Cosmopoética 2023

John Banville, el genio irlandés "en llamas" que se quedó sin Nobel de Literatura: "Todos los premios son de consolación"

John Banville, durante su intervención en Cosmopoética.

John Banville, durante su intervención en Cosmopoética. / Juan Ayala

"Cada año hay un listado de una treintena de favoritos al Premio Nobel de Literatura y cada año me hacen pasar por el purgatorio. Al final envían a la gran mayoría al infierno y me temo que yo todavía estoy en llamas", bromeaba John Banville (Wexford, 1945) pocos minutos después de que se conociera el fallo de la academia sueca en la mañana de este jueves 5 de octubre, varias horas antes de darse cita con el público cordobés en Cosmopoética.

"De todas formas, todos los premios son de consolación -restaba importancia el irlandés, "Nobel cercano si hay justicia", aclamaba la crítica-, aunque siempre es algo positivo que se aprecia porque la vida de un escritor es difícil, horrible, la pasa encerrado en una habitación, solo, las esposas están furiosas porque siempre son ignoradas y cuando publican el libro, la prensa y el resto del mundo se ríe de ellos; entonces, no es una existencia muy entretenida y agradecida, así que se agradece cuando dan un premio". 

"En 2019, alguien me hizo creer que había ganado el premio Nobel y media hora más tarde me contactó mi hija para decirme que no lo había ganado, pero la decepción no fue demasiado grande. Sería un escritor pobre o malo si mi único enfoque fuera ganar un premio", concluyó Banville sobre el tema, quien, por cierto, cuenta en su palmarés con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014

Las Singularidades (Alfaguara), su última novela negra con la que llegaba de gira a Cosmopoética, une todos sus libros en uno solo, declaró el autor cuando se publicó a principios de 2023. "Me ha costado seis años escribirlo, ha sido muy difícil, me mataría si siguiera escribiendo este tipo de libros", aseguró el irlandés, aunque eso no quiere decir que anuncie su retirada: "He dado vida nueva al plan de trabajar en mi autobiografía, así que no os fiéis de Wikipedia ni de lo que dicen por ahí, seguiré escribiendo, pero no de este tipo".

Sobre el proyecto de escribir su autobiografía, Banville añadió dos certezas: "Me lo pasaré bien" y "mentiré, evidentemente". El genio irlandés matizó su humor argumentando que "las experiencias vitales no se pueden representar al cien por cien con palabras. Vivir una experiencia y escribir son dos mundos completamente separados y diferentes; ambos tipos de experiencias se alimentan entre sí, pero sería una locura pensar que lo que escribo realmente representa el mundo real: el arte es un mundo paralelo, puede parecer que se llega a oler y sentir igual, pero una obra de arte tiene un principio, una parte de en medio y un final, mientras que la vida solo tiene la parte del medio, no experimentamos el nacimiento ni la muerte".

"La novela negra tiene que escribirse rápido, ser espontánea"

Preguntado por su pulsión poética en el marco del festival cordobés, Banville reconoció haber escrito poesía de amor cuando era adolescente, pero "gracias a Dios todo eso ha sido destrozado", subrayó con la acidez británica característica, sin acompañar la broma con una sonrisa y sin levantar la mirada del suelo. El irlandés defendió aún así que una parte de su obra es poética, aunque no es verso. 

En realidad, tanto Banville como su obra literaria juegan en una suerte de ambivalencia donde conviven dos personalidades y dos géneros distintos. "La prosa es como la poesía, es como hacer vino, extraer el jugo, la esencia y luego purificarla", explica; por otro lado está Benjamin Black, su pseudónimo utilizado para escribir novela negra bajo el que ha ganado premios como el Man Booker en 2005. 

"La novela negra tiene que escribirse rápido, ser espontánea", comentó el escritor irlandés. "En la última novela negra que escribí me aislé en un sitio para escribir sin distracción ninguna, y cuando ya la había acabado básicamente y sabía quién era el asesino, cambié de idea, cogí un personaje del principio de la novela y lo convertí en el asesino: escribí esa noche tres mil palabras cambiando la trayectoria de la historia y a la mañana siguiente lo entregué al editor sin leerlo una segunda vez. Así me gusta trabajar, espontáneamente y sin purificación como en la prosa".

A pesar de la espontaneidad del género, el irlandés defiende que el estilo está por encima del suspense: "A nadie le importa quién mató al profesor Bloom con una barra de hierro en no sé qué lugar; la mayoría de novelas negras que leo las tiro antes de terminar, lo que importa es el estilo".

Antes de terminar la rueda de prensa con los medios, previa a su encuentro con el público, el irlandés explicó que en su proceso de creación literaria, ya sea como John Banville o Benjamin Black, "cuando me levanto del escritorio es como si me convirtiera en otra persona. El escritor y la persona de la vida diaria no tienen nada que ver. Todos tenemos personajes múltiples en nuestra vida". En su caso, son tres.

Antes de la irrupción del autor irlandés, la Sala Orive ha acogido una nueva sesión del ciclo Cosmoversos, que ha reunido al barcelonés Francisco Ferrer Larín, ganador del Premio de la Crítica, y al cubano Reiniel Pérez Ventura, el autor más joven en ganar el prestigioso Premio Loewe. Tras Banville, y para acabar una nueva e intensa jornada, el certamen se ha trasladado a la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD), donde los alumnos centro han estrenado su montaje Polídiptico geomántico del amor.

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