Miguel González Andrades. Oftalmólogo del Reina Sofía

"Queremos hacer de Oftalmología una unidad de referencia internacional"

  • El especialista en generación de córneas artificiales llega al hospital con la intención de hacerlo centro referente en Andalucía en la implantación de la queratoprótesis de Boston

Llega al Hospital Reina Sofía con muchos proyectos, entre ellos el desarrollo de una unidad académica basada en investigación, docencia y clínica en el campo de la Oftalmología. El ámbito predilecto de Miguel González Andrades (Málaga, 1984) son las córneas, un órgano que lo ha llevado hasta EEUU, a la Universidad de Harvard, a investigar. De hecho, ha sido reconocido internacionalmente por sus trabajos pioneros en la generación de córneas artificiales para tratar la ceguera corneal. Estudió en la Facultad de Medicina de Granada y en los primeros cursos ya se interesó por la investigación, entrando en el grupo de Ingeniería Tisular. Ahí comenzó con el trabajo sobre las córneas artificiales y cuando acabó la carrera se decantó por Oftalmología, haciendo la residencia en el Hospital San Cecilio de Granada. Justo al terminar, fue uno de los responsables del montaje de un ensayo clínico que tiene el objetivo de evaluar uno de los modelos de córnea que desarrollaron en el grupo de Ingeniería Tisular. Tras un año como adjunto en el hospital granadino, tuvo una oferta del Departamento de Oftalmología de la Universidad de Harvard, en Boston, para ser investigador. Se fue "a la aventura" y allí ha estado casi cuatro años y medio. En este tiempo ha liderado diferentes líneas sobre córneas artificiales con su equipo. Ahora ha decidido volver a España y ha elegido el Hospital Reina Sofía para seguir con sus investigaciones y hacerlo centro de referencia en la implantación de la queratoprótesis de Boston en España.

-¿Por qué el Reina Sofía?

La idea siempre ha sido encontrar un sustituto a las córneas de los pacientes que hoy en día no tienen solución"

-La gerente, Valle García; Encarna Ibarra (directora de la Unidad de Gestión Clínica de Oftalmología), el anterior gerente del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), José Miguel Guzmán, y el actual, Álvaro Granados; me propusieron algo realmente ilusionante, también con el apoyo de la Universidad de Córdoba a través de Isaac Túnez (vicerrector de Personal e investigador). Lograron convencerme para que me viniera aquí. Me abrían la puerta hacia un nuevo modelo basado en la investigación y la docencia para dar una clínica de calidad.

-¿Qué se trae de Boston?

-Es una experiencia única, en un entorno diferente, muy internacional; casi todo el mundo es de fuera. Eso te abre la mente. A nivel laboral es como jugar en la NBA. La Universidad de Harvard siempre ha sido la número uno, con lo cual la competitividad es muy alta. Te das cuenta de cómo se trabaja a esos niveles y eso también te marca. Allí los investigadores son como miniempresas en el sentido de que tienen que buscarse su financiación y con ello su salario y su equipo. En el momento en el que eso no se tiene, la universidad de invita a irte. Realmente es un nivel extremo de competitividad y excelencia y por eso está donde está. Obviamente, creo que debería encontrarse un camino intermedio.

-¿Va a trabajar también en la sanidad privada? Aquí tenemos el Hospital de La Arruzafa, que está haciendo muchos avances en Oftalmología.

-No, solo en lo público. Tal vez soy demasiado idealista y quiero creer que cualquier tipo de avance llega a cualquier persona, independientemente de su poder adquisitivo. A nivel asistencial voy a estar en lo público aunque a nivel investigador, desde lo público estamos abiertos a que otros centros, ya sean públicos como privados, puedan colaborar en ensayos clínicos y otras investigaciones. De hecho, el ensayo que desarrollamos en la Universidad de Granada sobre una córnea artificial sigue en marcha y son parte de él tanto el Reina Sofía como La Arruzafa.

-¿Por qué centrarse en hacer una córnea artificial?

