"La calle Cruz Conde difícilmente puede ser peatonal en su totalidad"

Luis Giménez Soldevilla, arquitecto

El urbanista apuesta por una política hacia el casco histórico que permita al vecino sentir el mismo confort que se disfruta en las zonas de nuevo desarrollo de la ciudad aunque "sin el derecho a aparcar junto a casa".

Fernando González Viñas

13 de marzo 2011 - 09:23

LUIS Giménez Soldevilla comparte sus pasiones: es uno de los más acreditados arquitectos y urbanistas en ejercicio así como un aficionado a la caza.

-¿Sabe usted poner un ladrillo?

-Yo sé poner un ladrillo y lo he puesto, aunque no muchos.

-¿Cómo está la profesión? ¿Hay arquitectos que han pasado del Mercedes a dormir arropados por cartones?

-Sí, sí, tanto quizá no lo sé, pero hay una crisis importante y es público que es el sector que más está sufriendo la crisis y que va a ser el que más va a tardar en salir de ella, sobre todo en construcción de residenciales.

-¿Es la salida al extranjero una nueva opción?

-Nosotros en concreto no hemos buscado todavía fuera de España pero hay compañeros que están trabajando fuera. Hay arquitectos que se están yendo a trabajar a Argentina, cuando hace 10 años eran los arquitectos argentinos los que se venían aquí. Nosostros nos hemos estado defendiendo porque hemos diversificado y estamos muy especializados en planeamiento, abrimos la línea de trabajo en medio ambiente y eso nos permite por lo menos tener actividad; otra cosa es el rendimiento económico de la actividad. Por ahora mantenemos la estructura.

-¿Por qué en una ciudad de 45 grados a la sombra se construyen amplias avenidas y paredes finas de ladrillo?

-Las grandes avenidas no son contrarias a la temperatura de 45 grados. El tema está en las condiciones en las que se desarrolla la edificación. En cuanto a las paredes, ahora con el código técnico de edificación, el problema de la capacidad energética de los edificios está más cuidado. Hasta ahora se ha sido más sensible más al ruido que a la climatización. En estas situaciones hace falta el aire acondicionado. En ese sistema de confort, es bueno observar reglas de vientos dominantes de la zona y procurar que las viviendas posean esa ventilación cruzada (este-oeste) que facilita que normalmente se desenvuelvan los vientos para evitar el uso de aire acondicionado en horas nocturnas. Esto no siempre se ha cuidado, no se han tenido en cuenta los medios naturales.

-Vuelvo a los 45 grados a la sombra. El granito va camino de convertirse en el rey de la ciudad, ¿Tiene alguna lógica?

-Creo que no es un problema del uso del material en general. La calle Cruz Conde pedía un material como el granito, es el material que mejor soporta los rendimientos que se le piden y se caracteriza por su nobleza. Otra cosa son a lo mejor demasiadas superficies de plazas demasiado pavimentadas. No quiere decir que todo tenga que estar pavimentado pero hay que dar toques de frescor, el árbol hay que recuperarlo más para la ciudad, profuso y de sombra.

-Si mirase la ciudad desde un avión, con sus cambios de los últimos años y las zonas hacia las que se expande, ¿diría que todo se ha hecho bien?

-Hay cosas que se han hecho bien y cosas que han sido pies forzados. En lo que es el urbanismo controlado, desde el plan del 86 y ahora con el plan del 2002, en líneas generales, está bien hecho. Otra cosa sería la discusión entre la baja y alta densidad de población. En determinados barrios estamos utilizando densidades que difícilmente crean ciudad. Sería partidario de concentrar más y darle más densidad a los barrios que se creasen. Aunque hay zonas donde no se puede hacer, pero donde se pueda habría que elevar la densidad.

-Al hilo de esto, decía su bisabuelo, el Guerra, que Córdoba estaba "en su sitio", ¿se ha movido, es una ciudad distinta?

-No es que se haya perdido el ser de la ciudad, pero el concepto ha cambiado. La vida que tiene un barrio como Ciudad Jardín, a pesar de que falten dotaciones como son por ejemplo aparcamientos, no se tiene con bajas densidades. Pero esa densidad de 150 habitantes por hectárea es la que genera vida, a partir de 80 de densidad empiezas a tener barrios. Mantener calles y redes para una baja densidad es además dimensionar los consumos que se producen en el barrio.

-¿Todo ciudadano tiene derecho a aparcar junto a su casa?

