“La Universidad tiene que devolver a la sociedad lo que ella nos ha dado”

Entrevista a Ana Belén Martínez, directora del Centro Intergeneracional de la UCO

Defiende que saber y estudiar no entienden de edad

Martínez subraya la evolución del alumnado que acude al centro, que está cada vez más formado y demanda seguir aprendiendo

La directora del Centro Intergeneracional de la Universidad de Córdoba, en el Rectorado.
La directora del Centro Intergeneracional de la Universidad de Córdoba, en el Rectorado. / Juan Ayala

Acaba de “aterrizar” en el cargo como nueva directora del Centro Intergeneracional de la Universidad de Córdoba (UCO) y destaca la cercanía del alumnado de este espacio, que no deja de crecer y evolucionar en los últimos cursos. Ana Belén Martínez (Castellón, 1970), es profesora titular de Universidad de Traducción Médica, derrocha energía en el tú a tú y asegura que tiene un gran compromiso social. Está convencida de que la “representación de la Universidad en la sociedad tiene que estar presente a todos los niveles” y que desde la institución académica, además, se “tiene que devolver a la sociedad lo que ella nos ha dado”.

–¿Qué es ahora el Centro Intergeneracional de la UCO?

–Pues es un centro destinado a la formación de personas mayores que, por cualquier motivo en su momento, no tuvieron la oportunidad de entrar en la Universidad. Ese fue el objetivo en sus orígenes, pero ya el alumnado que tenemos ahora mismo ha cambiado muchísimo. Tenemos a muchas personas jubiladas que son activas, son personas jóvenes que quieren seguir aprendiendo. Por eso, el objetivo principal de la antigua Cátedra Intergeneracional ha variado mucho.

–Entonces, ¿ahora cuál es?

–Pues es seguir formando a personas mayores que quieren seguir en contacto con la Universidad y con la sociedad.

–Dice que el perfil del alumnado ha variado en todos estos años, ¿quién se inscribe ahora en el centro?

–Entre el alumnado tenemos muchos jubilados médicos, ingenieros… Gente también que lleva 20 años en el centro, que empezaron con 55 años y que continúan; hay más mujeres que hombres. Ahora mismo, en la Universidad somos más mujeres y donde hay más en el Centro Intergeneracional es, sobre todo, en los pueblos.

–Pero, ¿cómo es el alumnado del centro, en qué se diferencia del de grado?

–La respuesta del alumnado del Centro Intergeneracional es totalmente diferente a la que estamos acostumbrados los profesores que damos grados. Por ejemplo, cuando entras en una clase de grado todos los alumnos se sientan detrás y, aquí se pelean por sentarse en primera fila. Son mucho más demandantes, más críticos, saben que pueden acceder a nosotros para mejorar su situación. Si algo no les gusta, lo van a decir, no se van a callar; los alumnos de grado son más tímidos en ese sentido. Los del Centro Intergeneracional se matriculan porque quieren, porque les gusta, es otro concepto de la formación y de la enseñanza y, eso al profesor le llena muchísimo. Todos los profesores del centro repiten porque encuentran una retroalimentación que no se da en el grado.

–¿Pero tantas diferencias hay?

–El trato con ellos es más cercano. Vienen a presentarse, te dicen cuántos años llevan… es una relación muy especial. Cuando llegas a una clase de grado es muy raro que venga un alumno a saludarte, a presentarse y decirte por qué se ha matriculado en tu asignatura. Sin embargo, en el Centro Intergeneracional vienen a saludarte y a conocerte. Al final, tiene el aspecto de psicología que da la edad y que necesita de ese contacto, que creo que es fundamental a esa edad.

Un momento de la entrevista.
Un momento de la entrevista. / Juan Ayala

–Supongo que este cambio de perfil también habrá conllevado el cambio de las enseñanzas que se ofertan.

–Claro. Se han convertido en asignaturas de alta divulgación, sin llegar a ser especialización porque tampoco podemos dar por sentado que el alumnado que viene no tiene formación, ni tampoco que viene con ella.

–¿Se ha dado el caso de que haya ido al centro algún catedrático ya jubilado como alumno?

–Por ejemplo, el exdirector de la Cátedra, José Juan Aguilar, es ahora alumno.

–¿En qué municipios de la provincia se encuentra el Centro Intergeneracional?

–Los ayuntamientos se implican mucho. Estamos en Montilla, que es donde más alumnos tenemos, Cabra, Lucena, Pozoblanco, Peñarroya-Pueblonuevo, Puente Genil, y en Priego de Córdoba, donde ofrecemos actividades que son de alta divulgación y que cubren un hueco en la estructura del Ayuntamiento.

"Cuando entras en una clase de grado todos los alumnos se sientan detrás y, aquí se pelean por sentarse en primera fila"

–¿Cuáles son las asignaturas más demandadas?

–En los pueblos hay cuatro asignaturas, dos por cada cuatrimestre, mientras que en Córdoba hay más variedad. Una de las asignaturas que tiene mucha aceptación es la Historia de Córdoba en la época moderna. Las mujeres en la época moderna. También tiene mucha aceptación la asignatura Del Oriente Semítico al esplendor de Al-Ándalus y El mundo a la carta. Representación del mundo actual. Tenemos también un aula de teatro que tiene mucha aceptación entre las mujeres.

–Ir a la Universidad una vez que ha acabado la vida profesional de una persona, ¿forma parte de lo que ahora se conoce como envejecimiento activo?

–El aspecto social, conocer gente, reunirse con gente diferente a su entorno más inmediato es fundamental y eso con la pandemia se cortó. Ahora, estamos luchando por la vuelta a la presencialidad.

–Internet se convirtió en un refugio para muchas personas durante la pandemia. ¿Ha sabido este alumnado adaptarse a ello?