-Todo empezó en la facultad, cuando entré en el grupo de Ingeniería Tisular. Se trabajaba en varios modelos y elegí la córnea. Era lo que más me atraía, también porque es un órgano realmente complejo, el único del cuerpo humano que es transparente. Tiene unas características muy peculiares que hacen que gracias a él la luz se transmita adecuadamente y podamos ver bien. Cualquier paciente que tenga una opacidad en la córnea u otra patología que haga que no sea transparente o se modifique su estructura, pierde visión. De hecho, algunos acaban siendo ciegos. Es verdad que existe el trasplante de córnea, el que más se hace a nivel mundial, pero aún tiene ciertos problemas en el sentido de que hay rechazo, infecciones que se pueden asociar al donante... Es verdad que son complicaciones poco frecuentes pero en una población muy específica, con patologías muy severas, ese tipo de tratamiento no se puede hacer, de modo que muchas de estas personas acaban siendo ciegas por culpa de una enfermedad en la córnea. La idea siempre ha sido encontrar un sustituto de esa córnea para esos pacientes que a día de hoy no tienen una solución clara. Tanto a nivel de investigación como a nivel clínico estamos enfocados hacia eso. De hecho, ya hay ciertas soluciones. La unidad de córnea artificial de Harvard trabaja directamente con la queratoprótesis de Boston, una córnea artificial que desarrolló hace unos 50 años el que era mi jefe allí. Realmente la idea es abrir una ventana al paciente en esa córnea totalmente opaca y que no acepta un trasplante normal de donante. Con un trozo de polimetacrilato, el típico acrílico que se utiliza por ejemplo en ventanas o en los tableros de las canastas de baloncesto, se hace una especie de botón que se engancha con un platillo. Esa especie de sándwich se implanta en el paciente quitándole el centro de la córnea. Yo estaba en la unidad que lidera ese tipo de tratamiento y lo que vamos a intentar, aparte de la investigación centrada en córneas artificiales de otro tipo de modelo, es traer ese tipo de terapias basadas en esa queratoprótesis más artificiales al Reina Sofía y crear una unidad de excelencia para facilitar ese tipo de terapias a nivel andaluz. Es algo factible, no solo por mi incorporación sino también por el personal altamente cualificado con el que ya cuenta el servicio de Oftalmología del hospital, porque se requieren especialistas altamente cualificados en córnea, glaucoma y retina.

-¿Qué porcentaje de pacientes se beneficiaría de esta técnica?

-Es verdad que no hay muchos pacientes que sufran una patología severa de córnea en el entorno en el que vivimos. Es decir, en los países desarrollados el porcentaje es bajo, pero aún así existen. El problema es que se ha infravalorado el número porque son pacientes a los cuales muchas veces se les daba por desahuciados en el sentido de que ya no se les podía ofrecer nada más. Son personas que han salido de las listas de espera o del control habitual que se tiene. Poco a poco intentaremos ver qué posibilidades hay e intentar montar esas líneas para dar, con suerte, alguna salida a estos enfermos. A nivel mundial el porcentaje es mayor: las estimaciones señalan que hay entre cinco y ocho millones de personas que presentan ceguera corneal, pero es verdad que hablamos de países que están en desarrollo.

-Entonces hablamos de un perfil muy concreto.

-Depende de cuál sea la enfermedad que afecta a la córnea. Cuando no está dañada en exceso se puede hacer un trasplante normal, de rutina. Cuando no hay vaso sanguíneo la posibilidad de rechazo es menor. El problema está en pacientes que tienen una enfermedad más avanzada en la que la córnea se vuelve blanca, opaca, entran vasos sanguíneos... En ese caso la tasa de rechazo es alta y el pronóstico malo. Ahí es donde podemos entrar con este tipo de terapias; con una córnea artificial basada en la queratoprótesis de Boston y también trabajamos a nivel de investigación para sacar nuevos modelos que puedan sustituirla de una forma más fisiológica, más parecida a la córnea normal, sin que sean materiales inertes.

-¿La córnea artificial se está colocando en España?

-Hay varios modelos, por lo que el concepto es muy global. Córnea artificial también se le llama a la queratoprótesis de Boston y a otro tipo de queratoprótesis que son córneas artificiales basadas en materiales sintéticos, inertes. Eso ya se está haciendo. De hecho, con la queratoprótesis de Boston llevamos trabajando desde que empezó Dohlman, quien la inventó, hace casi 50 años. Se han implantado más de 13.000 en el mundo y hay pacientes que han conseguido recuperar la visión después de haberla perdido por completo. Es verdad que en desarrollo hay diferentes modelos: desde las córneas de fibrina agarosa, con las que empezamos el ensayo clínico en Granada, que todavía sigue y que está centrado en otro tipo de pacientes; hasta otros productos como matrices artificiales de colágeno. Van destinados a pacientes algo menos severos que los desahuciadosen los que podemos utilizar la queratoprótesis de Boston.

-¿Qué le gustaría hacer en el Reina Sofía?