-(Ríe). Al lado, al lado... difícil. El coche es ahora mismo un complemento del hombre difícilmente disociable y por la generación de actividades urbanas (grandes superficies, ocio, fútbol) es el acceso a otros complementos y lo ideal es tenerlo lo más cerca de los edificios. Ahora, derecho, no. Todo dependerá del lugar de residencia. En el Casco Histórico es muy difícil consolidar ese derecho. Lo que sí hay que hacer un esfuerzo para en un ámbito próximo localizar aparcamientos.

-Cada vez más calles del centro se cierran al tráfico, ¿vamos demasiado deprisa o demasiado lentos?

-Vamos demasiado lentos, pero no porque nadie esté haciendo dejación del tema, es que estamos en una ciudad que entra en el siglo XXI sin aparcamientos periféricos y sí con algún aparcamiento público o privado dentro del casco. Generar ahora peatonalización choca con derechos ya consolidados. Quiero decir, la calle Cruz Conde difícilmente podrá ser totalmente peatonal cuando hay viviendas con cocheras o el aparcamiento de la calle Conde de Robledo al que se tiene que acceder. Quitarlo daría lugar a unas indemnizaciones. No es que se vaya demasiado lento, es que las circunstancias en las que se ha desarrollado la ciudad hace que choquen la peatonalización con el derecho a pasar y a ceder.

-A nivel de peatonalización, de transporte público, de utilización del coche, ¿cómo están funcionando otras ciudades europeas de similar población?

-Somos muy distintos porque tenemos un centro histórico de nuestras características y dimensión. Es tremendo, de más de 200 hectáreas y con una forma derivada del urbanismo islámico sobre una pretraza romana que está ahí, es inamovible. Por ejemplo Vitoria o Salamanca tienen un trenecito o microbuses pero es para 8 ó 10 hectáreas, pero aquí, en ese sentido es un problema.

-¿Se ha planteado un futuro de la ciudad a 20 años vista?

-Las soluciones serían aparcamientos en la periferia. Tenemos además el problema arqueológico y habría que pensar en construir sobre rasante; hay mucho patrimonio edilicio no protegido. Habría que fijar unas vías de tráfico primario con los temas de seguridad, ambulancias, bomberos... El ciudadano que vive en el centro histórico debe tener las mismas seguridades que el que vive fuera, quizá con el sacrificio de tener que andar a cambio.

-¿Tiene amigos arqueólogos?

-Sí, bastantes, soy muy sensible al tema. Siempre que mi actuación me lo ha permitido he procurado estar de parte de la arqueología.

-¿Tiene usted cuñado con parcela cerca de Medina Azahara?

-No. Algún conocido sí. El tema de las parcelaciones me es muy sensible porque fue mi territorio de trabajo en los cuatro años que estuve de arquitecto municipal y tengo mis teorías y mis sensibilidades sobre el tema. Tuve la suerte de trabajar en la primera época en la que se trató el asunto con Teresa Álvarez y tengo el íntimo convencimiento de que se podría haber parado el tema a mucha menor dimensión de la que luego ha alcanzado.

-¿En vez de ir quitando problema, va creciendo?

-Ahora mismo el proceso de las parcelaciones por la propia situación económica está paralizado. Además, la Administración cuida, los notarios y registradores tienen una serie de obligaciones, es decir, se dan las circunstancias para que sea difícil el progreso en ese sentido. Por tanto, no crece pero sigue siendo un problema y sobre todo es difícil de solucionar. El Plan General del 2002 ha hecho una apuesta bastante en positivo por la clasificación de las parcelaciones. Esa decisión hará que las parcelaciones vayan a tener los mismos servicios que otras zonas de la ciudad. En el plan del 86 no nos atrevimos a darla en tal dimensión porque no lo teníamos claro. La solución es que pasen a ser suelos urbanos como la Asomadilla, el Brillante o el Campo de la Verdad, y creo que se debería haber ido un poco más lejos. El protagonismo de la Administración debería haber sido más fuerte, no decir "yo le clasifico y ahora usted se las arregla". Debería haber sido "yo le clasifico y asumo -por el sistema de cooperación- las dotaciones. Eso son las legalizables. Y luego cuidadito con lo que se hace y cómo se les llama porque algunas están en lugares de interés comunitario, los famosos LIC, otras están en reservas de la biosfera y no vayamos a taparnos los ojos a esa realidad.

-Hace 10 años decía usted que la ciudad vivía de espaldas al río y que El Arenal y Miraflores lo solucionarían. ¿Ha sido así?

