Apertura al turismo de la Mezquita-Catedral

Ya late el corazón de Córdoba

Un hombre observa uno de los capiteles de la Mezquita-Catedral.

Un hombre observa uno de los capiteles de la Mezquita-Catedral. / Juan Ayala

La Judería respira tranquila. Así se duerme y así se despierta, alejada del trasiego del turistas, desde hace más de dos meses. Un tiempo en el que el silencio ha ido inundando sus callejuelas, sombreadas, buscando el sol al final del camino como si de una brújula se tratara. Paz, ya tal vez demasiado profunda, incluso para los vecinos del barrio, que empiezan a echar de menos ese continuo ir y venir de visitantes, cercanos o lejanos, que con su presencia dan color -y calor, aunque éste ya casi no hace falta- al casco antiguo de la capital, que ya comienza a dar los primeros pasos para retornar a una normalidad que no será como la de antes, pero que será.

La primera señal de que el pasado pide su sitio en el presente (y futuro) ha llegado este lunes con la reapertura para las visitas turísticas de la Mezquita-Catedral. Coincidiendo con el pase a la fase 2 de este tetris que nos ha llevado a hacer familiares palabros como "desescalada" o "confinamiento", traídas por ese maldito coronavirus, el monumento más visitado de la provincia ha retomado su actividad. Con cambios, con adaptaciones a este nuevo orden, pero con la misma atracción de siempre, porque pasear protegido por esas nubes de arcos y bajo la tenue iluminación del templo sirve para teletransportarte al más allá, sin moverse de acá.

Poco después de las 10 de la mañana, tras una misa que se ha alargado más de lo habitual -son las cosas del directo-, la puerta de Las Palmas, acondicionada para la ocasión, ha recibido a sus primeros visitantes. Como es natural a estas alturas de la película, cordobeses, que han aprovechado el paseo matinal para conducir sus zancadas hacia la Mezquita "para ver cómo nos la han cuidado en este tiempo", como acertaba a decir uno de ellos. No había prisa. Ni colas, que tardarán un tiempo en llegar, aunque todo esté preparado por si hoy mismo llegara una decena de autocares repletos de turistas.

Pero la ocasión ha empujado a muchos a querer volver a disfrutar de su templo a las primeras de cambio. Desde el 13 de marzo no abría sus puertas para algo diferente al culto, y estos más de 70 días dan para mucho. De partida, la entrada se ha centralizado en la puerta de Las Palmas, con arco de seguridad, dispensadores de gel, toma de temperatura... Todo lo que las autoridades sanitarias recomiendan para dotar de tranquilidad tanto a los visitantes como a los empleados, todos libres del virus tras pasar los correspondientes test. La salida, como es habitual, sigue siendo por la zona de la puerta de Santa Catalina, que junto a las de Deanes y el Perdón dan acceso al Patio de los Naranjos, con dos carriles para evitar contactos entre los que llegan y los que se van, entre los que ya han levitado, y los que se disponen a ello.

Una visitante enseña su boleto online en el control de entrada de la puerta de Las Palmas. Una visitante enseña su boleto online en el control de entrada de la puerta de Las Palmas.

Una visitante enseña su boleto online en el control de entrada de la puerta de Las Palmas. / Juan Ayala

"Por ahora solo es posible la visita individual o en un pequeño núcleo familiar, cordobeses nada más, y ya se irá abriendo el flujo interprovincial y para extranjeros según avancen las fases", ha comentado el José Juan Jiménez Güeto, canónigo de la Santa Iglesia Catedral, agradecido por este primer paso para "reactivar la dinámica de visitas" de un templo que podrá acoger diariamente a 3.500 personas -un tercio de su aforo-, con un tope de 250 cada media hora. En la primera de la reapertura apenas llegaban a la veintena los que habían accedido a su interior, la mayoría de ellos con el boleto online descargado en su teléfono móvil.

Entre ellos, una familia que ha decidido hacer la parada habitual de su caminata diaria disfrutando de la singular belleza de la Mezquita. O Luis Recio, el decano de los guías turísticos del templo, que ya cuenta las horas para que "llegue el día 8 y con el paso a la fase 3 pueda volver a explicar el monumento, porque tres meses sin hacerlo se hace duro". El historiador tuvo que aparcar su habitual labor a finales de febrero para echar una mano a su hijo, párroco de la Trinidad de Priego de Córdoba.

Abren también los cementerios municipales

Recio, que ya había asistido a la misa que ha abierto la jornada en la Mezquita-Catedral, ha aprovechado su presencia para saludar al alcalde de la ciudad, José María Bellido, y la teniente de alcalde, Isabel Albás, que han querido apoyar la reapertura con una visita de más de media hora en la que han estado acompañados por el Canónigo Arcediano, Fernando Cruz-Conde, primero en el interior y luego en el majestuoso Patio de los Naranjos, brillante como nunca.

José María Bellido e Isabel Albás, junto a Fernando Cruz-Conde en el interior de la Mezquita-Catedra. José María Bellido e Isabel Albás, junto a Fernando Cruz-Conde en el interior de la Mezquita-Catedra.

José María Bellido e Isabel Albás, junto a Fernando Cruz-Conde en el interior de la Mezquita-Catedra. / Juan Ayala

Tal vez contar con ese guía de excepción les ha permitido encontrar "algo nuevo", como recuerda la presidenta del Instituto Municipal de Turismo (Imtur) que ocurre cada vez que uno cruza las puertas del templo. Albás ha querido, a su vez, catalogar como "un paso de gigante" la reapertura de la Mezquita, "el mejor monumento del mundo, una auténtica maravilla y la bandera de Córdoba". Por eso, ha insistido en que con las limitaciones actuales de visitas, es "un momento en el que los cordobeses nos tenemos que convertir en turistas de nuestra propia capital y nuestra provincia. Es un lunes positivo y lleno de ilusión y esperanza".

Un día en el que ha vuelto a latir, aún con ritmo sincopado, la Mezquita-Catedral para liderar la escalada hacia la nueva normalidad. Esa que también este lunes ha traído la apertura de los cementerios municipales en los que también ha sido constante el goteo de personas que no han querido dejar ni un día más solos a sus seres queridos que moran allí. Cambios de flores, limpieza de mausoleos y lápidas, y lo más importante, los recuerdos, las lágrimas (interiorizadas o no) por volver a estar, de algún modo, al lado de los que no están ya.

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