-Querría mantener mis líneas de investigación, de modo que pueda seguir con ese tipo de proyectos centrados en Ingeniería Tisular y medicina regenerativa, no sólo en la córnea sino abrirlo a otro tipo de patologías que afecten, por ejemplo, a la piel. Me gustaría que nos abriéramos a otros servicios del Reina Sofía de modo que estos avances puedan llegar a muchos más pacientes. Para eso hace falta financiación y por ello este primer año vamos a intentar centrarnos en conseguirla, no sólo a nivel público, tanto a nivel nacional como europeo, sino también con otros colaboradores que me traigo de EEUU. Queremos buscar financiación privada; no sólo a nivel de empresas sino también de particulares que hagan donaciones. Esto es algo muy típico en EEUU aunque en España no es muy frecuente. Aparte de la investigación en esas líneas más centradas en lo que yo he llevado estos años, queremos traer nuevos tratamientos como la queratoprótesis de Boston ya que quienes la dirigen son amigos y compañeros míos. Tengo la facilidad de poder montarlo aquí gracias a esa colaboración. Vamos a intentar desarrollarlo en el Reina Sofía y darle salida al resto de Andalucía. La intención es montar una unidad de excelencia, que se pueda investigar en la unidad e intentar fortalecer la docencia en este campo en la Universidad de Córdoba, doctoral y posdoctoral.

-En el Reina Sofía el tema de los trasplantes es algo muy importante.

-Sí, sé que es algo fundamental y prioritario, por eso encajamos tan bien. Vamos a intentar fortalecer esas líneas. Hay una unidad clínica muy potente en Oftalmología, con muy buenos profesionales que abarcan una población enorme. A nivel clínico es muy potente, lo único que necesita es un poco de empuje para llegar a una investigación de excelencia asociada a una docencia de calidad para finalmente crear una unidad académica de Oftalmología basada en investigación, docencia y clínica, y que seamos capaces de convertirla en un referente a nivel nacional e internacional a medio-largo plazo. Eso es lo que vamos a intentar conseguir con el apoyo de todos.

-En la Atención Primaria parece que la Oftalmología está poco mimada. ¿Comparte esa percepción?

-Mi percepción es muy limitada en el sentido de que llevo un año aquí, aunque estaba trabajando a distancia. Llevaba muchos años fuera, en Boston, y allí el sistema es diferente, por lo que mi visión es muy sesgada. Cuando era adjunto, y lo que he vivido como paciente, es que es verdad que se da una atención hacia la Primaria diferente a cuando se compara con especialistas a nivel hospitalario. Hay que tener en cuenta la población y que se trata de un sistema público en el que los recursos son limitados, y aún así se va más allá. Se da una atención de altísima calidad teniendo en cuenta los recursos que hay, no sólo a nivel de aparataje y económicos, sino también de personal. Es verdad que la forma en la que hacen esas derivaciones al especialista se podría mejorar, pero teniendo en cuenta lo que tenemos y comparando con otros países, deberíamos estar orgullosos del sistema. Mi familia y yo hemos vivido en EEUU varios años y somos conscientes de lo que no es un sistema público. Allí prevalece lo privado. Es verdad que hay una mínima cobertura pública, que de hecho está cayendo desde el cambio de presidente, pero nosotros teníamos un seguro que había que pagar mensualmente a un coste muy alto. Cuando uno sale y ve lo que hay en otros sitios, se da cuenta de que aquí no está tan mal como la gente cree.

-¿Cómo sienta que las personas que pierden visión vayan antes a la óptica que al oftalmólogo?

-Eso es un tema controvertido. No deberíamos de pelearnos tanto sobre dónde está cada una de las parcelas sino colaborar como un equipo. Los ópticos tienen su función igual que nosotros, los oftalmólogos, tenemos la nuestra. Nosotros estamos más centrados en las enfermedades a nivel ocular y los ópticos en los temas de refracción, adaptación de lentes, rehabilitación visual... Para dar cobertura al paciente hay cabida para los dos tipos de profesionales. De hecho, creo que debería intentarse introducir a ópticos en las unidades de Oftalmología a nivel hospitalario para poder hacer ese tipo de trabajo. Y, además, facilitar al paciente información sobre dónde tiene que ir, si a la óptica o al oftalmólogo.

-Un problema importante es que las gafas, siendo un bien de primera necesidad, no están al alcance de todo el mundo.

-Cierto. De hecho es un problema para cierta parte de la población, que no puede permitirse el gasto que supone unas gafas y más en ciertos pacientes que necesitan unas de un coste altísimo por el tipo de refracción que tienen. Tal vez se debería ir poco a poco viendo la forma de facilitar un tratamiento, esas gafas, porque eso limita la vida de las personas.

-¿Cuidamos bien nuestros ojos?

-Creo que cada persona tiende a cuidar sus ojos de una manera específica al ser algo que todo el mundo considera tan importante, porque la visión es fundamental. El problema radica en que muchas veces tendemos a cuidarnos una vez que ya sufrimos algo. Se podía intentar cuidar más la visión, por ejemplo usando gafas de sol, pero en general la gente es consciente de lo que supone cualquier problema ligado a los ojos.

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