Giuseppe Palmieri | Arquitecto conservador y profesor de Historia

“La importancia de un pueblo se mide según conserve su pasado”

  • Italiano, de Matera, ciudad patrimonio de la humanidad como Córdoba, ha sido protagonista, en algunos casos, y testigo de la evolución patrimonial de la ciudad y provincia en los últimos 20 años

Giuseppe Palmieri posa junto a la escalera barroca del Colegio Diocesano La Inmaculada.

Giuseppe Palmieri posa junto a la escalera barroca del Colegio Diocesano La Inmaculada. / Miguel Ángel Salas

Giuseppe Palmieri (Matera, Italia, 1976) llegó a Córdoba como estudiante Erasmus hace más de dos décadas. Después de ello volvió a Nápoles, para posteriormente establecerse en la ciudad califal. Desde entonces, como arqueólogo ha realizado trabajos para la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía –en el conjunto arqueológico de Medina Azahara, por ejemplo–, el Cabildo Catedral, la Fundación Santos Mártires y la Universidad de Córdoba, a la que sigue vinculada como miembro de un equipo de investigación. Ahora es noticia por un proyecto de patrimonio en el Colegio Diocesano La Inmaculada, del que es profesor de Historia, y que tiene como objetivo recuperar, mantener y divulgar el valor artístico e histórico de este edificio ubicado en la plaza de la Compañía, en el que se encuentra esta institución docente fundada por los jesuitas en el siglo XVI.

–Cuando hemos entrado en el colegio [lugar en el que tiene lugar la entrevista], usted ha dicho que si los niños que estudian en él supieran lo que están pisando...

–Bueno, empezando por sus padres, se darían cuenta del valor que tiene no solo la educación en sí, sino también el contenedor, el lugar en el que se está llevando a cabo esa labor educativa, puesto que si el patrimonio es un reflejo de nuestro pasado y nosotros somos el resultado de todo eso que ha ocurrido a lo largo del tiempo, conocer el lugar en el que vivimos y el lugar en el que aprendemos nos ayuda a tener referencias y a formar alrededor de esta referencias nuestra identidad.

–Hábleme del proyecto que están llevando a cabo en el colegio.

–Se trata de tener un registro digital de la parte más importante de nuestro patrimonio material, del patrimonio tangible. Este modelo tridimensional nos permitirá, por ejemplo, llevar a cabo cualquier tipo de intervención, de restauración de los bienes patrimoniales del colegio por el deterioro debido al tiempo o por cualquier tipo de incidencia o daño que puedan sufrir.

–¿La tecnología está revolucionado la arqueología?

–Sí, tanto en lo que se refiere al estudio y a la investigación, como, yo creo que, sobre todo, a la hora de su puesta en valor y para la difusión del bien arqueológico. Hay muchos ejemplos de elementos patrimoniales que ya no se pueden someter a un trabajo de anastilosis, a una reconstrucción parcial a partir de las piezas originales halladas in situ durante la intervención arqueológica...

Giuseppe Palmieri posa en el Colegio Diocesano La Inmaculada. Giuseppe Palmieri posa en el Colegio Diocesano La Inmaculada.

Giuseppe Palmieri posa en el Colegio Diocesano La Inmaculada. / Miguel Ángel Salas

–Y la tecnología ayuda a esa reconstrucción.

–Sí, pero donde faltan estas piezas, utilizar unas piezas parecidas o inspiradas en las originales es algo peligroso porque puede que convierta una restauración en una reconstrucción arbitraria en algunos casos hasta llegar a producir un falso histórico. Con las nuevas tecnologías, nosotros, sin intervenir directamente en el bien, sin intervenir materialmente, podemos plantear hipótesis reconstructivas, hipótesis para el ciudadano, para la sociedad, que al final es la legítima heredera, la legítima destinataria de todo nuestro esfuerzo, puesto que la investigación no puede ser algo destinado solo a un público culto, no puede quedarse en los despachos de los académicos de las universidades. Los resultados de la investigación son pan para la sociedad, son el motivo por el cual nosotros estamos investigando. El patrimonio es lo que nos caracteriza como sociedad, es el ADN de lo que somos. Si no conocemos a fondo este patrimonio, a la hora de confrontarnos con el resto del mundo carecemos de identidad, carecemos de valores en los cuales apoyarnos y valores que transmitir hacia afuera. La importancia de un pueblo se mide, se determina o y se aprecia observando la capacidad que tiene de conservar su pasado, valorarlo y difundirlo.

