Graffitis para ensalzar el espíritu del 68

Mayo del 68 inundó las calles según sus protagonistas de pensamiento crítico y de actitud discrepante respecto del poder y el arte oficial con un objetivo específico: despertar la conciencia de los ciudadanos. Con este mismo fin se puso en marcha Las paredes hablan, un ciclo que finaliza hoy y que a lo largo de una semana ha pretendido mostrar el espíritu transgresor de esta época y otras manifestaciones reivindicativas a través de pintadas y graffitis. Así, la puerta del aparcamiento en la calle Capitulares, el cierre metálico del templo romano, la plaza de la Corredera, los muros interiores de los jardines y el entorno del Palacio de Orive, el Cine Magdalena y la Facultad de Derecho han sido los escenarios de esta actividad que no ha dejado indiferente a ninguno de los viandantes que han pasado por estos improvisados muros de expresión.

El graffitero que ha representado a Córdoba en este ciclo es José Manuel Franco González, más conocido como Otes, quien aseguró que la ciudad se ha inundado con reflexiones críticas partiendo de expresiones nuevas. Su trabajo en esta actividad ha sido pintar la parte trasera de un autobús de Aucorsa, que estará circulando durante un mes “mostrando la letra pequeña que tiene cualquier contrato que se hace actualmente”. Y es que “nunca nadie da lo que dice que va a dar”, sentenció.

Otros de los graffiteros que han participado en el ciclo han sido San (Cáceres), SLK (Sevilla), El Niño de las Pinturas (Granada), Ion (Sevilla), Nankayshan (Priego de Córdoba) y Belin (Linares), quien ayer se afanaba por pintar en La Corredera. Miguel Ángel Belinchón, Belin, manifestó que su crítica al sistema versa sobre la capacidad que las personas tienen para “gritar, oír y ver” aunque la sociedad “les tape la boca, los oídos y los ojos”.

Otros artistas de nivel internacional presentes en este ciclo son Remed (Lille, Francia), Fefe (Sao Paolo, Brasil) y Dran (Toulouse), quien hizo una reflexión con grandes dosis de humor negro sobre “las contradicciones de la vida”. Así, su mural refleja la vida de “unos garabatos que tienen que pasar un control policial y que tras él son llevados a una fábrica para trabajar”. Una “situación estúpida”, que arrancó la sonrisa de Marisa y su esposo, quienes se mostraron encantados con que los graffitis de este ciclo se queden de forma indefinida en la ciudad.