Entrevista al director del Bellas Artes de Córdoba
  • Destaca que la accesibilidad y la falta de espacio son las principales problemáticas de un complejo que contiene una de las colecciones de dibujo más importantes de España

José María Domenech: "El museo no puede cumplir las funciones que tiene encomendadas con la sociedad"

José María Domenech en el museo de Bellas Artes. José María Domenech en el museo de Bellas Artes.

José María Domenech en el museo de Bellas Artes. / Juan Ayala

José María Domenech (Sevilla, 1974) nació para vivir entre las obras de un museo. Siempre lo tuvo claro y cuando le llegó la oportunidad de ponerse al frente del Museo de Bellas Artes de Córdoba, no lo dudó. Estudió Historia del Arte en su ciudad y posteriormente cursó el máster de Museología en Granada. Domenech ostenta el puesto que un día afrontaron Rafael Romero Barros, Enrique Romero de Torres y Rafael Romero de Torres Pellicer: padre, hermano y sobrino de Julio Romero de Torres, artista cuya obra ha supuesto un hito en la historia de la cultura cordobesa.

El edificio que acoge hoy el Bellas Artes data del siglo XV; era el antiguo Hospital de la Caridad. A raíz de la desamortización de Mendizábal, en 1836, cuando las comisiones de monumentos reúnen todas las obras de los conventos desamortizados y tras una serie de pasos por distintos espacios, entre ellos el convento de San Pablo, en 1862 se decidió darle una sede definitiva al museo y dichas obras se acogieron en el actual edificio de la Plaza del Potro.

Domenech trabajaba en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla antes de afrontar la dirección del museo cordobés en marzo de 2021. Llegó justo en las últimas olas del coronavirus, por lo que, nada más comenzar su andadura, se tuvo que enfrentar a la postpandemia y a las consecuencias que han incidido en la industria cultural a causa de la pandemia.

-¿Cómo fue su llegada al museo?

-Fue dura porque veníamos de estar cerrados totalmente. Fuimos abriendo paulatinamente, pero cuando llegué todavía no se había recuperado la presencialidad en la actividad propia del museo. Había muchas restricciones y, de manera obligada, usamos otros medios con los que llegar al público. Por ejemplo, en mayo se hizo un espectáculo de danza contemporánea en el patio y se retransmitió por streaming.

-¿Y qué resultaron tuvieron estas innovadoras actividades para un museo?

-No tuvieron mucho éxito. Por una parte, el público propio del museo no estaba acostumbrado a eso, los inicios en este tipo de prácticas son complicadas y, después, el museo tampoco estaba preparado para ello. Pero al final se hizo de una manera obligada por las circunstancia. Se pueden hacer como complemento pero por ahora no tiene un peso importante dentro de las visitas.

-El año 2021 superó en más de 10.000 visitas al año anterior, ¿hablamos ya de normalidad?

-Los años de la pandemia no se pueden tomar como referentes, eran circunstancias anómalas en el comportamiento de la propia ciudad, de los turistas. La apertura en mayo del patio de la casa de Julio Romero de Torres da muchos visitantes. En colaboración con la Diputación se abren los espacios del estudio y patio y se hace una pequeña exposición con elementos de la colección de la familia. Se abre lo que llamamos zaguán, el acceso al patio, el patio y el estudio del pintor. En este mes, en el año 2019 tuvimos 24.560 visitas y en el 2021 fueron 9.000. Este año 2022, con la retirada de medidas que cortaban los movimiento, está habiendo un auge parecido a las 2019. Se está recuperando y se ve que hay vida turística. Este mes se ha notado, sólo el patio ha recibido 12.300 visitas.

-¿Y por qué no se deja abierto si genera tantas visitas?

-Se han hecho planes museológicos para ello pero no se ha culminado. La mayoría del inmueble es propiedad de la Diputación, menos alguna parte que compró el Estado, que se hizo con un par de casas anexas al museo. En el siglo XIX todo el edificio dedicado a la beneficencia era propiedad de la Diputación. En el 90 se firmó un convenio donde se daba la potestad de administración y gestión de esos espacios a la Junta. Se han rehabilitado algunas partes del patio y de un edificio que está al lado del estudio del pintor, que se ha adecuado como almacén. Luego se ha hecho una intervención de saneamiento del patio, se trasladó la colección y se adecuó el estudio. Abrir supone un gasto de personal que la Diputación está dispuesta a afrontar en esos días. Quizás el futuro de eso pasaría por un nuevo ente que reúna todas las instituciones que formamos parte de esto y se haga cargo de todo.

-¿Se reconoce hoy en día la repercusión cultural que tuvo la familia Romero de Torres para Córdoba?

-No se conoce del todo. Enrique Romero de Torres recuperó la Posada del Potro como elemento patrimonial, lo que hoy es el centro flamenco. Hay una deuda pendiente en musealizar la casa poniendo en valor lo que supuso esta familia con respecto al museo y a Córdoba.

-¿Cómo repercuten las obras de Romero de Torres en las nuevas generaciones de artistas y en la cultura actual?

-No sé si somos conscientes de la importancia que tuvo en su momento la figura de Julio Romero de Torres. Hemos tenido, tras su muerte, unos 40 años de apropiación de su imagen con una espacie de barniz con otros valores que él no tuvo en su momento. Julio Romero de Torres estaba relacionado con la modernidad contemporánea suya, con intelectuales como Valle Inclán y con la vanguardia artística. A todo eso después se le ha dado una pátina más historicista, academicista, más costumbrista.