"La asignatura pendiente de la arqueología en Córdoba es conseguir que el patrimonio sea asimilado por la sociedad como suyo; se consigue con información y formación”

–¿Cómo ha cuidado Córdoba su patrimonio?

–Córdoba es una ciudad muy afortunada porque cuenta con una historia muy prolongada en el tiempo, con asentamientos desde prácticamente la prehistoria y esto es un valor, pero a la vez se convierte en un lastre puesto que, en primer lugar, impide que la ciudad, desde el punto logístico de las infraestructuras, se pueda expandir. A la vez tiene la suerte de las ciudades patrimoniales, la de poder descubrir este patrimonio, este valor añadido. No creo que se esté cuidando mal, creo que, sobre todo en los últimos años, hemos aprendido a compaginar las distintas etapas históricas de Córdoba. Cuando yo llegué a la ciudad recuerdo que era difícil apreciar su huella romana, Córdoba era la ciudad califal, la capital de Al-Ándalus, la ciudad de la Mezquita. Ahora creo que Córdoba también ha hecho las paces con todas demás etapas históricas de su pasado, de su evolución.

–Habla de la Córdoba romana y me viene a la memoria el proyecto del Templo Romano.

–En Córdoba, desde el punto de vista material se intenta cuidar el patrimonio todo lo posible. Es cierto que quizás la restauración, entre comillas, del Templo Romano, un proyecto sin terminar, no se planteara bien desde el principio, se ha quedado a medias. Pero es cierto que la Administración todos los años, desde hace más de una década, sigue proponiendo actividades para poner en valor el patrimonio, como pueden ser Kalendas, para recordar la Córdoba romana; el Otoño Sefardí, para no olvidar en ningún momento la cultura judía tan presente en la historia de Córdoba; las Noches del Ramadán, para la Córdoba musulmana; y Córdoba en Púrpura, para poner en valor el patrimonio cristiano de Córdoba. Insisto, Córdoba es una ciudad que está cuidando su patrimonio, un patrimonio que la Administración quiere dar a conocer, que quiere que sus ciudadanos lo conozcan y que se reconozca fuera.

Giuseppe Palmieri observa el Patio Rojo del Colegio Diocesano La Inmaculada. Giuseppe Palmieri observa el Patio Rojo del Colegio Diocesano La Inmaculada.

Giuseppe Palmieri observa el Patio Rojo del Colegio Diocesano La Inmaculada. / Miguel Ángel Salas

–¿Y en el caso de la provincia?

–La provincia es extremadamente rica en patrimonio, sin duda de las más ricas de España. Es difícil no reconocer que se está trabajando bien también en la provincia. Siempre se está promocionando algún lugar o se está llevando a cabo algún trabajo de investigación y puesta en valor. Cómo no hablar, por ejemplo, del yacimiento arqueológico de Torreparedones, en Baena; de los esfuerzos que se están haciendo en Santa Cruz para que Ategua llegue a ser un yacimiento visitable, para que se pueda entender, abierto para la sociedad; de cómo antes del verano pasado y hasta Navidad el Castillo de Belalcázar estuvo abierto al público con pequeños grupos para que el protocolo covid se respetara en todo momento; o de cómo se ha trabajado para que la Cueva del Ángel de Lucena sea Bien de Interés Cultural. Esto representa por parte de la política una apuesta seria por el patrimonio. Le he puesto cuatro ejemplos, pero hay muchos más.

–¿Cuál es la asignatura pendiente de la arqueología en Córdoba?

–Conseguir que el patrimonio arqueológico y también el patrimonio histórico-artístico sea realmente un bien socialmente asimilado, que la sociedad cordobesa esté más informada, porque, es duro admitirlo, pero los cordobeses a veces carecen de información sobre la realidad histórica arqueológica de esta ciudad y siguen tirando de leyenda.

–¿Y cómo se consigue eso?

–Mire, le pongo un ejemplo. Durante dos años he sido responsable de las actividades de difusión en Medina Azahara en el ámbito de proyectos que presenté. En las visitas nocturnas teatralizadas presentábamos el yacimiento a grupos de visitantes con una explicación muy didáctica y rigurosa, pero también con la participación de actores que amenizaban dentro de lo posible esas visitas para que la información pudiera llegar a todo el mundo, para que todo el mundo pudiera asimilar este conocimiento. Parece un trabajo simple, sencillo, pero no lo es. Lo digo porque hay experiencias parecidas, pioneras, en muchos lugares, pero no es suficiente ponerse el turbante de Abderramán para que el ciudadano llegue a entender esta información, a ver lo que ya no está y a volver a su casa con las ideas un poco más claras. Hay que buscar una metodología de trabajo, una forma de comunicar que realmente llegue a la población y que esta población sienta como algo suyo un yacimiento arqueológico, un monumento, aunque sea un capitel en una esquina de una calle. Por ejemplo, en Medina Azahara tenía que explicar el por qué de la ausencia de la famosa Puerta de Oro, del techo incrustado de perlas, y a veces también me costaba que el público entendiera que el mismo salón de Abderramán es un ejemplo de anastilosis, el salón de Abderramán se volvió a reconstruir a principios del siglo pasado, y ni siquiera estamos seguros al cien por cien de que el salón fuera tal y como lo vemos en la actualidad y esto a la gente hay que decírselo, porque si no les estamos mintiendo, hay que ser honestos y hay que ser un poco profesores...

