La tribuna
Miré los muros de la patria mía
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Siempre he tenido claro que hay dos elementos que definen a cualquier administración pública, sean del tamaño o dimensión que sean. Y me refiero a la defensa de los denominados servicios sociales, sanidad, educación, dependencia, etc, y a la apuesta por la cultura. Tal vez deberíamos incluir a la cultura entre los servicios públicos sociales, ya que nos cura, nos sana, sirve como terapia, abre nuestras mentes, nos hace mejores, en definitiva. Pero esa no es la realidad generalizada. La cultura siempre es la primera partida que se recorta cuando vienen mal dadas. La cultura suele ser la que cuenta con menor presupuesto. La cultura se desatiende, con frecuencia, al considerar que es un añadido, un lujo. O incluso cuando se considera a la cultura y sus creadores como auténticos enemigos, que es algo que ocurre con mayor asiduidad de lo que sería deseable. Formo parte del sector cultural, desde todos los ámbitos posibles: soy consumidor, soy creador y soy gestor, por lo que tengo una visión bastante amplia del tejido cultural, especialmente del andaluz. Y podría citar experiencias que son fallidas, incluso innecesarias, y también podría escribir sobre lo mucho que no se hace, pero hoy quiero escribir sobre propuestas que son de éxito, porque se cree en ellas.
Empecemos por Córdoba, Cosmopoética. El nacimiento de una propuesta siempre es complicada. Que se asiente en el territorio, que se fije en el calendario anual, que cuente con un público fiel, cuesta trabajo y dinero, cierto, pero también que se mantenga en el tiempo es muy difícil. Porque hay muchas iniciativas culturales que desaparecen poco después de ser creadas. El Ayuntamiento de Córdoba, en sus distintas formaciones políticas, ha sido inteligente al comprender que Cosmopoética era y es un activo cultural de la ciudad de primer orden. Y que lo seguirá siendo, si se cuida y protege como hasta ahora. Otro festival de poesía, el Internacional de Granada. Muy vinculado a su Universidad, es un ejemplo de ojos abiertos y aperturismo. Han sabido a lo largo de los años adaptarse a los nuevos canales y lenguajes creativos, permaneciendo siempre joven. Partiendo de la poesía, siguiendo un camino similar al de Cosmopoética, han ido incluyendo los diferentes géneros, a lo largo de las ediciones, convirtiéndose en un muestrario de hacia donde crece y se dirige el universo de la palabra. Ese espacio sin fronteras.
Concluyo este breve repaso con La Estación de las Letras, que celebra desde hace doce años el Ayuntamiento de La Rinconada, en Sevilla. Un gran ciclo, con una amplísima programación, con una especial mirada a los jóvenes. Los IES de la ciudad son cómplices y destinatarios de buena parte de las propuestas. Por La Estación de las Letras ya han pasado todos los grandes nombres de la literatura en español, ya que cuenta con una mirada trasatlántica y siempre hay muy destacados autores procedentes del otro lado del “charco”. Algo que me fascina de este ciclo, así como de toda programación cultural de La Rinconada, es la pasión, el entusiasmo y la dedicación de las personas que lo organizan y gestionan. Algo latente, que perciben y disfrutan los autores, y también el público asistente. Un público con un rango de edad muy amplio, de jóvenes a mayores, que con su fiel respuesta dan sentido a esta propuesta cultural, que está creando su propio “paseo de la fama”, pero en versión literaria, y ya puedes pasear entre Almudena Grandes, Muñoz Molina, Juan Villoro o Sara Mesa. Tres propuestas a descubrir y disfrutar, si aún no lo has hecho, que propician que Andalucía sea más atractiva, plena, innovadora y necesaria. Una mejor Andalucía.
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