-Sí. Sobre todo en el tramo urbano entre el puente de San Rafael y el del Arenal. La ciudad está asomada al río, otra cosa es que haya que complementar usos y alguna otra actuación pero en ese tramo evidentemente sí. En el tramo de San Rafael aguas abajo, ahí hay que tener mucho cuidado, no hay que intentar que la ciudad avance mucho más. De aguas abajo, la cornisa de ETEA y la zona del hospital, hay que tener cuidado porque es un paisaje urbano delicado, que no está mal. En la orilla izquierda, la del Sector Sur, está previsto el plan de viviendas que ganó Auxiliadora Gálvez y parece que la crisis lo ha parado.

-Le gusta la caza, ¿lo hace para huir de los edificios?

-No me gusta para huir de nada, me gusta para estar en el campo. El acto final de cazar es quizá el menos importante para mí. Lo importante es estar en el campo. Me siento profundamente rural y creo que se me nota. Por ejemplo, cuando estuve en el Ayuntamiento me encargué del suelo no urbanizable, del rústico. Alguna vez me han dicho que es curioso que con la pasión que tengo por lo rural mi profesión sea quitarle al campo pedacitos para hacerlo ciudad.

-Delibes, gran cazador además de escritor, dejo dicho que la caza es un hombre libre, contra pieza libre, en un medio libre ¿Sigue siendo así?

-No totalmente, eso existe y es lo que busco siempre. Pero no es así. La caza es un negocio en el que hay que asegurar al que compra los resultados como cuando vas a unos grandes almacenes y has de tener lo que buscas. Además se pagan unas cantidades desorbitadas por cazar, creo que tenemos en ese sentido el país más caro del mundo. Con esas cantidades, el cazador lógicamente busca garantías y eso supone en cierta manera acotar el campo, y con ello asegurar los resultados de la jornada. Acotar en el sentido físico, con cercas que aseguran que en un territorio hay una densidad que permite asegurar. Eso existe y es una actividad económica, una actividad casi ganadera; no estoy en contra en cuanto a que ese concepto se aplique pues parece la única alternativa en este país.

-La caza ha dado grandes películas en al cine español, Furtivos, La caza o Los santos inocentes entre ellas. ¿Explica la caza bien el país?

-Sí es una vertiente psicológica del tema, lo expresa bien y en literatura también, con El mundo de Juan Lobón por ejemplo. En el cine y la literatura muchas veces se ubican y se escenifican en otra época en la que había una íntima relación de personas con ese medio, probablemente no deseada por la persona pero no le quedaba otro remedio que vivir de eso y para eso.

-¿Cuáles son sus libros favoritos?

-Te diría dos libros el Diario mínimo de Umberto Eco, que he leído una versión censurada y otra sin censurar y un libro de Tom Wolff sobre arquitectura, diseño, sociología y demás que se llama El coqueto y aerodinámico rock and roll color caramelo de ron y que habla de esa obsesión de los americanos por coger una cosa, como un coche, y pizzicatearla o tunearla.

-¿Ha salido alguna vez a la calla con pancarta?

-No. He ido a manifestaciones sí, pocas, no soy de sumarme a grandes expresiones ni estar en grandes masas, me da un poco de fobia en la multitud.

-Es bisnieto del Guerra. ¿Cómo se le ha visto en tu casa?

-Murió en el 41 y no le conocí, pero se ha visto como un personaje cercano y frente a toda esa parafernalia de leyendas y de dichos a mí personalmente se me quedan cosas como cuando mi abuela me contaba que en la casa de la calle Góngora, aparte de un servicio extenso, estaban los señores que cuidaban de los ruiseñores. Eso me parece de una finura exquisita. También me contaban que en los últimos días de su vida él acudía cada día al club Guerrita y venía recto como una espada por toda la avenida del Gran Capitán, acompañado de dos nietos, y cuando doblaba la esquina de Conde de Robledo se le acababan las fuerzas, entonces los dos nietos lo cogían porque se desplomaba sin fuerzas en sus brazos. Es la imagen más íntima que te queda. Aparte de su relación con la Casa Real y con el mundo de la caza.

-Elecciones municipales. ¿En materia urbanística es más importante un político visionario o uno que sepa aconsejarse bien por profesionales?

-Como se dice en el mundo de la caza, debe ser un mixto en lobo. Que tenga capaz de imaginar y que lo que imagine tenga viabilidad. Lo que se ve absurdo es que sólo imaginen y se estrellen contra la viabilidad económica urbanística. Y sería completamente absurdo que una persona que aspira a dirigir el proceso de la vida en una ciudad sea simplemente un ejecutor. A un político lo debe de mover la ilusión por algo nuevo.

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