Patrimonio

La Judería Omeya de Córdoba

La dinastía omeya contribuyó a dejar como herencia a Córdoba una joya monumental mundial como es la Mezquita. La dinastía omeya contribuyó a dejar como herencia a Córdoba una joya monumental mundial como es la Mezquita.

La dinastía omeya contribuyó a dejar como herencia a Córdoba una joya monumental mundial como es la Mezquita.

Escrito por

· F. J. Cantador

Redactor

Son muchos los arqueólogos que defienden que las piedras de otras épocas hablan, vestigios que esconden importantes detalles y hasta secretos del pasado del que fueron contemporáneos. Es el caso de la lápida hebrea de Judá Bar Abún, que se puede visitar en el Museo Arqueológico de Córdoba, la única lápida de esta comunidad hallada en Córdoba capital procedente de la barriada del Zumbacón. La inscripción se define como la más antigua que atestigua la presencia de la comunidad hebrea en la época andalusí.

La lápida hebrea de Judá Bar Abún ha sido protagonista del ciclo La pieza del mes, que organiza el museo. El encargado de desvelar esos secretos que esconde esta singular pieza ha sido el cordobés y catedrático de Lengua Hebrea en el Departamento de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada, José Martínez Delgado. "Esta es la sepultura de Yehudah Bar Akon de bendita memoria. Sea su espíritu con los justos. Murió el día sexto de la semana, día tres del mes de Kislev del año [4]606 (10 de noviembre de 845). Descanse su alma en el haz de los vivientes", reza la lápida.

En la exposición de su conferencia, y tras un proceso de investigación, el catedrático consiguió trasladar al público a la zona donde todas las fuentes de la época localizan la judería de Córdoba en época omeya, entre los siglos VIII y XI, una localización que nada tiene que ver con la de la Judería actual de Córdoba.

"Todos los datos topográficos en las fuentes medievales sobre las puertas y zonas periféricas cercanas a Córdoba sugieren que, al menos durante el periodo califal omeya (756-1013), la judería cordobesa se situaba al norte de la ribera del Guadalquivir, extramuros de la ciudad, seguramente tras atravesar el polígono industrial de Tejares (dār al-ṭirāz) y Ollerías, y paralela a lo que fue la judería cristiana hasta la gran expansión urbana del siglo X", sentencia Martínez Delgado. El catedrático insiste en que debió ser destruida junto con el resto de los barrios periféricos durante la revuelta bereber, probablemente durante el asedio que sufrió la ciudad entre 1010 y 1013.

Según coinciden diversos historiadores, "aunque hay evidencias de que existió presencia judía en Córdoba desde época romana", la judería de Córdoba no siempre ha estado ubicada en el mismo lugar. De hecho, tras la invasión musulmana, los judíos quedaron expulsados extramuros, fundamentalmente se concentraron en la zona norte, en lo que es el Campo de la Merced y parte del barrio de Santa Marina, zonas incluidas en esa judería. De esta época se halló en el barrio de Zumbacón esa única inscripción funeraria judía encontrada en la ciudad, la lápida hebrea de Yehudah Bar Akon, datada en el año 845; así como el cipo funerario en el interior de la iglesia de San Miguel, que muestran la presencia de una necrópolis judía también por la zona.

El artículo La lápida hebrea de época emiral del Zumbacón. Apuntes sobre arqueología funeraria judía en Córdoba, firmado por la arqueóloga Isabel Larrea Castillo y el historiador del arte Enrique Hiedra Rodríguez en Anejos de anales de arqueología cordobesa, en el hacen un recorrido histórico por la arqueología funeraria hebrea en Córdoba, se cita el fonsario en Huerta del Rey, en cuyas inmediaciones se ha situado tradicionalmente el cementerio judío del mismo nombre. 

En dicho artículo se concluye que "la aparición de la lápida hebrea del Zumbacón ha servido para despejar algunas dudas sobre la presencia judía en el norte de la medina en época emiral y califal, y ha rescatado del olvido un buen número de conjeturas y referencias inconexas que hoy nos permiten situar la necrópolis hebrea de la época en las inmediaciones de los Santos Pintados". O lo que es lo mismo, en las inmediaciones de lo que es ahora la glorieta de Nüremberg, antigua glorieta de Almogávares.