-¿Los cordobeses conocen sus museos?

-Hay muchos que sí. No hace falta verlo todo, la forma de ver los museos condiciona. Éste es muy asequible y como es gratuito para los ciudadanos de la Unión Europea se puede venir un cuarto de hora, se ven dos cuadros, y así cuando quieras. No es un comportamiento típico que uno de su ciudad vaya a los museos, sin embargo vamos fuera y vemos otros hasta la extenuación.

-¿Y cuál es el perfil de los visitantes?

-Extranjeros y foráneos españoles. Los que vienen de la ciudad tienen intereses culturales o están relacionados con el mundo del arte.

El director del Bellas Artes, José María Domenech. El director del Bellas Artes, José María Domenech.

El director del Bellas Artes, José María Domenech. / Juan Ayala

-El museo organiza talleres para los más pequeños y también para los mayores, ¿cómo repercute la cultura y estas iniciativas a cada grupo de edad?

-Los niños se llevan una buena experiencia del museo y provoca que tengan cierto interés en volver. Se les enseña algunas obras determinadas y después se les ponen unos caballetes y pintan sus propios cuadros. Por otro lado, los mayores han sido un colectivo que con el tema de la pandemia y el confinamiento lo han pasado bastante mal y esto era una manera de darle una motivación para salir y ver cosas. Son visitas guiadas centradas en una parte del museo, no queremos cansarles para que vuelvan otro día y vean otras cosas. Esta actividad se hace una vez al mes durante todo el año.

-¿Cuántas obras hay expuestas y dónde hay más, en el almacén o fuera?

-Siempre hay ese desfase de obras almacenadas / obras expuestas y, dependiendo del tipo de museo es mucho más acuciante. Más o menos hay expuestas un 3% del total. Habrá unas 6.000 piezas guardadas y se exponen unas 150. El museo tiene una muy buena colección de dibujo, de las mejores de España y ese tipo de material no se puede exponer continuamente. En estos espacios que tenemos, que son muy escasos, renovamos un poco a través de exposiciones temporales. También, puntualmente tenemos un muro en la sala cinco de novedades y sacamos algún cuadro que no se haya visto. No es algo fácil.

-¿Cómo se puede subsanar esa falta de espacio?

-Ahora mismo el museo no puede cumplir las funciones que tiene encomendadas con la sociedad. El museo actual no tiene un espacio multiusos para hacer talleres o un salón de actos para hacer alguna ponencia, incluso salas de exposiciones para dar cabida y hacer un discurso más extenso de la muestra permanente. Así se le daría la posibilidad al público de que viera un mayor número de obras. Tampoco dispone de salas de exposiciones como tal. Los almacenes también están hasta arriba.

-¿Y no hay alguna alternativa frente a esto?

-Se habló y se hizo un plan museológico para que el museo fuera a otro sitio, en un solar que había al otro lado del río, cerca de la torre de la Calahorra. Durante un tiempo se barajó, pero no sé en qué punto está ahora. Parece que no está en la agenda ahora mismo de ninguna administración. Sería el Ministerio como titular del museo el que estaría encargado de hacer esa supuesta obra del nuevo edificio y la Junta realizaría la gestión de ese sitio. El museo es de titularidad estatal y gestión autonómica.

-Otro de los problemas es la accesibilidad, ¿Qué le impide a un visitante con discapacidad conocer el Bellas Artes?

-Hay que ver el tipo de discapacidad. Para una discapacidad física, evidentemente las escaleras suponen una barrera que le hacen inaccesible la planta primera. Entre la sala uno y la dos hay como un metro de diferencia, son cuatro escalones que también impiden ese esfuerzo. Está pensado y proyectado la recepción de un ascensor y que ese tipo de desniveles se suplan con alguna plataforma elevadora.

En uno de los espacios del museo. En uno de los espacios del museo.

En uno de los espacios del museo. / Juan Ayala

-Durante algunas épocas ha habido salas que estaban cerradas al público por falta de personal, ¿se ha solventado el problema?

-Lo vamos solventando como podemos, intentando cerrar lo menos posible con los medios que tenemos. 

-¿Cuál es el cuadro más importante o más característico del museo?

-El bodegón de naranjas, de Rafael Romero Barros. Es como el emblema del museo por su historia y la relación de la familia del pintor con el mismo. Está expuesto en la sala cinco. 

¿Hay cuadros del Bellas Artes fuera del museo?

-Depositados fuera de manera permanente hay alguna obra de arte contemporáneo en el Palacio de Justicia de Córdoba. En Málaga también hay una obra que se llama Vista del puerto de Málaga, del pintor Emilio Ocón y Rivas. Luego hay un préstamo de un cuadro en el museo Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid que se llama Mesa de papeles revueltos, de José Ruano. Históricamente también hemos tenido obras fuera de España. De hecho tenemos previsto un préstamo para el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, otra obra de José Ruano. 

-¿Ha visitado algún museo que le inspire para la gestión del Bellas Artes de Córdoba?

-Como se está llevando a cabo la gestión del Museo de Bellas Artes de Bilbao me parece interesante como modelo. Por la incorporación de una manera novedosa de elementos contemporáneos con los clásicos. 

-¿Qué le diría a una persona que no ha visto nunca el Bellas Artes de Córdoba?

-Que viniera al museo, que es muy fácil de ver. Tiene pocas obras por temas de espacio pero están elegidas y son relevantes. Puede ver la historia del arte en Córdoba desde el siglo XV hasta la actualidad.

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