El 20% de las amputaciones del miembro inferior son por traumas

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El servicio de Rehabilitación del Hospital Reina Sofía atiende a unas 200 personas al año para prepararlas para sus prótesis

Servicio de Rehabilitación del Reina Sofía.
Servicio de Rehabilitación del Reina Sofía. / Barrionuevo

La Unidad de Personas Amputadas del Hospital Reina Sofía atiende al año a unos 200 pacientes y el tiempo medio de preparación del muñón y adaptación de la prótesis definitiva es de tres a cinco meses, según indica el responsable de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) de Rehabilitación del Hospital Reina Sofía, Fernando Mayordomo. "Para conseguir unos buenos resultados funcionales se necesitan además la colaboración de los técnicos ortopédicos, médicos de familia, los familiares de la persona amputada y, en ocasiones, de psiquiatras y psicólogos", agrega.

El doctor explica que las amputaciones de la extremidad inferior suponen el 90%, debiéndose el 75% de ellas a enfermedad vascular y el 20% a traumatismos. La ausencia congénita de alguna extremidad representa el 2,8% de todas las amputaciones y oscila entre dos y siete por cada 10.000 nacidos vivos.

En 2016 en el centro hospitalario se efectuaron 131 amputaciones. De ellas, 21 fueron en las extremidades superiores y 110 en las extremidades inferiores. De éstas, 77 se realizaron a nivel de muslo, 16 a nivel de la tibia, cuatro a nivel de pies y 13 a nivel de dedos.

Aunque la incidencia de la amputación varía de forma importante de unos países a otros, la distribución por edad y sexo es muy similar en todos. La mayor incidencia se da entre los 40 y los 59 años y de 60 a 79. Aproximadamente dos terceras partes de estas intervenciones se producen en personas de más de 60 años. Además, la tasa es mayor en varones que en mujeres.

El doctor indica que es preciso valorar el estado de salud de la persona, prestando especial atención a los sistemas cardiopulmonar, musculoesquelético y neurológico. Además, la amputación supone "nueva situación vital a la que la persona debe adaptarse física y emocionalmente". En dicho proceso influirán una serie de factores de diversa índole -físicos, sociales e individuales- entre los que debe destacarse el comportamiento y la personalidad del paciente.

Mayordomo apunta que en la fase postquirúrgica el paciente comienza a experimentar la pérdida del miembro y "a concienciarse de las limitaciones físicas que le supondrá la amputación": "debe afrontar el duelo que supone esta pérdida y es frecuente que surjan sentimientos depresivos, ansiedad y miedo al futuro". Por ello, en ocasiones se requiere apoyo psicológico y refuerzo positivo. Más adelante, el paciente suele aceptar su situación y adaptarse a la misma. "La lucha contra las consecuencias de vivir con una discapacidad convierte al ser humano en alguien realmente especial, fuerte y único.", concluye el doctor.

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