados.

Capitel decorado con una paloma hallado en los restos de la basílica de Santa Eulalia. / Salsum

Los trabajos de excavación y estudio de este hallazgo han sido dirigidos por Manuel Cobo, con Antonio J. Criado como codirector y la técnico-arqueóloga Irene Cáceres Criado. A ellos se han sumado los investigadores Ángel Ventura, catedrático de Arqueología de la Universidad de Córdoba (UCO) y experto en epigrafía; Carlos Márquez, catedrático de Arqueología de la UCO y experto en decoración escultórica; y la doctora María del Camino Fuertes, coordinadora en Córdoba de la Red de Espacios Culturales de Andalucía y especialista en cerámica.

"Lo que define el conjunto es la variedad: ninguna de las piezas es semejante a otra, por lo que debe de pensarse en un proceso de reaprovechamiento de la totalidad o parte de ese material", describe el informe sobre los elementos arquitectónicos encontrados. Al respecto, aclara que "si, de manera hipotética, se hubiera encargado la realización de un conjunto de capiteles y otros elementos arquitectónicos para decorar el edificio, se habrían hecho todas las piezas con el mismo estilo y decoración".

En cuanto a la cronología de las piezas, casi todas ellas podrían fecharse entre los siglos VI y VII (arte visigodo); aunque hay un lote de piezas de época romana.

Un complejo cristiano construido bajo dominio islámico

El informe explica que la inscripción visigoda más moderna hallada en el yacimiento es una lauda (lápida) del año 653 reutilizada en el pavimento del claustro norte. "Considerando un período de uso como epitafio de, al menos, una generación, nos demuestra que el complejo monástico-basilical, cuya planta se conserva al completo, se construyó ya en el siglo VIII, bajo dominio islámico", certifican los arqueólogos.

Se trata de "la reconstrucción mozárabe de una inmediata iglesia anterior, tardorromana o visigoda". Esta reconstrucción debe relacionarse, según recuerdan, con la autorización otorgada por Abderramán I a los cristianos entre el año 784 y 785 para reedificar las iglesias de la periferia de la medina, destruidas desde la conquista de 711, a cambio de haber cedido éstos al emir la mitad de la basílica de San Vicente para la fundación de la Mezquita Aljama.

Una de sus características es que la orientación de la basílica es contraria a la canónica: el ábside aparece en lado occidental en lugar del oriental, lo que "dificulta la celebración eucarística normal". Sin embargo, este es un rasgo propio de las iglesias martiriales o memoriae, indican haciendo referencia a C. Godoy. En este sentido, este templo estaría dedicado a la joven mártir santa Eulalia de Mérida, que murió en el año 304.

Indicios que apuntan a la basílica de Santa Eulalia

En el informe, los arqueólogos detallan varios indicios que apuntan a que los restos son los de la basílica de Santa Eulalia. Uno de ellos es el hallazgo de un capitel visigodo decorado con palomas y cruces, "adscribible a la iglesia tardoantigua por su cronología (siglos VI o VII) y reutilizado en la basílica". Según la leyenda, la paloma representa el alma de Santa Eulalia, que salió de su boca durante su martirio, justo cuando murió.

Por otro lado, han encontrado una basa ática romana decorada reutilizada. "Los toros (anillos labrados de la basa) con decoración vegetal asimilan coronas martiriales, como aparecen representadas en los mosaicos de la nave norte de San Apollinare Nuovo en Ravenna; en este caso doble corona de virgen y mártir, como Santa Eulalia", describe el informe.

Basa de columna con doble corona. / Salsum

Las pinturas que tendría la basílica mozárabe, suelos rojos y paredes blancas, representan la sangre del martirio y la pureza de la virginidad de Eulalia, cuya vida y muerte ha llegado hasta la actualidad por un poema del poeta hispanolatino Prudencio, el Peristéphanon, una colección de himnos a mártires.

Con respecto a los indicios arquitectónicos, los expertos han documentado capiteles traídos desde Emerita (Mérida), lugar de origen de Eulalia, "presumiblemente en época visigoda" y que fueron reutilizados en la basílica mozárabe".

Por otro lado, diferentes indicios hallados al analizar las "inscripciones tardorromanas o visigodas reutilizadas como reliquias" en el complejo mozárabe se deduce "una costumbre, vigente desde época tardoantigua-visigoda, de enterrar en esta iglesia solamente a los clérigos, monjes o fieles fallecidos en los aniversarios decenales del martirio de santa Eulalia". Probablemente -señala el informe arqueológico- por ello "se elige esta basílica para enterrar a Columba (monja mártir cordobesa del siglo IX) y Pomposa (virgen y mártir cordobesa del siglo IX) y no en las iglesias de los monasterios donde residían entonces": la primera en San Cipriano y la segunda en Peña Melaria.

Al respecto, los arqueólogos indican que "se debe continuar excavando en las dos fosas entorno a los pavimentos del ábside, donde podrían estar las posibles tumbas de Columba y Pomposa", aunque "probablemente no queden restos óseos, porque sus reliquias se extrajeron y transportaron por monjes a finales del siglo IX a San Miguel de Escalada y Oviedo, entre otros lugares".

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