–Es difícil para ellos, pero ha funcionado. El espíritu del Centro Intergeneracional no es convertirse en dar clases on-line, sino en la presencialidad, la interacción y en abrirse a la sociedad. Tenemos planteado tener algunas asignaturas on-line para personas que tengan problemas de movilidad, para quien esté cuidando a grandes dependientes… pero algo muy limitado porque no queremos que se convierta en un centro a distancia.

–Uno de los próximos talleres que han previsto es el de 'Mayores con Wifi'.

–Los hemos dejado para las sedes provinciales porque la de Córdoba tiene más posibilidades. Lo que hemos hecho ha sido repartir las clases presenciales entre las siete sedes y todas las clases se van a quedar grabadas. En cada sede hay una o dos clases presenciales, pero el resto de las sedes van a poder acceder al contenido. Tenemos que jugar por igual porque son muy celosos. Una de las complicaciones es la planificación de los cursos porque hay que hacer una rotación y, sobre todo, de los cursos que tienen más demanda, como el de Enología. Las asignaturas tienen dos días de horario, algunas solo una. Son determinados cursos con una abanico bastante amplio y ellos deciden en qué asignaturas se van a matricular. La asistencia no es obligatoria, lo hacen porque quieren. Tampoco hay exámenes.

Ana Belén Martínez.
Ana Belén Martínez. / Juan Ayala

–Esto demuestra que estudiar no entiende de edad.

–No, el saber no tiene edad, es un mito. Cada vez piden más clases y también a un profesorado implicado y formado. Una de las propuestas que hicimos durante la campaña electoral que culminó con el nuevo rector, Manuel Torralbo, fue proponer itinerarios conducentes a un título propio de la Universidad de Córdoba, pero como alternativa.

–Es una forma de reconocimiento al estudio, ¿no?

–Hay alumnos que no quieren hacer exámenes. Además, las formas de evaluar han cambiado mucho. Se va a proponer como alternativa porque tenemos que tener en cuenta que la gente cada vez se jubila con más formación y con más ganas de hacer cosas. No quieren acceder a un grado, pero sí a un título no equivalente a un grado. En otras universidades sí lo ofrecen.

–¿Qué otros retos se ha planteado al frente del centro?

–Otro es darle sentido al adjetivo de nuestro centro, el de intergeneracional. Queremos que haya una interacción con los alumnos de grado y de posgrado de la Universidad de Córdoba. De hecho, lo propusimos en campaña y han sido los Consejos de Estudiantes los que se han puesto en contacto con nosotros para hacer actividades.

"Uno de nuestros retos: implicarles y que ellos se sientan parte de la sociedad"

–¿Y esto en qué se traduce?

–Ellos quieren hacer voluntariado y el Aula de Teatro quiere participar con nosotros también. Por ejemplo, tenemos alumnos con movilidad reducida y el Servicio de Voluntariado puede ir a configurarle el ordenador para que siga las clases on-line. Nosotros ayudamos a las personas mayores a hacer todo este tipo de gestiones.

–A pesar de que cada vez son más las personas mayores que utilizan las nuevas tecnologías, entre el alumnado ¿hay todavía alguna brecha digital dada la edad que tiene?

–Sí, hay quien se maneja perfectamente y hay quien no. De hecho, para el pago de la matrícula muchas veces vienen a la sede de la Facultad de Medicina directamente a hacerla, le damos la carta de pago y ellos van al banco. Nosotros tenemos atención física. Muchos alumnos no tienen ordenador en su casa o no tienen internet en el móvil y hay que darles el servicio. Tiene que ser como la enseñanza bimodal, tiene que ser una burocracia bimodal. No podemos dejarlos solos en manos de herramientas informáticas porque mucha gente no tiene ese dominio. La presencialidad y el contacto humano para ellos no es lo mismo; la máquina sigue siendo algo muy frío.

–Ha citado algunos objetivos a alcanzar, ¿se ha marcado algunos más al frente del centro?

–Queremos llegar al número de matriculados anteriores a la pandemia, que fueron 2.000, ahora estamos en unos 1.000. También queremos acercar al Centro Intergeneracional la actualidad política y social. Por ejemplo, con todo lo que está pasando en el mundo, que ya es bastante complicado, queremos dar conferencias para que ellos puedan entender qué está pasando ahora con el conflicto ruso-ucraniano o con la crisis energética. También dar las claves políticas y sociales de lo que está ocurriendo ahora mismo en el mundo. Para ellos, eso es muy importante porque les hace sentirse parte. Es uno de nuestros retos: implicarles y que ellos se sientan parte de la sociedad, pero que conozcan. Se trata de darles las herramientas y las claves para aprender lo que está pasando. Lo que queremos es traer cuando haya un tema candente e importante desde el punto de vista social y político a alguien que nos explique a todos que es lo que está pasando. Es importante que tengan asignaturas de historia, pero la actualidad también es importante.

–Cambiando de tercio, el eslogan de la campaña electoral de Manuel Torralbo fue La UCO que viene. ¿Ha llegado ya?

–La UCO que viene es muy implicada y cercana con la sociedad. De hecho, un ejemplo es que vamos a todos los sitios que nos invitan. La representación de la Universidad en la sociedad tiene que estar muy presente a todos los niveles. Siempre digo que nosotros, la Universidad, tenemos que devolver a la sociedad lo que la sociedad nos ha dado. Yo he estudiado gracias a la sociedad, a la universidad pública que me ha dado la posibilidad de estudiar y yo tengo que hacer algo, tiene que revertir en la sociedad, no solo en mi. Creo que con el Centro Intergeneracional es donde yo voy a poder desarrollar esa parte de compromiso social.

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