"Cuando llegué a Córdoba no se apreciaba su huella romana, ahora creo que la ciudad ha hecho las paces con todas las etapas históricas de su pasado”

–¿Que Córdoba es la más olvidada, la romana, la árabe, la judía o la cristiana?

–Yo creo que olvidada, ninguna. Además, se está rescatando un poco la etapa romana, porque Córdoba pudo ser sultana, pero porque antes había sido romana, rescatando un poquito la canción típica. No obstante, la gran desconocida en Córdoba en este momento es la arqueología prehistórica. Porque hasta hace relativamente poco tiempo, estamos hablando de hace un par de años, siempre se ha hablado de la Colina de los Quemados, en la actualidad el Parque Cruz Conde, como el asentamiento íbero anterior a la llegada de los romanos. Sin embargo, nuevos hallazgos en otra zona de la ciudad nos están presentando un panorama mucho más amplio. Estamos viendo que durante la prehistoria había distintos pequeños asentamientos, distintos pequeños grupos humanos que iban poblando la que hoy conocemos como ciudad de Córdoba. Se está trabajando bien en este sentido.

–¿Ha aprendido Córdoba a mirar patrimonialmente hablando más allá de la Mezquita?

–Sí, porque se ha hecho un trabajo de puesta en valor importante de su patrimonio. Imposible no hablar de la apuesta por Medina Azahara para lograr su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, un trabajo literalmente espectacular en el que yo pude participar. El circuito de las iglesias fernandinas creo que también es una apuesta interesante, un intento claro no solo de crear un circuito que amplíe las rutas más allá de los alrededores de la Mezquita, sino también para revitalizar precisamente los barrios históricos de Córdoba. Quedan pendientes algunos grandes proyectos como, por ejemplo, el de la antigua Facultad de Veterinaria. Ahí tenemos un anfiteatro que después de un momento de investigación importante llevado a cabo muy bien por la Universidad de Córdoba se ha quedado un poco en el olvido. Ahora con la puesta en marcha del nuevo proyecto de instalación de la base logística militar habrá también muchísima arqueología, estamos hablando de hectáreas que necesariamente van a estar sometidas a movimientos de tierra y ahí descubriremos otra parte importante del pasado de Córdoba. Conforme Córdoba se va expandiendo sigue apareciendo aquella ciudad de la que se dice que llegó a tener un millón de habitantes.

Giuseppe Palmieri posa en el Colegio Diocesano La Inmaculada. Giuseppe Palmieri posa en el Colegio Diocesano La Inmaculada.

Giuseppe Palmieri posa en el Colegio Diocesano La Inmaculada. / Miguel Ángel Salas

–¿La provincia aprovecha todo el valor patrimonial y arqueológico que atesora?

–Una parte de este valor no se puede aprovechar si no se conoce a fondo. Si tenemos un bien y no lo hemos investigado lo suficientemente bien y no contamos con una infraestructura importante que pueda permitir su explotación controlada dentro de ciertos límites –no vamos a convertir nuestro patrimonio en un parque temático en ningún momento–, pues es complicado, y hay pueblos que desafortunadamente tienen que luchar todos los días con problemas estructurales, problemas de falta de trabajo, con problemas que tienen que solucionar a más corto plazo que el del patrimonio.

–Habla de no convertir el patrimonio en un parque temático, algo que desde muchos puntos de la sociedad cordobesa se dice que ha ocurrido en la ciudad ¿está en Córdoba reñido el patrimonio con el turismo?

–El turismo es un arma de doble filo. Es una gran oportunidad, pero a la vez es un fenómeno que hay que controlar, porque corremos el riesgo de que no sepamos gestionarlo todo lo bien que merece que se gestione y que produzca un efecto contrario al que queremos obtener. Lo que está claro es que Córdoba en los últimos años se ha visto desbordada de turistas y eso ha causado el alejamiento del Casco Histórico del ciudadano.

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