De hecho, la desaparecida Puerta de Osario fue conocida en la época como bab al-yahud (Puerta de los Judíos). "Posteriormente el nombre de la puerta fue cambiado por otros, destacando bāb al-hudàn (Puerta del camino recto, de la salvación), por rechazo a la voz yahūd (judío) o bien indicando la vía con la queconectaba: Toledo y León", insiste el catedrático.

La destrucción de esta primera judería llegó tras la caída del Califato cordobés y el saqueo de la ciudad a manos de Suleimán en 1013, por lo que muchas familias hebreas se vieron obligadas a exiliarse. Sin embargo, la represión y aniquilación definitiva se produjo con la llegada de los almohades en 1148, radicales bereberes provenientes del norte de África, que prohibieron la presencia judía en la región. En estos acontecimientos vivió el rabino y filósofo Maimónides, quien tuvo que exiliarse con su familia.

Según el historiador Eduardo Montagut, "en principio, los judíos pudieron disfrutar de una mejor situación con la llegada de los musulmanes a la península Ibérica en relación con la que tuvieron en el reino visigodo, aspecto que debe tenerse en cuenta a la hora de explicar el apoyo que dispensaron a los invasores. Los judíos vieron reconocido el derecho al libre ejercicio de su culto, y conservaron sus comunidades en las ciudades y localidades, destacando su presencia en Córdoba, por ejemplo. Vivían en barrios propios y separados de la población musulmana con sus sinagogas, sus propias leyes y autoridades, como el basi, que representaba a la comunidad judía de un lugar ante las autoridades musulmanas".

La lápida hebrea de Judá Bar Abún que se exhibe en el Museo Arqueológico de Córdoba. La lápida hebrea de Judá Bar Abún que se exhibe en el Museo Arqueológico de Córdoba.

La lápida hebrea de Judá Bar Abún que se exhibe en el Museo Arqueológico de Córdoba. / El Día

Los orígenes: 710-711

"Desde los orígenes del asentamiento, pasando por la fundación de la ciudad como patricia y el periodo visigodo, no se tienen noticias explícitas de presencia judía en la ciudad hasta la caída de don Rodrigo (710-711)", refiere Martínez Delgado, quien inciden en que "el arrabal judío de época islámica, situado al norte del río y conocido en las fuentes como rabaḍ bāb al-yahūd (Arrabal de la Puerta de los Judíos), parece formarse durante la conquista musulmana del 711 y el sitio de la iglesia de los Cautivos, situada también al norte de la ribera".

El catedrático apunta que, según un crónica islámica, los judíos de la zona fueron integrados extramuros de la ciudad una vez la toma Mughīth al-Rūmī, liberto del califa al-Walīd I (705-715), quien, según las fuentes, 'juntó a los judíos de Córdoba y los anexionó a ella (faḍammahum ilayhā), acotó (iḥtaṭṭ) la alcazaba para sí mismo y la medina para sus acompañantes'. Por lo tanto, no hay pruebas que apoyen que este arrabal fuera anterior a la conquista islámica".

Para añadir que desde la época del emir al-Ḥakam I (796-822) y el célebre motín del arrabal de Shaqunda, "tenemos noticias documentales de la llamada entonces Puerta de los Judíos (finalmente, Puerta de Osario, como era conocida cuando fue demolida en 1905). Junto a esta puerta de entrada a la ciudad, a extramuros, se ubicaba en la época omeya todo un barrio y un cementerio judío.

En las antípodas de la Puerta de los Judíos se situaba, también como acceso a la ciudad, la entonces Puerta del Puente, a la que le dio nombre el Puente Romano. Bajo el dominio musulmán se convirtió en la puerta principal de Córdoba, al situarse en las proximidades de la Mezquita Aljama y del Palacio Califal, siendo entonces conocida por diversos nombres: Bab al-Qantara (Puerta del Puente), Bab al-Wadi (Puerta del Río),  Bab al-Sura (Puerta de la Estatua, por existir una en su remate); o Bab al-Yazira (Puerta de Algeciras, por permitir el acceso a la ciudad desde el sur). 

Recreación de arrabales de la Córdoba omeya realizado por la empresa arqueo texturas. Recreación de arrabales de la Córdoba omeya realizado por la empresa arqueo texturas.

