análisis | situación de los jóvenes

Radiografía de la juventud cordobesa

  • La crisis económica les pilló estudiando y cuando salieron al mercado laboral las oportunidades brillaban por su ausencia Ahora se lanzan a emprender y quieren desarrollarse en su ciudad

Tienen entre 18 y 30 años y son una generación que maduró con la crisis económica. Muchos de ellos comenzaron sus estudios superiores cuando sólo se hablaba de recesión y pensaban, algo ilusos, que cuando salieran al mercado laboral lo peor habría pasado. Lo cierto es que la cúspide de esa crisis les pilló en un momento de sus vidas en el que las opciones eran seguir formándose, salir de España o aceptar unas condiciones laborales que no iban acorde con su cualificación. Ahora, cuando se percibe una leve recuperación, arrastran todo lo que ha pasado y luchan por quitarse de encima el sambenito de nini.

Con respecto a Córdoba, la provincia tiene uno de los índices de juventud más altos de Andalucía, junto a Jaén y Almería. Es decir, que su porcentaje de población de entre 18 y 30 años es bastante significativo con respecto al total. Según los datos del padrón poblacional publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) con las últimas cifras más actualizadas, la provincia tiene una población total de 795.611 personas. De todas ellas, 124.998 tienen entre 18 y 30 años, es decir, casi un 16% de la población.

Por lo tanto, se parte de una base en la que una gran masa poblacional ha nacido entre 1986 y 1998, una época de bonanza económica y social, con altibajos, en la que la mayoría podía acceder al sistema universitario. Esto ha propiciado que muchos jóvenes tengan estudios superiores pero que los hayan alcanzado en un momento en el que el mercado de trabajo está claramente estancado, con leves repuntes. Los datos andaluces publicados por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía evidencian que un 70,7% de la población tiene como mínimo la Educación Secundaria, un 8,2% Primaria o estudios inferiores y un 21,1% educación superior.

Y si hay algo que preocupe a esta generación es el empleo, o más bien la falta del mismo. Los últimos datos más actualizados pertenecen a la Encuesta de Población Activa (EPA) y son a nivel autonómico. Dichas cifras evidencian que un 40% de la población andaluza de entre 16 y 34 años está en situación de desempleo, hasta 475.500 jóvenes. Se trata de un dato alarmante aunque ha conseguido mejorar desde el inicio de la crisis. Aún así, entre los jóvenes cordobeses también está latente la preocupación de incorporarse muy tarde al mercado laboral, algo que ya lastrarán toda su vida. Se da también un caso en este ámbito y es que en la mayoría de puestos de trabajo se exige experiencia pero no se concede la oportunidad de tenerla. A ello se une además la sobrecualificación; jóvenes preparados que desempeñan puestos que están por debajo de sus estudios.

No se puede obviar tampoco que se trata de una generación casi nativa con las nuevas tecnologías. Cierto es que el auge de las telecomunicaciones no les pilló siendo niños, pero sí preadolescentes, por lo que su vida no se entiende sin un ordenador o sin un teléfono móvil en las manos.

A ello hay que sumar el dominio de los idiomas que empezaron a estudiar en Educación Primaria. Los universitarios más jóvenes en este caso, de entre 18 y 22 años, han estudiado la carrera o la están cursando con el plan Bolonia, que obliga a tener un nivel mínimo de inglés para obtener el título. Los que son algo más mayores también se han visto obligados a aprender otros idiomas, sobre todo inglés, para no quedarse atrás.

Se habla, por lo tanto, de jóvenes con estudios medios o superiores, dominio de las tecnologías, conocimiento de idiomas y rodeados de una realidad social que no les permite desarrollar todo lo que han aprendido. Esto ha propiciado la llamada fuga de cerebros, veinteañeros que han tenido que salir de España hacia Inglaterra, Alemania o Francia. Y lo han hecho en dos vertientes: los que se van a buscar un trabajo acorde con sus estudios o los que prueban suerte con cualquier empleo pero con la baza de aprender otro idioma.

Habría que preguntarse entonces qué tipo de medidas se pueden llevar a cabo para que esos jóvenes, los que se quedan y los que se van, sean capaces de progresar en su tierra. Para el coordinador del Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ), Alberto Mayoral, el joven cordobés está "preocupado" por las salidas laborales que pueda tener, pero también es "inquieto, bien formado" y reclama oportunidades en su ciudad. Desde este organismo, explica, empieza a percibirse la llamada cultura del emprendimiento. "Hace unos años nos decían que buscáramos un trabajo fijo, ahora eso está complicado y se le puede sacar lo positivo a algo tan duro como la crisis: la búsqueda del autoempleo, el montar un negocio", manifiesta.

Mayoral reconoce que Córdoba en ocasiones "se queda pequeña" para una población tan sobrecualificada y en sectores muy específicos, por lo que la ciudad "no da respuesta". Si el IAJ hace unos años servía sobre todo para dar información y formación, algo que continúa haciendo, ahora se nota cómo se acercan muchos jóvenes solicitando ayudas para montar una empresa.

El coordinador provincial comenta que en estos momentos el joven que quiera emprender no puede pedirle financiación ni a su familia ni a un banco "porque ni le miran", así que organismos de este tipo hacen la vez de mecenas, incluso a fondo perdido. En este aspecto el IAJ también ha cambiado ya que al principio impulsaba proyectos como el Emplea Joven, que al final se quedaban en un mes de prácticas que de poco le servían a los usuarios.

Para Mayoral, el término nini es "cuestión de lucha generacional", la lucha de los jóvenes "que hemos hecho lo que nos han dicho y ahora no encontramos oportunidades". Por ello, él prefiere llamarla la generación youtuber, capaz de "visualizar problemas, desenvolverse online y crear sinergias".

En todo caso, la oportunidad que propone el IAJ no deja de venir de una Administración, que debe ser una de las bases de las medidas para el desarrollo de las capacidades educativas aplicadas al mundo laboral. Pero también, claro está, se antoja necesaria una apuesta empresarial e incluso habría que ir más allá, a una conciencia social, para tener claro que la generación de entre 18 y 30 años reclama las bases para poder desarrollarse.

El joven de hoy en día posee una capacidad comunicativa enorme gracias en parte a las nuevas tecnologías, conoce varios idiomas gracias al sistema educativo y la preparación en institutos y universidades tiene un currículum que habría hecho que a inicios del siglo XXI las empresas se lo rifaran. Ahora se encuentra con un muro levantado por la crisis económica, un muro que sin duda está dispuesto a sortear.

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