Progenitora de Lucano y figura influyente en la corte romana
Acilia Nació en una noble familia en la hoy localidad de El Carpio, aunque viajó a Roma, donde tras un periodo de silencio fue implicada en la conjura del Pisón que buscaba derrocar a Nerón

Nacida en Corduba, capital de la provincia romana de la Bética hacia el año 20 del siglo I, hija de la noble familia de los Acilios, del antiguo pueblo de Onuba hoy llamado El Carpio, y del orador Acilio Lucano, cuyos discursos se habían hecho célebres en toda la ciudad de Corduba. Hoy sólo recordado por una lápida que se encontró cerca de la Villa del Carpio, se sabe que era un hombre ingenioso, de ilustre escritos y trataba mucho con los Pro-Cónsules. La joven Acilia creció en un entorno privilegiado, tanto por sus relaciones políticas y sociales que desde niña la pusieron en contacto con las figuras más poderosas no sólo de la elite local de la Bética, sino también del alto funcionariado procedente de la misma Roma, como por sus vínculos con los principales personajes del panorama intelectual del lugar.
A la hora de contraer matrimonio, hacia los 15 años, como era habitual en las élites romanas del siglo I, el novio fue escogido de manera muy adecuada a su nivel social. Se trataba de Marco Anneo Mela, hijo de Helvia y de Séneca, el Rétor, que pertenecía a la clase de los caballeros.
La pareja permaneció los primeros tiempos de su convivencia en Córdoba, donde, el 3 de noviembre del año 3, nació el único hijo que se conoce de este matrimonio, Marco Anneo Lucano. Meses más tarde, Acilia, junto con su familia, y seguramente acompañando a su suegra, a cuyo cuidado se había consagrado su esposo, se trasladó a Roma, donde los dos hermanos de Mela -Lucio Anneo Novato y Lucio Anneo Séneca- hacía ya tiempo que estaban instalados y desarrollaban una importante carrera política. Uno de los motivos que llevaron a Acilia y su familia a la capital fue la educación de su hijo, que fue la propia de los jóvenes con ambiciones intelectuales de la época y, bajo la vigilancia de tío Séneca, estudió con los maestros Cornutio, estoico; Virgilio Placco, retórico; y Remmio Palemón, gramático, los que le ilustraron en la más estricta y estrecha moral estoica, en las más bellas formas de la expresión y de la elocuencia y en los sublimes secretos de la lengua del Lacio. Completada con viajes a Grecia. Al mismo tiempo, fueron una compañía y un consuelo para Helvia, en unos tiempos marcados por las tragedias familiares y en particular por el destierro de Séneca, en el año 41.
No obstante, Acilia permaneció durante muchos años apartada de las intrigas del palacio imperial. Su marido se mantuvo ajeno a la vida pública, ejerció con brillantez la abogacía y, entregado sobre todo al estudio y al cultivo de la amistad, sin ascender en la carrera de honores más allá del rango ecuestre, el segundo en importancia dentro de la jerarquía social romana. Acilia llevaba una vida sosegada y centrada en su familia, pero que también participó, dado el ambiente familiar, en el estudio, en el que así mismo se volcaría su suegra.
Este alejamiento de la vida cortesana terminó para Acilia cuando Nerón, entonces pupilo de Séneca, llamo a su hijo para formar parte del círculo de sus íntimos, le nombró senador y ocupó algunos cargos públicos. Se convirtió en el más afamado escritor de su tiempo, con su libro La Farsalia, un poema épico en diez libros que narra la guerra civil entre Pompeyo y César. Este ascenso social de Lucano fue el principio de la decadencia de Acilia. Y su tranquilidad se acabó cuando Lucano se ganó la envidia del César, aspirante a gran poeta, quien le llegó a prohibir mostrar su obra.
A finales del año 64, fue implicada en la conjura del noble Pisón, que buscaba derrocar a Nerón, y en la que se vio envuelta gran parte de la élite de Roma, en la que numerosas mujeres jugaron un importante papel. Cuando la conspiración fue descubierta a causa de la imprudencia de alguno de los implicados, según el testimonio de Tácito y Suetonio, su hijo Lucano y su cuñado Séneca fueron acusados por Nerón. Lucio Anneo se suicidó antes de la detención, Lucano sufrió crueles interrogatorios a lo largo de los cuales negó y admitió alternativamente su culpa. Al prometérsele la impunidad, según algunos autores, acabó delatándola.
La concreta participación de Acilia en esta conspiración no está clara, logró salvarse y tampoco fue condenada a muerte. Es posible que fuese inocente. A veces incluso se ha postulado que la delación de Acilia por su hijo fue, en realidad, un bulo difundido por Nerón para desacreditar al envidiado poeta. Tácito dirá: "que el hombre que sabe desplegar un gran valor para morir, no realiza la cobarde acusación hacia su madre".
Lucano fue condenado a muerte el 30 de abril del año 65. La forma de ejecución fue dejada a su elección y murió a los 26 años, estoicamente, recitando un poema de Farsalia, con las venas abiertas por sus propias manos. Al año moriría también su esposo Mela.
De Acilia no volvemos a tener noticias. Es posible que regresara a Hispania y tal vez permaneciera ligada a Pola Argentaria, hija del orador Argentario, perteneciente a una opulenta familia hispana vinculada con el negocio de la minería, con quien su hijo se había casado poco antes de morir y que consagró su vida a mantener vivos el recuerdo y la obra de su esposo.
No hay comentarios