Recreación de arrabales de la Córdoba omeya realizado por la empresa arqueo texturas. / arqueo texturas

Contexto histórico

El profesor de Geografía e historia Rafael Jiménez Álvarez defiende, en un artículo publicado en al-Ándalus, arqueología e historia, que la explicación del por qué los musulmanes eligieron Córdoba como su capital puede venir dada por dos tipos de factores: geográficos e históricos. Jíménez Álvarez sostiene que entre los primeros se encuentra el hecho de que "era el último punto navegable del río Guadalquivir (el río Grande de los hispano-musulmanes), que poseía un puente y también era vadeable. En resumen, que tenía buenas comunicaciones".

La Historia cuenta que tras la entrada de Tariq y sus guerreros norteafricanos a las costas españolas en el año 711, encontraron Córdoba como una ciudad en decadencia, con las murallas parcialmente derruidas, el puente abandonado y cortado, extensas zonas despobladas... Con la integración en el imperio islámico, Córdoba recuperó poco a poco su esplendor, convirtiéndose en la sede del emirato de al-Andalus dependiente de los califas omeyas de Damasco (711-756).

Las murallas se vieron rápidamente sobrepasadas dando lugar a barrios (arrabales) extramuros, en los que se establecieron los judíos. El primero de ellos se situó en el interior del meandro del río, atravesando el puente, el llamado arrabal de Sequnda que fue arrasado por al-Hakam I en el 818 a causa de una revuelta popular.

En el año 929, Abd al-Rahman III declaró el Califato Independiente de al-Andalus dando lugar a la gran expansión de la Córdoba islámica. La ciudad creció hacia el este conformándose el gran arrabal de la Axerquía. Este fue el momento de máximo esplendor de la ciudad que pudo llegar a tener más de 100.000 habitantes, convirtiéndose en una de las mayores urbes de la época.

En el año 756 Abd al-Rahman I, príncipe omeya exiliado en occidente, declaró un nuevo emirato independiente de Bagdad (independencia administrativa y política pero no religiosa). Los siglos VIII y IX estuvieron marcados por constantes batallas contra los reinos cristianos del norte de la península. La Medina islámica ocupó el interior del perímetro amurallado romano. En ella se construyó la Mezquita que sufrió sucesivas ampliaciones y el Palacio Califal, al oeste de esta.

La ciudad islámica se caracterizó por una fuerte fragmentación; la alcazaba, la medina y los diversos arrabales permanecen separados entre ellos. Al mismo tiempo estas grandes áreas se subdividieron en barrios independientes que se cerraban al anochecer, paliando la falta de seguridad. El elemento unificador de toda la ciudad era la Mezquita Aljama, cuyos alrededores acogían el centro administrativo, religioso y comercial.

Más allá de los arrabales el territorio se fue ocupando con un gran número de almunias, una mezcla entre granja y residencia campestre con huertas y jardines. En todo este periodo el río siguió jugando un papel predominante, el puente se reparó y se mantuvo después de cada riada.

Abd al-Rahman III, tras la declaración del Califato independiente, decidió construir, a partir del año 936,una nueva ciudad, Madinat al-Zahra, como símbolo del triunfo del nuevo estado. Esta se situó en un lugar estratégico a siete kilómetros de la ciudad consolidada en una posición claramente escenográfica, en el punto en que Sierra Morena se adentra en la vega, consiguiendo una excelente visibilidad hacia el oeste, sur y este.

La Mezquita

El monumento por excelencia de la Qurtuba islámica es el que ahora se conoce como Mezquita-Catedral. Según la tradición, en el solar de la actual Mezquita-Catedral de Córdoba estuvo originalmente una iglesia cristiana dedicada a San Vicente Mártir que fue dividida y compartida entre cristianos y musulmanes tras la conquista islámica de la península ibérica. Con el aumento de la población islámica, el emir Abderramán I decidió en comprar la estructura al completo y demolerla para construir la nueva mezquita; a cambio, permitió a los cristianos reconstruir otras iglesias en ruinas, incluidas las de los mártires San Fausto, Januario y Marcial, que gozaban de gran devoción en la época.

La construcción de la Mezquita comenzó en 785 y terminó en menos de dos años. Este periodo de tiempo tan reducido puede deberse a la reutilización de piezas (material de acarreo) romanas y visigodas, sobre todo columnas y capiteles. Se desconoce el arquitecto, aunque se han observado influencias sirias (omeyas), visigodas y romanas en el diseño del edificio. Entre los albañiles probablemente se encontraban locales y sirios de origen. Según la tradición y algunas fuentes escritas, Abderramán se encargó personalmente del proyecto, aunque se ha debatido hasta qué punto influyó su persona en el diseño de la Mezquita.

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